La dieta mediterránea es el mejor remedio para evitar subir de peso en vacaciones, y también para recuperar los buenos hábitos en la vuelta a la rutina. Y es que si en verano no se modera el consumo de productos hipercalóricos como helados, bebidas alcohólicas, platos precocinados y comida rápida, ni tampoco se lleva a cabo actividad física, con facilidad se ganará peso si se acumula un exceso de kilocalorías diario.

El periodo estival es una de las épocas del año en la que los hábitos alimenticios de la población sufren alteraciones importantes no solo por el tipo de alimentos que se incorporan a las comidas sino también por la cantidad de comida que se consume, además de que por culpa del 'picoteo' y el 'tapeo' a menudo acabamos comiendo más veces al día de lo habitual.

La Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, en Tenerife, apuesta por la dieta mediterránea para el verano y recuerda que tomar una dieta variada y realizar una adecuada actividad física, junto con una correcta hidratación, permite disfrutar saludablemente de las vacaciones y evitar descompensaciones nutricionales.

Modelo equilibrado

La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad respalda asimismo la dieta mediterránea hipocalórica como el mejor modelo equilibrado y saludable contra la obesidad, pues presenta una baja ingesta de ácidos grasos saturados y azúcares añadidos, y un alto consumo de fibra vegetal y ácidos grasos monoinsaturados, no solo para el verano sino a lo largo de todo el año.

Durante el verano, debe hacerse mayor hincapié en la hidratación para cubrir las necesidades extras del organismo debido al calor y las altas temperaturas, y más si se realiza ejercicio físico. Es fundamental tomar entre dos y dos litros y medio de agua al día, que pueden completarse con bebidas acalóricas como té e infusiones frías.

(A los españoles les cuesta hacer dieta en verano)

En el fondo, se puede comer de todo, pero con moderación. La dieta mediterránea recomienda utilizar aceite de oliva virgen extra para cocina y aliñar los menús; consumir dos o más raciones de verdura y ensaladas diarias, así como tres o más piezas de fruta al día; los lácteos, mejor desnatados y dos veces al día.

En cuanto a las legumbres, lo ideal es tomarlas al menos tres veces en semana, al igual que el pescado, mientras que la ración de carne, preferiblemente blanca, debería ser de dos veces en semana, limitando los embutidos y las carnes procesadas a como máximo una vez a la semana. Tampoco hay que descuidar el consumo de cereales y de frutos secos, sin tostar ni freír y mejor sin sal.

Por otro lado, deben limitarse las cremas, la nata, las mantequillas, los productos de bollería y las bebidas azucaradas. También conviene rehuir el consumo de productos ultraprocesados y primar el de materias primas.

En estos días de calor, la ingesta de verduras y frutas de temporada aportan gran cantidad de agua, esencial para rehidratarse, además de que su contenido en kilocalorías es bastante bajo.