El más famoso juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, tenía este miércoles, nueve del nueve del cero nueve, cita ante el Tribunal Supremo, un año después de haber dictado el primer auto relacionado con la investigación de la memoria histórica. Deberá declarar como imputado, ante el instructor de la causa que se sigue contra él como presunto autor de un delito de prevaricación, es decir, de dictar resoluciones injustas a sabiendas de que son injustas. Un delito que, según sus acusadores, Garzón habría cometido por empeñarse en seguir adelante con la apertura de una causa penal para investigar los crímenes del franquismo, en contra de los criterios de la Fiscalía.

Luciano Varela será el instructor que le interrogue, y que ha citado al acusado con sólo 24 horas de antelación, y Gonzalo Martínez Fresneda, el abogado que le defienda, en un proceso que, de antemano, suscita extraordinaria expectación, en nuestro país y fuera de él. No debe olvidarse que Garzón emprendió acciones judiciales contra dictaduras sudamericanas como las de Argentina o Chile, en uso de la llamada "justicia internacional" y que, por ejemplo, en ambos países, goza de una formidable popularidad. Falta por señalar que la acusación contra Garzón procede de un extraño "sindicato", llamado Manos Limpias, agrupación ultraderechista, que tiene en su haber una interminable serie de intentos de sentar en el banquillo a quienes considera "enemigos de la patria".

Los querellantes intentarán convencer al instructor de que Garzón prescindió del procedimiento establecido, de la irretroactividad de la ley penal, de la ley de Amnistía de 1977 y de sus propios actos y autos, en los que rechazó como genocidio los asesinatos de Paracuellos del Jarama. Y que todo esto lo llevó a cabo con plena conciencia de la ilegalidad e incompetencia en que incurría. Por todo lo cual, los demandantes entienden que el juez de la Audiencia, con más de veinte años de carrera profesional al frente del Juzgado Central de Instrucción número cinco de la Audiencia Nacional, en los que ha instruido multitud de casos de la mayor repercusión mediática, ha cometido un delito de prevaricación palmario, premeditado y consciente.

El defensor del Garzón tratará de convencer a los magistrados de que la demanda de Manos Limpias no es más que una venganza por haber archivado numerosas denuncias de este colectivo. El propio Garzón alegó en su momento contra la querella que es una burda represalia de un abogado que, paradójicamente, le había reclamado que abriera un sumario sobre los fusilamientos de Paracuellos.

¿Qué cabe esperar del caso? Las reacciones contra el procesamiento del juez de la Audiencia proceden de medio mundo y la clase política española se halla dividida sobre el particular. Sostiene El País que la querella sólo se explica como represalia por intentar investigar el franquismo.