"Somos un solo pueblo€. Fíjate, no hay dudas". Creí que era por la manera de conducir, los adelantamientos en línea continua, las curvas, y las rectas, tomadas por el centro-izquierda. ¿Había alguna herencia inglesa? No, era una costumbre autóctona, quizás consecuencia del alma del desierto. Porque también, en cuanto uno llega al aeropuerto Hassan I en El Aaiún, en un vuelo de Binter, y entra en la pequeña terminal, siente que el tiempo se mide de otra forma. Pero mi acompañante en el flamante 4x4 prestado por un destacado empresario y senador en Rabat, con casa en Las Palmas de Gran Canaria, "cerca de El Corte Inglés", no se refería a eso.

Por las ventanillas, cerradas para gozar del climatizador, pasaba rápido el paisaje. Y aquí y allí rebaños de camellos o cabras, bajo un cielo cubierto por la ´panza de burro´ que la costa africana compartía con el Archipiélago, y que el fin de

semana dejó grandes goterones que regaron el desierto de miles de pequeñas charcas donde se apresuraron a abrevar "como locos, mírelos usted", camellos y cabras.

Una misma geografía

En medio de la inmensidad amarillenta, moteada por algunos matojos, cuando llevábamos más de cien kilómetros recorridos desde El Aaiún, el jueves 5 pasadas las dos de la tarde, a la vista de los dos monumentos geométricos, uno a cada lado de la estrecha carretera, que conmemoran la entrada de la ´marcha verde´ en el Sahara ex Español, Ahmed Musa aprovecha la ocasión. "¿Se dan cuenta de que no hay diferencias geográficas que diferencien un sitio de otro? Hay una continuidad, todo es igual, mire, mire, es exactamente el mismo paisaje, es la misma gente€ Somos el mismo pueblo". El cónsul general del Reino de Marruecos en Canarias, de una distinguida familia de Dahla, donde nació, como su hermano Brahin, actual embajador en República Dominicana y Venezuela -que estudió interno en el Jaime Balmes, de Tafira- retomaba una explicación que nos había dado el wali de El Aaiún, una especie de delegado del Gobierno regional.

"El Polisario", nos decía, "no tiene sentido, ningún sentido. No tiene explicación que en una parte de un mismo territorio se pida la independencia y en la otra no". La otra es Tarfaya, el punto más cercano de Fuerteventura, Tan Tan y más arriba. Mutatis mutandis la conversación siguió con una distinción entre los "auténticos saharauis" y los que no lo eran.

El tema viene de viejo. Nada más establecerse el Polisario en la tierra argelina de Tinduf apareció la cuestión: la mayor parte de los dirigentes hablaban francés, eran de educación francesa, por lo tanto, eran de Argelia o del norte de Marruecos. "Si hay saharauis francófonos, nosotros somos hispanófonos. El Sahara Occidental no es todo el Sahara, es este Sahara", me comentaron varios de mis

interlocutores. El wali fue preciso, dolido con algunas asociaciones y políticos canarios. "Ellos dicen que quieren ayudar al pueblo saharaui, pero el pueblo saharaui somos nosotros", y señalaba la enorme mancha urbana de El Aaiún, con más de 270.000 habitantes. Los postes de las farolas están pintados de azul, como los pinta en la capital grancanaria el alcalde Cardona. Las avenidas polvorientas, barridas por el viento, ven crecer largas hileras de palmeras washintonias, las de hoja de abanico, "porque las de tierra adentro no aguantan el mar y se secan". Un ingeniero isleño estableció con ironía la comparación: "es más grande que Santa Cruz de Tenerife". "Que no se entere don José€", señalé.

