El pasado domingo falleció en Alemania a los 84 años Hans Matthöfer (Bochum, 1925), ministro en dos ocasiones con el canciller Helmut Schmidt, entre 1974 y 1982, y una bajo el mandato de Willy Brandt. Asiduo visitante de Gran Canaria durante muchos años, Matthöfer fue además una figura tutelar del socialismo español y muy especialmente del canario, al que aportó durante la etapa de la Transición la experiencia y la visión atesorada por la socialdemocracia alemana.

Su bungalow en la urbanización El Balcón de San Agustín se convirtió, desde 1975, en centro de reuniones con los dirigentes de un renovado socialismo canario que echaba de nuevo a andar bajo el manto de la renovación democrática. Entre quienes asistieron a aquellos cónclaves estaba el entonces juez de primera instancia de Telde Eligio Hernández, que conoció al alemán a través de Juan Rodríguez Doreste. "Era un enamorado de Canarias, pero era campechano, sencillo y entrañable. Matthöfer fue una palanca para el socialismo democrático español que nace del Congreso de Suresnes, y tiene a la socialdemocracia alemana, especialmente a Matthöfer y a Brandt, como gran apoyo", explica.

El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, lo conoció en la navidad de 1976, en el Gran Hotel de Arrecife, en una reunión a la que también asistió Felipe González, líder entonces de un PSOE aún clandestino. Lo recuerda como "alguien del ala izquierda de la socialdemocracia alemana, que ayudó especialmente a la UGT. Era un entusiasta de Canarias", dice Saavedra, que rememora el empeño del alemán por hacer de la tricontinentalidad algo más que un mero concepto. "Se ponía nervioso porque decía que Moncloa no se daba cuenta de la importancia de hacer de Gran Canaria el lugar de encuentro para mandatarios como los de hoy del G-8". Llegó a visitar a Felipe González para plantear el tema, pero finalmente no pudo hacer realidad su sueño.

Antonio Aguado, histórico del PSC y la UGT, recuerda que Matthöfer fue fundador de la agrupación socialista de San Bartolomé de Tirajana. "Como venía del mundo sindical, la sensibilidad era total y absoluta, porque entonces PSOE y UGT eran la misma familia", dice.