Los protagonistas de esta historia de cuento son muy reales y nos muestran, una vez más, la nobleza y la pasta de la que están hechos estos animales. Ellos son dos perros a los que posteriormente pusieron de nombre Lucy y Panda.

La historia comienza días antes de la víspera de Navidad, en las vías nevadas de un tren en Ucrania. Allí mismo, en mitad de las vías, yace Lucy, malherida e incapacitada para moverse por sus propios medios. Pero no está sola, a la perra le acompaña otro perro, su fiel compañero Panda, que no se separa de ella ni un segundo.

Ni un segundo, ni una milésima de centímetro se separa de Lucy este valiente can que sabe que debe permanecer a su lado para mantenerla caliente y protegida de cualquier atacante y de los trenes.

En estas circunstancias permanecen dos días enteros hasta que el día de Navidad Denis Malafeyev recibe una llamada telefónica alertando de la situación peligrosa de dos perros desafiando a la muerte en las vías del tren cercana a la localidad de Tseglovka.

Malafeyev, que acostumbra a rescatar animales, no se lo pensó dos veces y hasta allí partió para encontrarse con una situación complicada: Panda no sólo trataba de proteger a su compañera herida de los trenes, sino de cualquier persona que se acercase demasiado.

Impotente por no poder acercarse a ellos, Malafeyev se vio obligado a ver la misma escena una y otra vez: un tren se acerca a toda velocidad a los animales, Panda se posiciona al lado de Lucy y empuja su cabeza hacia abajo, lo suficiente como para evitar el golpe.

Tras muchos intentos fallidos, Malafeyev se hace con la confianza de Panda y puede acercarse lo suficiente para coger a Lucy, sacarla de las vías y meterla en el maletero de su coche rumbo a un veterinario. Y Panda con ellos.

Así fue como un completo desconocido rescato la vida de dos animales en peligro y los puso a salvo. La aventura de Lucy y Panda termina aquí y lo hace como solo un final de cuento puede tener. Los perros fueron devueltos a sus dueños, donde permanecen sanos y salvos.