La cuestión entrelazaba con el objeto de la visita, asistir al ´moussem´, una especie de enorme feria-romería-demostración folklórica y cultural, que se celebra en una enorme planicie de más de cien mil metros cuadrados en las cercanías de Tan Tan, una pujante ciudad del sur marroquí con alrededor de 70.000 habitantes, y en la que el rey Mohamed VI tiene uno de sus palacios perfectamente preparados todo el año por si decide visitar el lugar. Los ´auténticos saharauis´ no es un concepto ´racista´, que rechazaron con un punto de indignación y asombro ante la mera sugerencia. Se trata, explicó el wali, Jalil Dakhil, que los inductores del Polisario no eran todos, ni la mayoría, verdaderos saharauis del Sahara Occidental, porque saharauis los hay de todo el Sahara, del argelino, por ejemplo, de Mali, de Mauritania, del mismo Marruecos. "Sahara dignifica desierto. Pero los saharauis del Sahara Occidental somos nosotros, los que tenemos aquí nuestras raíces", apostillaba Musa.

En la puerta de la wilaya había ocurrido una escena imprevista: mientras tres o cuatro mendigos esperaban pacientemente, acuclillados en el suelo, un joven, alto y fibroso, con el pelo muy corto, protestaba a gritos. Al ver a los visitantes cambió del hasanía a un perfecto español: "A mí me están engañando, no me dan los 140 euros de ayuda€" La policía lo presenciaba imperturbable. "Está pidiendo la ayuda social, como en España".

Abrirse por los puertos

En Tarfaya, 7.000 habitantes, y donde se amplía el puerto en cuyas cercanías yace varado el ferry de Armas, el alcalde, Ahmed Azergui, y Uld Mohaem Larousi, presidente de la Cámara de Comercio local, octogenario pero muy activo, insisten en la asignatura pendiente y enumeran, alrededor de la mayor ´dorada´ que he visto -ganaron las apuestas de más de seis kilos-, cómo se partieron algunas de las tribus ´auténticas´. Durante cuatro días surgió el mismo asunto, la unidad geográfica, social, tribal -aunque parezca un oxímoron, una contradicción- y el retorno a la ´madre patria´ de los ´secuestrados´ o ´rehenes´ del Polisario en Tinduf. El problema es saber quién es quién para que pueda contar con papeles. Y ahí muchos proponen la misma fórmula: "Muchos de nosotros, nuestros padres o abuelos, eran españoles, con documento de identidad, muchos aún cobran pensiones del gobierno español (algo más de tres mil, porque, "claro, como se hacen muy mayores mueren más"). El censo de 1974 realizado por España puede ser una de las soluciones, pero España tiene que mojarse". En medio de una de estas recurrentes conversaciones Ahmed Musa reconoce que ´miles de saharauis quieren abandonar Tinduf´ y que en el consulado se han recibido "más de doscientas cincuenta peticiones para solicitar la nacionalidad marroquí". Uno de los presentes cuenta como el anterior cónsul, Abderraman Leibeck, actual embajador en México, huyó de los campamentos escondido en el maletero de un coche, "y casi se asfixia". Si non e vero€

Todo este debate subyace en la celebración del Moussem de Tan Tan -dicen que el nombre procede del eco rítmico de las gotas al caer en un pozo, que hacía de amplificador- una celebración que se ha convertido en una pantalla panorámica para escenificar precisamente la integración cultural de todo el territorio. En él participan representantes de todas las tribus, desde el norte de Tan Tan hasta el extremo sur, en Dahla, la antigua Villa Cisneros. Algunos, por cierto, llevan entre sus papeles más queridos, hojas de

la revista AOE de los años cuarenta y tantos y cincuenta, con fotos o anuncios de las tiendas que los ´emprendedores´ saharauis abrían en las distintas localidades del Protectorado. Esa es una palabra que hemos oído con frecuencia para marcar los límites de la autenticidad: el Protectorado. Allí en Tan Tan, como en Tarfaya las ilusiones del desarrollo están puestas en los ferris de Armas y Fred. Olsen.

