Era todo corazón y energía. Era de los que creía que era mejor quemarse que apagarse. Así vivió y así murió estas páginas han levantado acta. Acaba de morir, de repente, uno de mis hermanos en el periodismo. Un amigo que es una de las más grandes pérdidas de la vida. Jesús Farpón ya forma parte de la historia de la prensa asturiana, de una de las más memorables épocas de LA NUEVA ESPAÑA. Nos conocimos en la redacción hace unos treinta años. Estaba apasionadamente enamorado de su profesión de periodista gráfico, de su familia y de Veguín y su Oviedo natal, de Lastres y de Ribadesella.

Con él hice miles de kilómetros por Asturias y por el mundo. Yo era un principiante y el me condujo a la mayoría de edad periodística. Ahora que escribo estas líneas apenas puedo seleccionar alguna de las peripecias profesionales y personales. Me viene a la mente un memorable viaje tras el féretro de Severo Ochoa de la Fundación Jiménez Díaz hasta Luarca, mano a mano, persiguiendo a un coche fúnebre que se nos había escapado a la salida de Madrid. Que bronca, cuando se acaba la música del cassete. O la salida urgente de Oviedo, con lo puesto, a buscar a Maurice Lauze, el gancho del petromocho, y quedar sin gasolina a la altura de Medina del Campo. Vaya juramentos. Jesús era apasionado para todo, bronco, brusco, guerrero pero un niño de corazón grande, tierno, emotivo y grandullón. Hombre crítico, la polémica y la discusión a muerte formaban parte de su genética. Hemos hablado mucho en viajes interminables, conversaciones eternas aún sin terminar. Hemos discutido tanto o más que conversado. Madrugador, noctámbulo, amante de la buena mesa. Muchas veces no sé si sabía lo que quería, pero quería lo que hacía y se empleaba a fondo. Jorge Jardón es testigo de un regreso a Asturias desde Salamanca, superando todos los límites de velocidad, para no llegar tarde a una cita con Luisa, su novia de entonces y hoy madre de sus hijos. Así era. No engañaba, era transparente.

El último día que conversamos al teléfono fue después del partido de la UD Las Palmas contra el Sporting. Quien se lo iba a decir a un ovetense de toda la vida, ahora su pasión se volcaba en el Sporting del internacional Jorge Meré, novio de su hija Marta. Nos íbamos a ver en navidades, a brindar por el año nuevo. Era difícil pero gratificante ser amigo suyo. Tuvimos mucho en común. Jesús Braulio Farpón Alonso. Braulio, como le llamaba en los últimos años distantes. La amistad es afinidad y confidencia, y en su caso había que unir la intensidad. Ser feliz es poseer lo que se desea y él consiguió lo que pretendía. Solo bajar kilos se le resistía. Le recordaré con afecto.