Avaricioso, cruel, sin escrúpulos". "El tipo de abogado frío, arisco y calculador que no cae bien a casi nadie".

"Manipulador, malhablado, opaco". Las referencias que dan algunos de los letrados más veteranos de Tenerife sobre su colega Mauricio Hayek, el último imputado en el caso Las Teresitas, no son precisamente buenas. De ahí que a ninguno de estos abogados, que prefirieron no dar su identidad, les extrañara la detención de este tinerfeño, nacido hace 74 años en La Orotava, y procedente de una familia de emigrantes libaneses. "Hace mucho que tengo claro que Mauricio es de los que sólo quieren enriquecerse lo antes posible, al precio que sea. Siempre pareció un hombre con una gran avaricia, calculador y déspota", señaló una de estas fuentes.

Licenciado en la Universidad de La Laguna, divorciado, casado en segundas nupcias con una mujer mucho más joven que él y, desde noviembre del año pasado, Medalla de Oro del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife por superar los 40 años de ejercicio, Mauricio Hayek Hayek ya estuvo involucrado en otros dos procesos judiciales sonados: defendió a los afectados por la quiebra de los prestamistas Alfonso Santaella Cayol y Quintín Melo Benítez.

Según dijo él mismo en una entrevista el año pasado, en el primero de los casos logró el pago del 75 por ciento de los entre 1.500 y 2.000 millones de pesetas que se adeudaban a unas nueve mil personas y, en el caso de Quintín Melo, dijo conseguir el abono del 77% de los 1.000 millones de pesetas pendientes a unos 3.000 impositores. Pero "no todo fue limpio". Por lo menos así lo han denunciado algunos de los afectados, como Juan Pérez Ayala, que ha llegado a quejarse incluso a través de artículos en prensa, como uno publicado en 1991, y titulado "Carta abierta a D. Mauricio Hayek y demás miembros del Comité de la Suspensión de Pagos de D. Alfonso Santaella". Las fuentes consultadas señalan como otro interés de Hayek en Las Teresitas una finca de más de 200.000 metros cuadrados que tenía precisamente Alfonso Santaella en esta zona del litoral santacrucero.

El caso Santaella fue muy sonado en su momento. Todo empezó en abril de 1976, cuando se conoció la desaparición de dos de los apoderados de la agencia de préstamos José Santaella Tuells, una de las cinco entidades de su género que operaban en Santa Cruz de Tenerife entonces, según publicó aquel año El País. El descubierto que dejaron tras de sí antes de marcharse de la Isla, presumiblemente con rumbo a Venecia, fue del orden de los 300 millones de pesetas. La propietaria de la agencia se vio obligada a declarar la quiebra en un desesperado intento de salvar el dinero de sus confiados impositores.

Al conocerse la noticia, pronto cundió el pánico entre los miles de grandes y pequeños ahorradores de las otras agencias, que comenzaron a presentarse en masa ante sus respectivas oficinas con el fin de llevarse cuanto antes su dinero. Las agencias Alfonso Santaella Cayol y Melo comenzaron a tambalearse. La falta de liquidez de la primera y la negativa de los bancos y cajas a concederles créditos las obligó a presentar suspensión de pagos en el juzgado.

Entonces apareció Mauricio Hayek para vender la salvación a los afectados, con parecidas promesas a las que recibirían años después los propietarios de Las Huertas, que hoy apuntan precisamente a él como el que los engañó.

Entre su dilatada trayectoria se encuentran varios servicios al Ayuntamiento santacrucero, como en el caso del litigio de la corporación contra la familia Ramos a consecuencia del desahucio de dos restaurantes ya desaparecidos de Las Teresitas, Pepe Ramos I y II.

"Mucha gente lo acusa de engañarle, tanto en el caso de las fincas de Las Huertas como en otros. Y no tenía ningún escrúpulo en hacerlo, como tampoco en defender a presuntos estafadores y estafados, siempre con el objetivo de conseguir grandes sumas de dinero", recordó uno de los letrados consultados por este diario, quien dijo que en una ocasión hubo incluso una petición para declararlo persona non grata en la capital tinerfeña. La idea no prosperó.