Como siempre que me meto en política –a escribir, digo- lo hago como quien tiene la necesidad de vomitar. Arcadas.

Mira que es difícil desanimar a los españoles después de vivir lo que hemos vivido, con un pérdida de derechos sociales, laborales, educacionales, de vida, con unos políticos que mienten, engañan y roban y después de certifican que para ellos lo que ayer era negro hoy en blanco y no se les mueve un pelo. Como siempre que me meto en política -a escribir, claro- lo hago como quien tiene la necesidad de vomitar. Arcadas. El espectáculo al que estamos asistiendo desde hace demasiado tiempo produce desajustes físicos y psíquicos. Y sonrojo. Mucho sonrojo. Con un partido en socialista en estado de descomposición, con unos jarrones chinos que debía estar camino de una residencia y que sin embargo manejan, manipulan, presionan y se venden. Hablo de Felipe González, la mano que mece la cuna. La otra ha sido Juan Luis Cebrián, el inventor de las libertades, el que fuera brillante periodista y que ha derivado en capo de la pluma.

Como muchos sabemos del PP lo espero -esperamos todo- incluido su insultante amparo a los golfos que caminan en nuestras vidas. Es verdad que tenemos la necesidad de agarrarnos a un clavo ardiendo y de ese clavo estábamos agarrados los que pensamos de otra manera, esos locos que miramos la vida con más justicia, y hasta eso, el clavo, nos quemó. Sigo hablando del PSOE, con la flamenca Susana dirigiendo entre tres gambas, finitos y coquinas los andares de un partido que huele a descomposición. No se salva ni Dios. Y menos que nadie los ideólogos de la nada, esos que, caso de Antonio Hernando, que diez días se partía la boca por Pedro Sánchez, al que hay que reprocharle mil cosas, sin duda, y que de pronto, ya lo vieron ayer, se ha dado la vuelta como un calcetín. Traidor. Una traición que no se hubiera ejecutado de haber tenido detrás a unos francotiradores que ordenen “disparen, ar”.

En el tsunami de políticos de los últimos días me he quedado con las declaraciones del histórico ex ministro Borrell cuando hace unos días dijo con la máxima seriedad que la clave del último comité socialista donde asaron a Sánchez a fuego lento que, señaló, “habría que saber quiénes han estado detrás del estropicio de Pedro”. No dio nombres pero ya puestos todos tenemos unos cuantos señoritos dignos de ser señalados como los autores de prenderle el fuego. Cuatro fuegos, que arda bien. “¿Cree alguien que de pronto una mañana se levantan nueve personas a la vez y deciden dinamitar a nuestro candidato?”, concluyó Borrell. Es todo tan asqueroso, tan decepcionante que sería interesante que Borrell se presentara a las primarias y contara con el apoyo de los desencantados que son muchos. Tiene además Borrel un recorrido que no debemos olvidar; recuerden que cuando fue elegido por el PSOE candidato a las elecciones “a González no le gustó y se lo cargó”. Ojo, ojo, que por ahí hay una fuga de agua/venganza que puede pasarle factura a los barones que han secuestrado al PSOE con la excusa de “estabilizar el gobierno”. No se dejen engañar, no. Lo que pretenden los viejos socialistas que viven de recuerdos es seguir mandando, cerrar la vía de savia nueva y continuar en el machito. Su cartera llena y el protagonismo político; que ese protagonista sea la muestra diaria de un desprecio a la ciudadanos o afiliados. Lo de ayer, es decir, la escena de un partido entregando el gobierno al PP en lugar de aceptar que son unos mantas y que había que someterse a unas elecciones y afrontar con hombría los resultados. Muchos riesgos porque el fracaso anunciado les apartaría, lo saben, de la primera línea política. Pobre partido socialista.

Y Pablo. Lástima que Iglesias siga pensando que está en una asamblea estudiantil. Trasnochado para ser tan joven. Él solito, sin ayuda de nadie o al menos sin mucha ayuda, se ha ahogado en la marea de Podemos, No Podemos a Lo mejor, Sabe Dios si Podemos. Curioso lo de Pablo por el que en sus inicios sentí la curiosidad de tantos otros porque llegaba aire nuevo y que se haya convertido en un hombre crispado, amenazante, matón, disfrazado de líder de barrio que piensa en corto. E insisto, me produce lástima. Ha perdido, no nos engañemos, la grandiosa posibilidad de pillar cacho pero cuando se lleva la crispación en la cara es que esa crispación está incrustada en su pensamiento. Un poco patético me resulta su pelea con el mundo. Cae fácil en la provocación. Mal asunto. Incluso los que han apoyado como nadie, La Sexta, se han ido despegando de un líder que pudo ser en la política española más de lo que hará ahora, que algo hará, pero creo que ya poca cosa.

Sales a la calle, pones la radio, ves la tv, te encuentres con amigos, lees la prensa, acudes a un restaurante, vas a una emisora, ves a tu vecina, hablas con tus hijos y la crispación y el desconcierto. Creo que la imagen cercana en el tiempo del multitudinario juicio de la Gurtel, la Barberá y sus visillos, el Matas el Bárcenas el Rato y tantos otros con cuyos farfullos hemos vivido año tras año ha podido con nosotros.

Nos han aplastado pero ya ven, ahí siguen, tocando en la Moncloa gracias a unos partidos, PSOE y Podemos que por guerras internas le han puesto alfombra roja. Habrán visto que a Ciudadanos ni lo menciono. Me interesa cero.

Querida España esos tipos se han tragado a un país entero. Y sin mucho esfuerzo.

@marisol_Ayala