La historia de Canarias también está escrita por mujeres. A lo largo de los siglos, los modelos seculares y patriarcales imperantes han difuminado las huellas de miles de mujeres anónimas en las Islas. Pero, en los últimos años, las investigaciones en torno a las pioneras y emprendedoras que desafiaron los imponderables de la época han arrojado luz sobre las obras de tantas mujeres invisibilizadas. "Es una tarea ardua, difícil, pero bonita", explica la escritora y profesora jubilada, Chicha Reina, que acaba de publicar el libro Mujer y cultura en Canarias, una versión ampliada de una edición anterior, "la colaboración de ellas no fue residual sino importante, lo residual ha sido sureflejo en libros y antologías".

Con el apoyo inestimable del Colectivo de Mujeres Canarias, así como de tantas colaboraciones desinteresadas, Chicha aborda la participación de las mujeres en los diversos campos culturales desde el siglo XIX, como la alfarería, la danza, la música, la literatura y las artes plásticas. Aunque atesora infinidad de datos sobre muchísimas mujeres canarias, también tuvo que soslayar muchos nombres en esta segunda entrega: "Después de publicar la primera edición, vi que me había quedado muy elitista", expresa, "lo quise enmendar en esta segunda publicación incluyendo a todas las alfareras de las siete islas". En sus páginas, habla de las alfareras María Guerra, en Gran Canaria, o Dorotea Armas Falcón, "una eminencia en Lanzarote" que, sin saber leer ni escribir, se erigió como un símbolo para la Isla. Conocedora de los mejores secretos de búsqueda del mejor material, amase, color y cocimiento en los hornos rudimentarios a ras de la tierra, la firma de Seña Dorotea rezuma gran valor en la isla oriental.

A comienzos del siglo XX, la mayor parte de las mujeres trabajaba en la agricultura o en el servicio doméstico, en condiciones muy precarias, mientras que las hijas de la burguesía estaban exentas de trabajo, dado que se consideraba una deshonra. En este contexto, comenzaron a aflorar diferentes movimientos artísticos que desembocó en una gran vitalidad cultural en las Islas, alentada por los contactos con el exterior a través de los puertos. Muchas mujeres, en su mayoría procedentes de la burguesía, comenzaron a participar en el mundo literario a través de la prensa o a formar parte de instituciones artísticas. "Tristemente, tiene un origen que hable de mujeres burguesas, porque el acceso a la cultura estaba restringido a las clases altas y pocas mujeres entonces sabían leer y escribir", cuenta, "en los años 20, en la Universidad no había ni una sola mujer canaria".

Este fenómeno cambia tímidamente en los años 30, cuando comienza a mejorar el bajo índice cultural de la población femenina, gracias a la acción de la política escolar y las campañas de alfabetización. Aunque no figura en el libro de Reina, en Gran Canaria destacó Doña Carlota de la Quintana y López de Arroyave, la primera médica de la isla, que murió hace dos años, a la edad de 102 años. Natural de Artenara, la otorrinolaringóloga era conocida como "la doctora de los pobres", dada su buena disposición a ayudar a sus semejantes. Por otra parte, la jardinera Inocencia Acosta Padilla, del Monte Lentiscal, fue la primera mujer en Canarias que obtuvo carnet de conducir, en 1927. Apasionada investigadora en su oficio, trajo esterlicias desde Guinea Ecuatorial hasta Santa Brígida y, cuando florecían, conducía hasta las diversas floristerías de Gran Canaria para venderlas y fue una de las primeras mujeres canarias en lograr independencia económica.

En el ámbitode la danza, Trini Borrull fue la primera bailarina multipremiada en distintos escenarios de España y, además, fundó la primera academia de baile de las Islas, además de colaborar con muchas otras. En el vasto campo de la literatura, destaca Lola de la Torre Champsaur, hija del barítono Néstor de la Torre. La encomiable profesora de música, impulsora de las Juventudes Musicales de Gran Canaria, fue una gran investigadora en la música, escritora e imprescindible dinamizadora de la vida cultural en Canarias. La sobrina de Néstor, la bella y emblemática poeta y actriz canaria Josefina de la Torre, fue trasgresora también en el plano emocional. En los años 60, se enamoró perdidamente de Ramón Corroto, 25 años menor que ella, y desoyendo las críticas de su círculo burgués, se casaron en Francia en los años 60, porque no había divorcio en España. Pero la gran defensora del divorcio fue Mercedes Pinto, desterrada de España en la dictadura de Primo de Rivera por manifestarlo públicamente. Sin embargo, se convirtió en una gran conferenciante en Latinoamérica. Pero una de las historias más hermosas es la de Matilde Martín, un joven talento procedente de una familia humilde. El barítono Néstor de La Torre descubrió la voz portentosa de Matilde, asumió los gastos de su educación y, en 1910, la animó a presentarse a un concurso de becas convocado en Tenerife para estudiar en Madrid. Matilde ganó con 42 puntos por encima de un joven pianista de buena familia, Manuel Funés, que puntuó 40. Al día siguiente, las cabeceras de todos los periódicos criticaban que "se había hecho entrega de una beca a una mujer pobre y se había dejado fuera a un joven de exquisita familia". Cuando Matilde regresó de Madrid, inauguró el Teatro Leal, en Tenerife, con una preciosa actuación, que cerró Néstor de la Torre.