Me ponen delante un escrito contra los toros y declino firmarlo. No voy a los toros, me horroriza el sufrimiento de los animales y deploro el casticismo que rodea la Fiesta, pero aún queda en ella un rastro demasiado poderoso de verdad como para jubilarla.

Veo la foto de un toro intentando saltar la barrera, y el comentario del crítico, que reprocha al animal que busque a todo trance la puerta de salida.

Es la apoteosis moral del mito del redondel -una metáfora del ruedo de la vida- y de la supuesta integridad del que se entrega a la liza: de aquel que, en lugar de huir, batalla.

Pero por alguna razón me conmueve más la imagen del toro que trata de escapar que la del toro boqueante, con la lengua fuera. Busco el nombre del toro en la crónica, pero no lo encuentro (ni eso le reconocen).

La Fiesta: una alegoría demasiado fiel de nuestra condición humana como para prescindir de ella.

Israel no rectifica nunca: sus leyes de hierro que incumplen los más elementales derechos humanos y la legislación internacional les permiten perseverar en la arbitrariedad y la barbarie. No contentos con el acto de piratería y asesinato perpetrado en aguas internacionales, ha conducido a los barcos de la flotilla humanitaria a puertos israelíes y ha detenido a todos los pacifistas. Unos serán voluntariamente deportados y otros, los que se han negado a esa eventualidad, serán procesados. Además de los nueve fallecidos hay media docena que están graves y medio centenar con heridas de diversa consideración.

El cinismo del embajador de Israel en España puede definirse con sus manifestaciones sobre la proporcionalidad de la fuerza empleada: si había seiscientas personas en las embarcaciones y "sólo" ha habido nueve muertos, para Raphael Schutz, la acción del ejército de Israel fue proporcionada.

El desparpajo y la decisión de no asumir nunca ninguna responsabilidad y, en consecuencia, no corregir sus conductas es una constante en la praxis de Israel. No tienen un sentido estratégico de sus decisiones porque responden casi a un juramento patrio: no establecer ningún límite en las posiciones de lo que ellos consideran su seguridad.

De esa manera, civiles desarmados pueden ser asesinados en aguas internacionales y los supervivientes procesados. La maquinaria de propaganda hace el resto: vídeos, seguramente manipulados, y la colaboración de intelectuales, periodistas y medios de comunicación manejados por los poderosos lobbys de influencia judíos hacen el resto: prácticas sobre la condición de Israel rodeado por países autoritarios y teocráticos; su supuesto sistema democrático formal, como avanzadilla de la civilización occidental en Oriente Medio, les permite utilizar el crimen como arma política.

Una vez más el Consejo de Seguridad ha condenado lo que consideran un incidente sin siquiera citar al Estado de Israel. Barack Obama, preso de los lobbys judíos norteamericanos terminará mirando para otro lado y la Unión Europea, con Alemania y el Reino Unido presos de la memoria histórica y de la dependencia norteamericana, impedirán cualquier respuesta.

El asunto sólo se resolverá por la presión demográfica: nacen muchos más niños árabes que judíos, Habrá que confiar la solución al paso del tiempo mientras el odio hacia Israel crece por las decisiones de sus dirigentes.