Desde mi niñez, siempre he vivido convencido de que Canarias era parte de Europa, por muy lejos que estuviéramos del continente europeo. En mi juventud idealizaba París, no porque estuviese influenciado por aquello de que todos los niños que nacían en España venían de aquella ciudad (los niños de hoy ya saben que vienen de EstarDos Unidos), sino porque me fascinaba todo lo relacionado con la vida y obras de Julio Verne, con el que compartía fecha de cumpleaños. París fue la primera ciudad europea a la que viajé, mucho antes de que España ingresara en la Unión Europea. Ese sentimiento de pertenencia a Europa contrastaba con el sentir de algunos compañeros de la escuela, de bachiller y de la Universidad, que por razones que sigo sin entender se veían como ciudadanos de un país africano imaginario. ¡Lo paradójico es que con la llegada de la democracia a España, algunos de ellos llegaron a ser políticos regionales, nacionales y hasta europeos!

Las Palmas de Gran Canaria ha presentado su candidatura para ser una de las dos capitales europeas de la cultura en 2016. Capital Europea de la Cultura es un título conferido por la Comisión y el Parlamento Europeo a una o dos ciudades europeas, que durante un año tienen la posibilidad de mostrar su desarrollo y vida culturales. El proyecto de Ciudad Europea de la Cultura fue lanzado en 1985 y rebautizado en 1999 como Capital Europea de la Cultura. Hasta 2004, los estados miembros seleccionaban por unanimidad las ciudades más aptas para hospedar el evento y la Comisión Europea garantizaba un subsidio para la ciudad escogida. Debido a la feroz competencia de los países, las instituciones europeas decidieron tomar parte en el procedimiento de selección de la ciudad que hospedará el evento para el periodo de 2005-2019, asegurando que cada país tuviera la oportunidad de albergar la capital europea de la cultura por lo menos una vez.

Algunas ciudades europeas han aprovechado esta designación para transformar sus estructuras culturales y ser reconocidas internacionalmente. Cuando una ciudad es nombrada Capital Europea de la Cultura, en ella se desarrollan todo tipo de manifestaciones artísticas. Madrid en 1992, Santiago de Compostela en 2000 y Salamanca en 2002 fueron capitales europeas de la cultura. Polonia ha presentado cuatro ciudades candidatas para compartir con España la capitalidad europea de la cultura en 2016. Lo de España es una coña; además de Las Palmas de Gran Canaria se han presentado otras 15 candidaturas: Alcalá de Henares, Burgos, Cáceres, Córdoba, Cuenca, Málaga, Murcia, Oviedo, Palma de Mallorca, Pamplona, San Sebastián, Santander, Segovia, Tarragona y Zaragoza. No hay que ser muy espabilado para ver la enorme ventaja que nos llevan muchas de las ciudades españolas candidatas.

El problema es que para la selección de capital europea de la cultura no se juzgará lo que las ciudades fueron ayer o pueden ser en 2016, sino lo que son ahora mismo. Y ahora mismo, como ha señalado una reciente editorial en este mismo periódico, nuestra ciudad acumula signos de una decadencia cultural que parece imparable y de la que son culpables no sólo las instituciones públicas, sino la iniciativa privada y la ciudadanía. En los últimos veinte años, raro es el proyecto para la ciudad que se realiza completamente. Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad inacabada. Cada cuatro años, los caminos contradictorios de los gobiernos municipales, insulares y autonómicos han provocado la interrupción o la cancelación de grandes y pequeñas obras culturales, arquitectónicas, tecnológicas y científicas que han arrastrado a la que una vez fue una gran capital al vagón de cola de las ciudades españolas.

Es un misterio que una ciudad que aspira a ser capital europea de la cultura haya clausurado los servicios más solicitados del Museo Canario, el mejor museo que tiene Canarias y que debería ser patrimonio de la Unión Europea y de la Unesco. Este cataclismo inconcebible en cualquier país avanzado se ha acompañado de asfixiantes recortes presupuestarios en numerosas proyectos y organizaciones culturales, artísticas y científicas que definen una ciudad moderna. En el siglo V antes de Cristo, el rey Leónidas de Esparta y 300 de sus mejores ciudadanos-soldados bloquearon el avance del ejército persa en la batalla de las Termópilas. ¿Dónde están los 300 ciudadanos que puedan parar el declive econó-mico y cultural de Las Pal-mas de Gran Canaria? Vamos proa al marisco. Buen día y hasta luego.