Apenas entrar en el salón de plenos de Teobaldo Power, el actual portavoz de CC en el Parlamento de Canarias, José Miguel Barragán, se topó este miércoles con una periodista de LA PROVINCIA/DLP y le espetó, sin que nadie le preguntara, que CC sí tiene una posición de partido sobre el falso debate soberanista, y que esta se sustancia en la negación del independentismo como opción y en la reafirmación del marco constitucional español como único escenario para elevar las cotas de autogobierno de Canarias.

A su lado, asentía con su genuina frialdad británica el consejero de Presidencia y Justicia, José Miguel Ruano.

Sin embargo, otras fuentes políticas dignas de todo crédito sostienen que CC no es ajena a la instigación de ese falso debate filosoberanista e incluso la acusan de trasladar esa idea a las más altas instancias del Estado para elevar en Madrid su cotización como único interlocutor del nacionalismo canario moderado. Estas fuentes sostienen que la existencia de ese supuesto rebrote independentista fue uno de los asuntos objeto de comentario durante el encuentro que el Rey Juan Carlos mantuvo en La Zarzuela con el presidente canario, Paulino Rivero. Los socialistas ven en ese gesto del presidente una confirmación de que CC intenta afianzar su renta de situación en Madrid, y en Canarias, alertando de un peligro que no existe y que no es ajeno a los círculos de influencia empresariales y mediáticos de ATI-CC en Tenerife.

LA AUSENCIA. Paulino Rivero no acudió este miércoles al primer pleno del Parlamento de Canarias en el nuevo periodo de sesiones. El jefe del Ejecutivo estaba en Bruselas, donde anoche asistía a una cena del presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, con el comité de regiones de la UE. La ausencia de Rivero hizo imposible formular al presidente canario la pregunta de si, en efecto, el supuesto rebrote independentista fue abordado durante su conversación con el Rey, algo que sí se da por hecho en los círculos del poder socialista en Madrid. Entre tanto, sus hombres de confianza en Canarias se limitaban este miércoles a poner cara de póker y esquivar cualquier comentario sobre el particular.

En cambio, el presidente en funciones del Gobierno, José Manuel Soria, al que los socialistas acusan de escurrir el bulto ante la aparente pretensión de su socio de fabricar un problema de Estado donde no existe, sí que fue terminante. Soria no sólo tacha de absoluto disparate el aliento mediático en un periódico tinerfeño a un proceso de descolonización de Canarias, sino que expresa su convencimiento personal de que nadie de CC, y menos aún del Gobierno, está en la trastienda de esa operación.

En los pasillos del Parlamento, el diputado y alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo, también rechazaba tajantemente estar detrás de ninguna operación de esta naturaleza, e incluso ironizó sobre la publicación en un periódico tinerfeño de la constitución de una república canaria defendida por Cubillo. A su juicio, ese mero detalle habla con elocuencia de hasta qué punto se trata de una formulación chusca.

En las antípodas, tanto en medios socialistas como de Nueva Canarias no sólo se da por hecha esa relación, sino que se acusa a determinados miembros de CC de incurrir en "una insensatez canallesca" y al PP de escoger una posición de "cobardía", con tal de no comprometer la relación con su socio de gobierno. "Alentar ese falso debate es una insensatez, porque contribuye a crear tensión y angustia y compromete los intereses vertebrales de Canarias".

Más combativa aún se muestra Nueva Canarias, que, justamente por su conocimiento en el pasado de los círculos de un nacionalismo más radical que el que dio origen a CC, ve con inquietud la hipótesis de que el falso e interesado debate sobre el filosoberanismo pueda reforzar a grupúsculos independentistas residuales y generar riesgos innecesarios para la convivencia de los canarios.

Según la opinión compartida por ambos grupos, es una evidencia que en Canarias no existe ninguna pulsión independentista y ese mero dato desactiva por sí solo cualquier estrategia para alimentarla maniquea y artificiosamente. Pero consideran una irresponsabilidad política de calado que CC pueda flirtear en la trastienda con un filosoberanismo de laboratorio que, en algún momento, podría irse de las manos incluso a sus propios promotores.