Hace unos días, el primer ministro ruso y antiguo miembro del KGB Vladimir Putin alabó a Stalin por hacer de Rusia una superpotencia y por ganar la Segunda Guerra Mundial contra la Alemania nazi. En una aparición maratoniana ante la televisión rusa, Putin apostaba por rehabilitar la figura del dictador al declarar que no le era fácil hacer un juicio general sobre un hombre que también hizo cosas buenas, además de organizar el sistema soviético de trabajos forzados en todas sus formas y variedades (campos de trabajo, de castigo, de criminales y políticos, de mujeres, de niños) ordenando encarcelaciones, detenciones, interrogatorios, trabajos forzosos y la destrucción de millones de individuos de forma prematura e innecesaria.

Es como si las muertes de millones de personas víctimas del terror y falsas acusaciones pudieran ser justificadas históricamente como un sacrificio en interés del Estado.

Con ocasión del 60 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, he leído la obra No Simple Victory del historiador británico Norman Davis en la que se relatan con rigor histórico las causas y las consecuencias de la Gran Guerra en Europa desde 1939 a 1945. Oyendo a Putin, uno tiene la sensación de que tratar el fascismo nazi y el comunismo soviético como dos malvados que dominaron la guerra en Europa es un insulto que hiere los corazones de los veteranos de la guerra en Rusia y en otros países.

Davis y otros historiadores modernos tienen razón cuando concluyen que verdaderamente no hay grandes diferencias entre la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin. Cada uno de ellos aniquiló a las mejores gentes de su territorio antes de embarcarse en una lucha a muerte por la supremacía.

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, la Alemania nazi y la Unión Soviética eran aliados; de hecho, Hitler y Stalin iniciaron la guerra juntos. El Tratado Molotov-Ribbentrop en agosto de 1939 fue un pacto de no agresión entre Alemania y Rusia pero un acuerdo secreto del tratado abría la puerta para la división de Europa. Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre desde el norte, sur y oeste; Stalin invadió Polonia el 17 de septiembre desde el este. La segunda campaña de la guerra fue la agresión soviética contra Finlandia en noviembre de 1939; la tercera campaña, fue la agresión alemana contra Dinamarca y Noruega en abril de 1940; la cuarta campaña, la invasión de Francia en mayo de 1940 fue acompañada de la anexión de Estonia, Lituania y Letonia por Stalin. En esa época, Stalin era el mejor aliado de Hitler: sin el aceite y los cereales rusos, Hitler no hubiera sobrevivido el primer año de la guerra.

En los países ocupados, la Gestapo nazi y la NKVD soviética trabajaron mano a mano. La policía secreta de Alemania asesinó a gente en su zona de ocupación según criterios raciales. En su zona, la policía secreta soviética asesinó según criterios sociales o políticos. Solamente cuando los dos líderes totalitarios no se pusieron de acuerdo en cómo dividirse el mundo, empezó la guerra entre ellos. Hitler invadió la Unión Soviética en junio de 1941 y la coalición antinazi ayudó a que el oeste de Europa terminara la guerra y se salvara del totalitarismo. Pero para la otra mitad de Europa bajo control comunista, la guerra acabó en 1991 con el colapso del imperio soviético. Se estima que las víctimas de los crímenes de Hitler y Stalin superan los 50 millones de personas de los que 27 millones se produjeron en territorio soviético.

Los crímenes de la Alemania nazi fueron condenados por el Tribunal de Núremberg. ¿Por qué los crímenes de la Rusia de Stalin han quedado impunes? Como ha dicho Mart Laar, fundador de la Fundación para la Investigación de los Crímenes Comunistas, si dos asesinos se pelean entre ellos y uno mata al otro, eso no significa que el primer pistolero sea menos criminal. El terror comunista estaba en la misma liga de infamia que los crímenes del Tercer Reich. De hecho, duró más tiempo y mató a mucha más gente que la que mataron los nazis, aunque esto tampoco hace a los nazis mejores que los comunistas.

Por cierto, dentro de 72 horas entregarán el Premio Nobel por la Paz mundial (como también desean las ganadoras de los concursos de Miss Mundo) a un presidente de gobierno que está al frente de tres guerras de las que no conocemos bien sus causas. Buen día y hasta luego.