Uno de los dulces más típicos de las Islas, al menos en la de Gran Canaria, es el turrón que nada tiene que ver con el que con el mismo nombre se fabrica en la localidad alicantina de Jijona, que al parecer tiene procedencia árabe, famoso en el mundo entero y que hasta hace bien poco sólo se consumía y en abundancia en las fiestas navideñas aunque en la actualidad es fácil encontrarlo en las estanterías de los supermercados en cualquier época del año. El turrón canario tiene sus particulares características que hace algunos años fueron recogidas primorosamente en un libro por el aruquense Eduardo Navarro García, profesor de Farmacología del que hemos aprovechado su valiosa información, porque realizó un sugestivo trabajo en el que se introduce en la historia del nacimiento de la industria de este alimento y postre artesanal canario. El libro hace un recorrido desde que a mediados del siglo XIX se inicia la fabricación de lo que en aquellos tiempos se llamó "turrón del país" con pequeños talleres en los barrios de San Nicolás y San José de nuestra ciudad y que con el paso del tiempo el producto se fue popularizando y ya en los inicios del XX se conocen pequeño obradores, uno de los principales es el que el profesor Navarro sitúa en el matrimonio entre Ezequiel Yanes y Juana Rodríguez, nacida ésta en Moya razón por la que cuando empezó a popularizarse la fabricación y venta de este dulce sobre todo en las fiestas de pueblos y barrios la llamaron la Moyera, marca que todavía hoy aparece en las populares cajas donde los vendedores ofrecen su mercancía. De este matrimonio nacieron tres hijas, alguna de las cuales, o sus descendientes, siguió fabricando.

Cierto que a partir de esta familia aparecen otras que emulan la fabricación de dicho dulce y que el profesor Navarro García enumera en su libro, destacando las de Peralta (en el barrio de San Nicolás), Ramírez (en Teror), Mederos, Trujillo y Rodríguez, entre otras, todas ellas radicadas en Gran Canaria, aunque otras lo elaboraron, o elaboran, en Tenerife, cuya principal industria parece que se sitúa en la localidad de Tacoronte y que según la tradición el principal o más antiguo artesano se localiza en Emilio Rosa, que con una hermana aparece registrando su marca a mediados de 1900.

La fabricación de nuestro turrón, al menos en lo que a Gran Canaria se refiere, lleva los más variados ingredientes que van desde el agua, almendras, azúcar, canela, cremor, huevos, limón, matalahúva, miel de abeja y pan rallado. Una vez conseguida la masa se corta en rodajas o tabletas redondas de unos cinco o seis centímetros de diámetro por poco más de uno de grosor rodeadas de tiras de cartón con diversos colores, y se cubre por ambos lados con la oblea o lo que popularmente llamamos la galleta. Su venta, es fácil advertirla en cuantas fiestas populares se celebran en la isla, se produce en las conocidas cajas casi todas de color azulado, la mayoría de cuyos puestos se protegen del sol, o de la lluvia a veces, con las sombrillas características.

Pero de todas las especialidades del turrón canario hemos de destacar el llamado de gofio que sólo se fabrica en Gran Canaria a base de azúcar, agua, gofio, almendras, miel de caña, matalahúva y limón y que según el profesor Navarro "lo más importante para la consecución de este típico y modesto postre es lograr el llamado punto adecuado que debe ser adquirido al tacto y de cuya especialidad tienen mucha fama los fabricados por Isidro Sánchez, a quien la voz popular lo bautizó como el Moyero", de lo que se deduce que es natural de aquella localidad.

Y a propósito del turrón de gofio nos viene a la memoria un cuarteto oído hace mucho tiempo donde el poeta ironiza jocosamente:

Con la mujer y el turrón,

me ocurre lo mismo siempre;

me dicen que tienen miel.

y son de gofio solamente.