El expediente de privatización de le Empresa Municipal de Aguas de Santa Cruz (Emmasa) esconde tras sus papeles una pregunta de difícil respuesta: ¿por qué el Ayuntamiento presidido por Miguel Zerolo se deshizo de una de las empresas públicas de mayor rentabilidad?

En el momento de su venta, en el año 2005, la empresa municipal Emmasa tenía un valor de cerca de 31 millones de euros entre su activo y su pasivo, y el beneficio obtenido en el último ejercicio que actuó como empresa municipal (año 2004) ascendió a 438.000 euros.

Con estas cifras económicas, la venta y, con ello su privatización, no era aparentemente lógica, aunque es tendencia general en los ayuntamientos el desprenderse de determinados servicios municipales en la creencia de que serán mejor gestionados por la iniciativa privada.

Emmasa se vendió en el citado año 2005 a Sacyr Vallehermoso por un importe que ronda los sesenta millones de euros (unos diez mil millones de pesetas). Se trata de la venta de una sociedad municipal rentable a una de las mayores empresas constructoras e inmobiliarias de ámbito nacional.

Antes de la venta, Emmasa contaba con un capital de 1.346.266 euros repartidos en un total de 224 acciones, lo que supone que el valor de cada acción asciende a 6.010 euros. El Ayuntamiento de era el único titular de la totalidad de las acciones.

La venta de Emmasa ha sido objeto de la presentación de un recurso contencioso que persigue la nulidad del acuerdo plenario que resuelve la modificación de la gestión de la empresa para que pase a manos privadas. El recurso está en fase de resolución por parte de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, con sede en Tenerife.