Dice Bruno Mesa, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1975 y artífice del libro Argumentos en busca de autor (Santa Cruz de Tenerife, La Caja Literaria, 2009), que el filósofo neoyorquino Richard Rorty supo siempre explicarnos que los mejores libros de filosofía son los terapéuticos y no los constructivos, quizá porque no hay nada que construir y sí mucho que aliviar.

Dice además Bruno Mesa que la filosofía, como algo que nos evita el sufrimiento y nos explica como seres humanos, es una disciplina que tiene el mismo objetivo que la literatura y el arte.Estas dos afirmaciones bastarían para saber qué persigue Argumentos en busca de autor.

El libro de Bruno Mesa está dividido en tres partes muy definidas, pero no divorciadas entre sí. Una primera parte, «Premeditaciones», donde se incluye una serie de aforismos y cortos pensamientos sobre asuntos como la belleza, la vida, la poesía, el tiempo, el papel de la filosofía; una segunda parte, «Cuatro ensayos y una intimidad», donde se profundiza en las ideas anteriores interrogando a autores tan distintos como el mismo Rorty, Wittgenstein, Juan Ramón Jiménez, Fernando Pessoa, Josep Pla; y una tercera parte, «Notas para una enciclopedia personal», una variante divertida y rigurosa de los diccionarios que en su día firmaron Voltaire o el mismo Bertrand Russell ¿al que tanto parece deberle Bruno Mesa?, donde se nos introduce en preocupaciones intelectuales más generales a través de los creadores y de los asuntos que han terminado por diseñar el pensamiento y la sensibilidad del ciudadano responsable de estas páginas.

Sostenía hace una semana en Tenerife Mario Vargas Llosa que a todos se nos hace muy difícil traducir un placer emocional, como el que nos proporciona una buena lectura, en un acto racional, como el exigido por una presentación de un libro o por la impartición de una clase sobre una experiencia lectora.

Y no he tardado nada en darme cuenta de la veracidad de la afirmación del escritor peruano. Había leído e informado el libro de Bruno Mesa, lo había subrayado con gusto, lo había usado en mis meditaciones más recientes, pero cuando me vi en la obligación y el honor de darlo a conocer en público no conseguí convertir la celebración que significó para mí el recorrido de sus páginas en la fiesta apetecida de su glosa. Pero tratemos de intentarlo, porque, en verdad, esta obra nos parece una de las más abiertas al debate apetecido, al contraste de ideas, a la feliz identificación con lo mucho de lo que allí se dice.

Según Bruno Mesa, hay libros de poemas sólo para ser acogidos por departamentos universitarios de Filología y cuyo mérito mayor es no decir nada, porque así deja el autor más espacio para que los estudiosos y los investigadores puedan apuntalar sus teorías y sus ensayos con una libertad absoluta. Entre aquellos autores que han antepuesto el lenguaje a su sentido, cita Mesa algunos prestigios: Mallarmé, como no podía ser menos; el Góngora de las Soledades; Valéry, el poeta, no el ensayista; Huidobro, André Breton?

Sin embargo, Bruno Mesa, pone en su sitio al poema cuando es sólo una excusa para provocar un texto exegético superior: «El poema es autosuficiente o no es un poema». Y todavía algo más: «El poema ideal es aquel cuyo lector no es el mismo antes y después de su lectura. Esa página ideal debe ofrecernos una forma de ver el mundo, pero debe ser también un lugar bello en sí, un recinto donde la verdad y la belleza se entiendan».

Imposible no estar de acuerdo con todo esto. Como imposible no estar de acuerdo con algunas otras consideraciones, consecuencias de lo anteriormente denunciado: «Uno de los grandes logros del siglo veinte fue conseguir que la poesía no la leyera nadie, tampoco esos que se las daban de cultos y exquisitos. Como es de conocimiento público, los únicos lectores de poesía que han sobrevivido hasta nuestro siglo son los mismos que la escriben».

Todo el libro de Bruno Mesa parece impregnado por el laconismo y por una elegante ironía. Como ha planteado George Steiner, el epigrama, el aforismo, la máxima son los haiku del pensamiento, pues parecen condensar la mayor agudeza de inteligencia en el menor número posible de palabras.

Las páginas de Argumentos en busca de autor exhiben esta refrescante fórmula de decirnos muchas cosas a base de pocas palabras. Y no sólo eso. Como las literaturas postautónomas de hoy, de las que ha hablado la crítica argentina y profesora emérita de la Universidad de Yale, Josefina Ludmer, esas literaturas que son colonizadas sin resistencia alguna por las formas del testimonio, la autobiografía, el reportaje periodístico, la crónica, el diario íntimo?, la escritura fronteriza de Bruno Mesa se deja contaminar con gracia por muchos ámbitos: la literatura, cómo no, pero también la filosofía, la plástica, la música, la religión, la ciencia, la psicología?

¿A qué genero del conocimiento pertenece el libro de Bruno Mesa? En el informe preceptivo que tuvimos que redactar en su día para que este libro fuera publicado no rehuimos la categorización: «aforismos/pensamiento/ensayo/ diccionario temático».

Esos dominios podían enmarcarlo, pero los saberes encerrados en Argumentos en busca de autor van mucho más allá. Y los placeres que nos depara también irían mucho más lejos.

Al margen de todas estas originalidades degustadas, el libro de Bruno Mesa contiene páginas de gran aportación al debate filosófico y literario de nuestros días. En algunos de esos textos, Bruno Mesa insiste en la necesidad de encontrar en la obra literaria algo más que lenguaje: una actitud ética.

La lectura que Mesa hace de Wittgenstein nos exige que pidamos a una obra literaria no sólo brillo externo y puramente verbal, sino alguna defensa de algo, de alguna verdad filosófica o de alguna ley que predique y ponga en práctica.

Sorprende la juventud de Bruno Mesa si la comparamos con la sabiduría que despliega en este libro. Sorprende sobre todo la franqueza con la que ha sido escrita esta obra saludablemente híbrida, tan lejana de los prejuicios de los autores noveles, siempre esclavos de los lugares comunes de la cultura que transitan.

Argumentos en busca de autor es un libro que destila libertad, libertad de pensamiento y libertad de inscripción. La obra no pertenece a ningún género y pertenece a todos. Lo mismo da. Es escritura en primer grado.

El hombre enfrentado una vez más al mundo y describiendo su estupefacción. No la estupefacción del habitante de las cavernas, por supuesto, sino la estupefacción del ser cultural, del homo libresco asediado en su sinceridad por tantos estereotipos, tantas atrofias y tanto dogma del intelecto políticamente correcto.

Una mirada singular sobre la filosofía, la literatura, la música, la política, la economía, y lo que se le vino en gana a este Bruno Mesa que nos hace seguir creyendo en la potencia de los que vienen escribiendo por detrás en estas Canarias atlánticas.