Diego R. Moreno

Gran Canaria alberga lugares con una visión completamente diferente de la isla. El turista o residente que quiera convertirse en el gigante que todos quisimos ser de niño y que con un solo paso pudiera desplazarse miles de leguas, disfrutará como nunca de la gran cantidad de miradores que, desde todos los rincones de la isla, redescubren el paisaje para sorprendernos con los detalles que pasan desapercibidos a pie de calle.

Las escarpadas laderas de nuestra isla dejan que el espectador se aúpe sobre las nubes y disfrute de las maravillosas vistas.

Una de las mejores formas de descubrir las maravillas de esta especie de continente en miniatura surgido desde las entrañas del Atlántico es a través de sus múltiples balcones y miradores que ofrecen unas vistas únicas que presentan una cara diferente de la isla.

Mirador de Unamuno

"Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas que parecen almenadas, con sus roques enhiestos, ofrecen el aspecto de una visión dantesca. Es una tremenda tempestad petrificada, con sus roques enhiestos, ofrecen el aspecto de una visión dantesca. Es una tremenda petrificada, una tesmpestad de fuego más que de agua. Aquí se adivina lo que debió ser el terrible combate entre Vulcano y Neptuno, entre el dios del fuego y el dios del agua. Y allá lejos, por encima de las crestas en que se yerguen encrespados los roques, se alzaba sobre el mar, no ya de agua, sino de niebla, la isla de Tenerife, cual visión celeste y dominándola, el gigante atalaya de España, el pico Teide".

Así describió D. Miguel de Unamuno las vistas desde la cumbre de Gran Canaria, en 1910, en su primera viaje al archipiélago, antes de su popular estancia en 1924 en Fuerteventura, debido al exilio impuesto por Primo de Rivera. Como motivo de dicha visita, en 19999 se construyó este mirador en Artenara, en donde se yergue una estatua del célebre escritor que otea hacia el horizonte admirando la panorámica de la Cuenca de Tejeda y las siluetas del Roque Nublo y el Bentayga.

Mirador Roque Nublo

Uno de los emblemas de Gran Canaria, el Roque Nublo, no es desconocido para nadie. Este gigantesco monolito que se eleva 80 metros es uno de los puntos de peregrinaje por excelencia de los grancanarios, y también de los habitantes del resto de islas. Senderismo, ciclismo, escalada€ Muchas son las actividades que rodea a este emblema de Gran Canaria, que es considerado por muchos como el mejor punto para captar toda la belleza de la isla.

Antiguo lugar de culto para los aborígenes, declarado espacio natural protegido en 1987 y Reserva Mundial de la Biosfera en 2005, el paseo hasta su sombra regala una de las más icónicas estampas de la isla.

Pico de los Pozos de las Nieves

En la cima de Gran Canaria se sitúa este mirador con unas vistas privilegiadas al Teide y a otras maravillas geográficas como el Roque Nublo, el Roque Bentayga, los Llanos de la Pez o las Calderas de Tejeda o Tirajana. Debe su nombre a la cercanía de tres pozos que fueron construidos a partir del siglo XVII, con la finalidad de almacenar para el verano la nieve caída en el invierno.

Pinos de Gáldar

Estas medianías norteñas fueron en su día el dominio de un mítico bosque de nieblas conocido como La Selva de Doramas, en memoria del líder indígena que capitaneó la resistencia en la conquista de Gran Canaria. Desde su mirador, vértice donde convergen los lindes de los municipios de Moya, Santa María de Guía y Gáldar, se pueden admirar los centenarios pinos canarios que le dan nombre, además de una amplia panorámica del norte y oeste de Gran Canaria.

Caldera de los Marteles

El paisaje de la Caldera de los Marteles, creado por una erupción volcánica en contacto con aguas subterráneas, es uno de los grandes tesoros de esta Reserva Natural Especial de Los Marteles y del camino que lo recorre, ideal para los aficionados al senderismo y los amantes de la naturaleza que podrán descubrir en esta ruta una gran variedad de especies vegetales endémicas, entre las que destacan el tajinaste azul y el cardo de Tenteniguada.

La Sorrueda

Escenario en distintos anuncios de promoción turística de Gran Canaria durante varios años, desde este mirador se puede observar uno de los palmerales más extensos de toda la isla. Está ubicado en el margen derecho de la Presa de la Sorrueda, sobre el Barranco de Tirajana.

Las Canteras de Arucas

El litoral acantilado característico de la costa norte de Gran Canaria es uno de los principales atractivos de este mirador, que abarca un espectro de la costa aruquense, comprendido entre los barrios de Tinoca y San Andrés.

Constituye una excelente atalaya, donde se contemplan magníficas panorámicas del municipio, tanto del interior como de la costa, destacando el volcán de la Montaña de Cardones. También, otra de sus virtudes es la de regalar una visión única del itsmo de La Isleta y de la Playa de Las Canteras. Además, en días despejados puede vislumbrarse a lo lejos el Teide.

Degollada de las Yeguas

En el borde occidental del Macizo de Amurga, desde este mirador el espectador es testigo de primera mano de la belleza del barranco de Fataga, un cañón de 15 kilómetros de recorrido, que alberga una imagen típica de la vegetación semidesértica característica de las zonas bajas de las islas.

Bandama

Colindando entre los municipios de Santa Brígida, Telde y Las Palmas de Gran Canaria y con 216 metros de profundidad, 574 metros de altura y mil metros de diámetro, la Caldera de Bandama, representa uno de los paisajes más impactantes y enmunecedores de las islas. El cono es además un elemento destacado, visible desde gran distancia y con una magnífica panorámica desde su vértice. La caldera es de perfecta estructura lo cual la convierte en una de las más bellas de Canarias.

Guriete

Desde este punto, localizado en el Barranco de Tirajana se contempla uno de los yacimientos arqueológicos más importantes e toda Canarias, la Fortaleza de Ansite. Un conjunto de cuevas naturales que han servido para el estudio y análisis de la vida de los antiguos habitantes de la isla (canarii). A este importante punto le rodean palmerales que transforman las laderas en un oasis de verdor.