La lucha de Aminatu Haidar no es sólo por el reconocimiento del Sahara Occidental como un Estado independiente, no es una escena más de las repetidas muestras de resistencia saharaui al desacato del Reino Alauita de las resoluciones de las Naciones Unidas, es la defensa de los Derechos Humanos en un territorio en conflicto.

Tras la sistemática violación de los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental, Aminatu se ha convertido en un referente internacional de la defensa y protección de los derechos y libertades de los pueblos del mundo. Su lucha es además un pulso de fuerzas a una estructura cultural cimentada en la relación de poder del hombre musulmán sobre la mujer. Aquí el conflicto real que subyace en una respuesta desproporcionada por parte de Marruecos, al mostrar un trato desigual, clemente e indulgente, en relación a los hechos acontecidos en el pasado.

¿Qué se esconde detrás de la clemencia cuando otros (hombres) están siendo procesados por la justicia marroquí por "traición a la patria"? ¿Acaso una mujer "traidora" es menos "traidora" por ser mujer? He de considerar que Mohamed VI al impedir la entrada de Aminetu al Aaiún, no supo valorar la trascendencia política y social que tendría la respuesta de Haidar en España, digo más, considero que aún hoy, tras treinta y dos días en huelga de hambre, el Rey de Marruecos no le atribuye la importancia que para el resto de la comunidad internacional tiene esta activista.

No se la atribuye porque considera que una simple mujer no supone una amenaza al considerar que no es capaz de reunir las fuerzas suficientes para ponerlo entre las cuerdas de la comunidad internacional. A los hombres los enjuicia pero a las mujeres las doblega. A Brahim Daham lo encarcela, pero a Aminetu Haidir le exige penitencia, arrepentimiento, disculpa, en definitiva, que abandone su lucha y se humille ante él, ante la comunidad internacional y ante los hombres musulmanes.

La fotografía de este conflicto, que más que un conflicto es un desacato a los derechos humanos, que supone un desafuero del que España está siendo cómplice, ha estado centrada en el marco de la defensa del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, pero además es una representación sin igual del plano de igualdad que la mujer musulmana merece ante su cultura.

Es una lucha que debe generar expectativas a todas las mujeres del mundo, que no han encontrado la fuerza y el poder fáctico para desarrollar un discurso y una actitud feminista desde la práctica, más que desde la mera declaración de intenciones. Aminetu no ha hecho carrera de su feminismo, pero está luchando como pocas han tenido oportunidad de hacer, por colocar a las mujeres musulmanas en un plano de igualdad.

Es posible que perdamos a la mejor de las referentes de la defensa de la legalidad social, pero ella y todos, debemos ser conscientes de que su lucha no puede acabar aquí.

(*) Ex consejera del Cabildo de Gran Canaria.