Amigo Lucas, antes que nada te deseo un feliz año nuevo lleno de paz. De verdad que con un nuevo año siempre me gusta soñar por todo lo alto y te confieso que siempre que abro la biblia me encuentro a toda una lista de profetas soñando con un mundo diferente, en especial a Jesús. Es que los que saben ver y pensar en los demás son los que saben soñar buscando comida para los indigentes, salud para los enfermos, libertad para los pueblos...

Confieso que en estos días de principio de año sueño más que nunca en jóvenes libres y críticos, en familias con estilos nuevos y como Dios manda, en políticos trasparentes, en una iglesia que se ajuste más a las bienaventuranzas y que poco a poco se vaya despojando de muchas ataduras y de leyes… hasta sueño con un ministerio sacerdotal de gente casada y soltera… y con una presencia de la mujer más fuerte en la misma iglesia, en el Vaticano, en las curias…

De verdad que mi Iglesia tiene muchas cosas buenas y que va abriendo camino, pero sigo soñando en que sus medios de comunicación sean más cercanos y atractivos, que puedan sobresalir entre tanta televisión basura donde no existe un código de conducta y que va envenenando a diario los valores del pudor y de las costumbres adquiridas durante siglos…

Te confieso que sueño con mi iglesia para que tenga revistas que se esperen con hambre todos los meses y que empujen para hoy y no para el pasado… que la revista Iglesia al día esté formada por todo un equipo que sea abierto y bien crítico a lo que va ocurriendo en nuestro entorno, que provoque hambre de lectura en nuestro pueblo.

De verdad que sueño en mi iglesia con pastores que nos enseñen a ser libres y a no ser leguleyos, a buscar a Dios en la teología de los pobres. Razón tiene Juan María Uriarte cuando afirma que los pobres te ayudan a ver el lado interior del evangelio. Yo se que entre un pobre y un biblista yo me quedo con el pobre porque me enseña a leer la biblia de manera distinta a aquel que se sienta en una biblioteca y no se moja en la vida de cada día.

Menuda lección me dio hace años aquel marginado pobre que me dijo en Cáritas que si yo no era capaz de ver a Dios en su persona que no lo buscara ni en los libros ni en las iglesias. Comprendo que toda esta teología a mí me desmantela y noto que muchas veces yo me quedo muy sentado en la reli- gión de la comodidad, instalado mu- chas veces en la liturgia de las horas, en los rezos prefabricados, en las novenas etéreas.

Por mi parte espero estar este año 2010 más cerca de Carlos de Fucauld, de Teresa de Calcuta, de Padre Damián, de Pedro Casaldaliga y de esos pobres como Carmen, aquella mujer de Lanzarote que se ponía en la iglesia de S. Ginés, atrás en una esquina mirando para la fila de la comunión y gritándole a un profesional: "Oiga, Ud. no puede recibir a Dios porque roba".

Ante aquel gesto mi amigo Pepe Alemán me dijo que le dijese a Carmen que estuviese callada en la iglesia y yo, con una sonrisa, le dije: Pepillo, déjala que hable ya que nosotros no sabemos hacerlo en profecía actual como ella lo hace.

Amigo Lucas, un fuerte adiós y a ti y a los lectores un feliz año nuevo 2010.