Detrás de las donaciones de sangre casi siempre hay historias humanas. Pero no siempre se conocen. En esta ocasión una mujer que se salvó gracias a una de esas donaciones quiso hacer pública hoy (a través de la Hermandad de Donantes de Sangre) una emotiva carta de agradecimiento que reproducimos a continuación:

Buenos días. Hace unos días me han tenido que intervenir quirúrgicamente y como consecuencia de alguna complicación posterior he necesitado una transfusión. Me gusta escribir y pasados los días he compuesto el siguiente texto, que comparto por si les hace ilusión y les gusta. No sé cómo agradecer de otro modo una ayuda como la que me han dado. Un abrazo muy gordo.

A+

Está ahí arriba, roja a rabiar, ondeando en lo más alto del mástil la única bandera de mi patria. Alguien regaló media hora de su vida y una parte de su sangre para que otra persona desconocida, hoy soy yo, saliera adelante. Cuelga de ella un hilo brillante que se mueve y me acaricia la cara de cuando en cuando mientras me da la vida.

Cierro los ojos. Inspiro despacio. Doy Gracias, mil veces Gracias, por los míos y por mí. Es extraño, hasta ahora siempre había puesto cara, nombre y apellidos a quienes amo y admiro. Este es un cariño nuevo que me encanta vivir. Somos ríos hermanados que se abrazarán algún día en el mismo mar.

(Elvira Laruelo)

A+

Ta ehí enriba, colorada a rabiar, ondeando no más alto del mástil la única bandera de la mio patria. Daquién regaló media hora de la so vida y una parte del so sangre pa que otra persona desconocía, güei soi yo, saliera alante. Cuelga d´ella un filu brillante que se mueve y me caricia la cara a cada poco mientres me da la vida.

Zarro los güeyos. Inspiro seliquino. Doi Gracies, milenta veces Gracies, polos míos y por mi.

Ye raro, hasta agora siempre pusi cara, nome y apellíos a los que quiero y almiro. Esti ye un cariñu nuevu que m´encanta vivir. Somos ríos hermanaos que s´abrazarán dalgún día nel mesmu mar.