La investigación trata de conocer si en el asesinato hubo ensañamiento del asesino confeso

La chica le dijo el jueves que no quería seguir la relación y que había sacado el carnet de conducir. El viernes la mató.

Yurena López

Yurena López, última víctima de terrorismo doméstico de España –23 en lo que va de año- le dijo hace unos días a su madre que Ayoze Gil, su asesino confeso, no la trataba bien y que quería dejar la relación. Ya había decidido romper y entregarse a su trabajo, de hecho había sido contratada como camarera de piso en el Grupo Anfi del Mar y se había sacado el carnet de conducir. Ella quería volar y eso a los maltratadores les enciende todas las alarmas y paralelamente toda su ira. Ese fue el germen de la ejecución que perpetró Ayoze a las 16.30 del viernes estrangulándola. Es decir, lo de siempre; o mía o de nadie. Yurena 23 años, Ayose 34. Tres años de convivencia y los últimos dos compartiendo vida con la familia de ella, con la madre y la hermana de la víctima. Una familia en la que, por cierto, planea la sombra del maltrato, lacra social a la que no es ajena.

Ayoze estranguló a su amada en la finca en la que cuidaban de sus perros, luego la embaló en bolsas de basura e introdujo el cuerpo en el maletero de su coche, un Seat Ibiza. Como ya saben todo ocurrió en la localidad teldense de Lomo La Plana, en Gran Canaria, donde el cadáver fue descubierto por la Policía Nacional después de que Gil confesara ser el autor del homicidio.

El machote una vez dejó el cuerpo sin vida de su novia en el maletero del vehículo llamó a la hermana de la chica y le dijo que había tenido una discusión con Yurena, que le había dado un golpe “pero no sé si es grave…”. Una vez conocido ese dato los familiares corrieron hacia el vehículo del asesino confeso tratando de abrir el portabultos para liberar a la chica al tiempo que llamaban a los Servicios Médicos de Urgencias y de ayuda a la mujer maltratada que según diversas fuentes cercanas a la familia de la víctima no atendieron la llamada con la premura que el caso requería. Sin embargo lo que no dijo el asesino es que hacia al menos dos horas que Yurena ya estaba muerta y por tanto las posibilidades de reanimarla eran nulas.

Según La Opinión de Tenerife, en una información de Alberto Castellano, la investigación trata ahora de determinar el grado de ensañamiento del supuesto homicida para esclarecer si intentó deshacerse del cadáver tras el crimen. Ambos permanecían mucho tiempo en la plaza de Lomo Magullo, de donde era vecino el homicida, y en la finca que la familia de Gil tenía en Lomo la Plana, a la que acudían para cuidar los perros. Ese fue el escenario del crimen. Los residentes en la zona aseguran que en las últimas semanas la pareja había mantenido desencuentros hasta que ella le comunicó el jueves por la tarde que quería poner fin a la relación. Pero, hasta ahí podíamos llegar, pensaría el tipo.

La hipótesis con la que trabajan los investigadores es que Ayoze Gil estudió esconder el cuerpo, aunque finalmente desistió y contó lo ocurrido. El agresor, que permanece detenido en la Comisaría de la Policía Nacional de la ciudad, se enfrenta a un delito de homicidio con penas de prisión de entre 10 y 15 años.

La vida no vale nada y la de una mujer, menos.