La noche del jueves, un influyente empresario de Tan Tan, sería mejor llamarlo potentado (tiene una flota de ciento cuarenta camiones para el transporte y la construcción, entre otros negocios) , Abdalhá Oubarka, diputado del RNI y presidente de la Cámara de Comercio, nos invitó a una fiesta ´preinaugural´ que daba en su palacete, que desbordaba poderío. Reunió a algo más de trescientos comensales, que fueron copiosamente atendidos, con bandejas que desbordaban de langostas, gigantescos carabineros, cordero, carne de camello€ Y hasta agua bendita traída desde la Meca, que se bebió con devoción. Cuando se acercó a nuestra mesa, antes de presentarnos al gobernador y demás autoridades, abrió los brazos y declaró muy ufano: "aquí tengo a todas las tribus". Rodeados de jarrones chinos -había uno de más de 1,70 de alto, y cuatro o cinco de medio metro-, de bandejas de plata, de sirvientes perfectamente uniformados con trajes tradicionales, el anfitrión y el gobernador destacaron por un lado la importancia del Moussem y, por el otro, la importancia de las infraestructuras portuarias en marcha.

La idea es que ocurra un fenómeno similar al de Agaete, aunque fuentes españolas, y algunos marroquíes pragmáticos, con un saludable punto de escepticismo, reconocían las dificultades ´superables´: aunque se está negociando un acuerdo sobre los PIF -en Fuerteventura acaba de celebrarse una reunión "de la que han salido cosas muy positivas"- es impensable conseguir la fluidez que hay en el tráfico interinsular. Aunque se agilicen los trámites aduaneros, y se ponga el personal necesario "la inspección es obligatoria, contrabando, trafico de drogas, y hasta otras cosas peores€.", comentaba un periodista en la gran jaima colectiva en la que se servían las comidas. Schengen es Schengen.

La integración cultural

Invitados y participantes en la gigantesca reunión multicolor que ofrecía espectaculares demostraciones de galopadas en briosos corceles ricamente enjaezados, con los jinetes disparando salvas de pólvora con sus ´rifles artesanales´, en realidad mosquetes de carga

por el cañón, decorados con arabescos dorados o plata repujada€ sin sujetar las riendas, el dominio de los jinetes sobre los camellos, de pomposo cabalgar, incluso las danzas y cantos de compenetrados grupos, ataviados según las costumbres de cada tribu, formaban parte de un espectáculo interactivo que ofrecía al mundo un mensaje claro: es un mismo pueblo en su diversidad.

El Rey Mohamed VI aceptó enseguida la idea de un singular ´explorador´ que es el director del evento, Kitín Muñoz, español pero nacido en 1958 en Sidi Ifni. El monarca apadrina el evento desde sus inicios. Una prueba es la concentración de ministros y altos cargos, una auténtica ´cumbre´ de poder en el desierto, donde no se descartó que pudiera asistir el propio hermano de SM, el príncipe Muley Rachid, al que le tenían preparado un sillón dorado en una lujosa ´trastienda´ del palco. Pero sí fueron, en negros Mercedes y 4x4 varios ministros: Interior, adjunto de Estado, Cultura, Turismo, Emigración, el influyente consejero real de perfecto castellano -Fadel Benayieh- hijo de madre cordobesa, walis o gobernadores, "un montón de alcaldes", me dijo uno de ellos. "Un montón".

Solícitos funcionarios de Exteriores que atendían a los cientos de invitados, con algún americano vestido de Tin Tin en el desierto o de Memorias de África, y alguna extravagante dama tocada con blanquísima pamela y turbante anudado al cuelo como una Greta Garbo sin gafas. El mismo Kitín, con una especie de chaqué de satén blanco y botones dorados, pantalones entre pirata y bombacho a media pierna, su esposa, la hija del rey Simeón de Bulgaria, con gafas de piloto de la primera Gran Guerra, collar de púas tipo mastín o€

Al atardecer, cuando el sol del oeste se ocultaba detrás de las tribunas y un manto dorado se extendía sobre las jaimas, perfectamente ordenadas en varias filas de hileras, como las olas de la pleamar, y detrás y a los lados se extendía la inmensa planicie, a veces en forma de dunas, a veces de llanura de arena o de guijarros desprendidos a lo largo de milenios de una lejana cordillera, cortada a pico, era inevitable la comparación con el lema que el Gobierno de Canarias resucita en cada navidad: un solo pueblo sobre el mismo mar, solo que en este caso el mar es de jaimas y de arena.

