En 1819, el prelado nivariense Luis Folgueras perdió un pleito ante El Vaticano contra el Obispo Romo porque éste ostentaba la sede titular de la Diócesis de las Islas Canarias y Roma ratificó el título que sigue vigente desde el siglo XIV

Hoy, 7 de septiembre, se cumplen 95 años que la Virgen del Pino entró en posesión perdurable del título oficial de principal patrona de la Diócesis de las Islas Canarias, según el Rescripto de Pío X, aprobado y ratificado por la Sagrada Congregación de Ritos, firmado en la Santa Sede el 16 de abril de 1914, a instancias del obispo Marquina y Corrales.

El citado Rescripto fue consecuencia de la propuesta de Marquina quien, en febrero de 1914, había encomendado al Cabildo Catedral de Canarias que emitiera un informe sobre lo que debía reformarse, a lo que el deán propuso como prioritaria "que la Virgen de Candelaria cesara como patrona de esta diócesis y fuera sustituida por Nuestra Señora del Pino", propuesta que fue aprobada por aclamación de los miembros cabildicios, redactada el 3 de marzo y remitida a Roma, a las que se unieron además las de la totalidad de parroquias, instituciones civiles y eclesiásticas, en manifestaciones de parecida dimensión a las de la división provincial y, ya más reciente, a las de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Con lo dispuesto en el Rescripto del Papa Pío X se cumplía la indicación de monseñor Marquina Corrales quien, al llegar a la diócesis en 1913, manifestó su deseo de obtener la designación de la Virgen del Pino como patrona principal de la diócesis de las Islas Canarias toda vez que, según expresó el propio prelado, "chocábamos y nos dolía a la vez que siendo la gran madre de Dios, María Santísima, en su imagen doblemente milagrosa del Pino, la devoción especialísima y principal del pueblo canario no ostentara también el título de patrona, andando así como divorciados en este punto la aspiración popular y el culto público y oficial de la Iglesia", como dejó escrito el prelado en un documento.

De esta manera se daba cumplimiento al decreto del Papa Pío IX sobre "que en cada diócesis no hubiera sino un solo patrono o patrona principal, con fiesta doble, y que había de ser designado por la Santa Sede", aunque Canarias fue una excepción, toda vez que durante los años que el obispo de las Islas Canarias, monseñor Lluch y Garriga, estuvo como administrador apostólico de la diócesis de San Cristóbal de La Laguna solicitó de la Santa Sede que la Virgen de Candelaria "tanto en la Diócesis de Canarias como en la de San Cristóbal de La Laguna, fuese venerada como principal patrona delante de Dios". Pío IX accedió a la petición del carmelita prelado catalán mediante una Bula expedida el 12 de diciembre de 1867, lo que 47 años más tarde quedó sin efecto por el Rescripto firmado por Pío X el 16 de abril de 1914, a partir del cual cada una de las diócesis isleñas cuenta con su patronazgo propio, como afirma expresamente J. García Ortega, canónigo de la Catedral de La Laguna, en su obra "Historia del Culto a la venerada imagen de la Patrona de Canarias la Virgen del Pino". No parece lógico pensar en un patronazgo superior, y menos con el título del Archipiélago, cuando hasta hoy Roma no ha constituido la Archidiócesis de Canarias. Sin embargo, por lo que parece, algunos no lo consideran así sino que, además, cada año hacen alardes y otorgan el título de Basílica al santuario de Candelaria cuando, hasta el día de hoy, la Santa Sede sólo ha concedido tal título de Basílica a la Catedral de Canarias, Real Santuario del Pino en Teror y San Juan Bautista en Telde, todas ellas en Gran Canaria.

El Vaticano tiene registrados como nombres oficiales los de diócesis de San Cristóbal de La Laguna -para la occidental- y Diócesis de las Islas Canarias, para la oriental, como ya demostramos documentalmente en LA PROVINCIA del 15 de enero de 2006, al referirnos a don Francisco Cases, a quien la Santa Sede le otorgó el nombramiento oficial de obispo de las Islas Canarias, según lo difundido y publicado por Radio Vaticano, el periódico "L'Osservatore Romano", y «Vatican Information Service», órganos oficiales de la Santa Sede, como consta asimismo también en el "Anuario Pontificio" y en el "The Hierarchy of the Catholic Church" que en el capítulo "Structured View of Dioceses in Europe" ("Perspectiva estructurada de las Diócesis en Europa"), en la relación de las catorce provincias eclesiásticas que conforman la Iglesia Católica en España, dentro de la Archidiócesis de Sevilla, incluye las seis diócesis u obispados que integran la provincia hispalense ordenadas alfabéticamente por sus nombres: Cádiz y Ceuta, Córdoba, Huelva, Islas Canarias, Jerez de la Frontera y San Cristóbal de La Laguna o Tenerife. Los referidos datos no dan lugar a la duda, porque las fuentes de legitimación de los nombres Obispado de las Islas Canarias y diócesis de las Islas Canarias son de tal garantía que su fiabilidad está en consonancia con la institución representada por los medios oficiales de la Iglesia Católica y otras fuentes vaticanas consultadas en Roma que confirmaron denominaciones correctas tales títulos. Pero además existen razones históricas como la del 7 de noviembre de 1351 que Inocencio VI otorgó al carmelita Bernardo Font el título de obispo de las Islas Canarias y un siglo más tarde, don Juan de Frías, según documento firmado en Sevilla en 1483, figura como obispo de Rubicón y de las Islas Canarias. Incluso en las ediciones del "Anuario Pontificio" aparecen las denominaciones "Diócesis de las Islas Canarias", "obispo de las Islas Canarias" o "Diócesis de San Cristóbal de La Laguna", como legítimos y correctos, aunque el lenguaje popular y los medios de comunicación las utilicen en versión sinécdoque Obispo u Obispado de Canarias y Diócesis de Canarias, en contraposición al obispado u obispo y diócesis de San Cristóbal de La Laguna.

A partir de 1819, con ocasión de la creación del nuevo obispado de San Cristóbal de La Laguna o de Tenerife, Roma permitió que la diócesis primigenia de las Islas Canarias continuara manteniendo su nombre con el antiguo título, razón por la que el primer obispo tinerfeño don Luis Folgueras y Sión, no conforme con ello al pensar que le restaba categoría y poder jurisdiccional, planteó un pleito contra el prelado canariense Judas José Romo y Gamboa por llevar éste el título de obispo de las Islas Canarias. Folgueras recurrió a Roma y allí "la justicia y el sentido común dejaron las cosas como estaban, pues el nombre de ambas diócesis nada resta a la plena jurisdicción canónica de sus obispos", como asevera Francisco Caballero Mujica, canónigo doctoral de la Catedral de Canarias, en el primer tomo de su obra "Documentos Episcopales Canarios".