La noche anterior, cuando los invitados llegaban a la enorme tienda ceremonial, de más de 500 metros cuadrados, sostenida por decenas de puntales que tensaban el tejido, uno parecía entrar en un cuento de las mil y una noches. La gigantesca carpa estaba situada en un valle, al lado de un lago de agua de mar. Se veía volar a las gaviotas, iluminadas en la noche, sobre las aguas verde esmeralda, que reflejaban la luz de cientos de faroles de latón en los que tintineaban las llamas de las velas. El suelo, cubierto de un manto de alfombras rojas, que subían a la loma en la que se había levantado una urbanización de cientos de jaimas con dos camas, y con baños químicos y duchas adosadas. Una minuciosa y compleja operación logística. En el comedor, docenas de sirvientes llevaban grandes bandejas con exquisitos manjares (una pastela de mariscos y algún ingrediente picante, soberbia) mientras, fuera, danzarines y músicos ofrecían sus habilidades y narraciones a los visitantes.

Cambios veloces

No puede decirse que las jaimas -tejidas, como todas, durante más de un año con lana de camello, lo que les daba un color marrón, mezclada con cabra "que son los animales más abundantes"- fueran parte de un decorado ´folclórico´. Aquí el folklore no es nostalgia del pasado, interpretación turística tipo Néstor, o impostura de diseño, sino algo vivo, actual, presente. La sedentarización que ha hecho posible, por ejemplo, que El Aaiún sea una pujante capital con más de 260.000 habitantes, y con planes de urbanismo y desarrollo económico en marcha que conviven con serios problemas sociales por la falta de trabajo -como los que dieron lugar en noviembre de 2010 a la protesta del campamento del suburbio de Gdin Izig- es ingrediente principal de ese crecimiento demográfico. Eso y la llegada de una población especializada formada en el resto del país de la que carecía el territorio. El cónsul en Canarias define con nitidez uno de los factores que provocan los problemas sociales: "Tenga en cuenta que hemos pasado de la jaima a la casa; del camello al coche; de la soledad al móvil". Pese al móvil, el ritual de los saludos se mantiene, las preguntas por los padres, los hermanos, los hijos, el ganado€ Sidi Mohamed El Joumani, empresario y alcalde de Smara, hermano del alcalde de Dahla, sobrino de El Jatri Joumani, que fuera presidente de la Asamblea o Yemáa de la extinta A.O.E., está preocupado por la integración social y por la avalancha de trabajadores de fuera, mano de obra cualificada que está ayudando, como señala el cónsul Musa, a crear una clase media. Él, como otros muchos, el mismo Wali, consideran el español como parte de su bagaje identitario, y como la geografía es la que es, los lazos comerciales con Canarias aconsejan que el gobierno de Canarias, y el de España, piensen en crear en El Aaiún un centro del Instituto Cervantes. En el resto de Marruecos ya hay seis.

El Moussem de Tan Tan es un acto poliédrico, con intenciones de carácter interno y externo: es una gran asamblea de las tribus, en la que amigos y familiares tienen la ocasión de verse a lo largo de una semana; una gran movilización de nómadas que se encuentran con sus parientes sedentarizados; una ocasión para poner al día las historias, para comerciar, para hablar de los que quieren volver€ pero es asimismo un eficaz instrumento de propaganda de cara al exterior: como repetían en un mantra: "Somos el Sahara. Somos un mismo pueblo".