Nacido en Santa Cruz de Tenerife (1943), Adán Pablo Martín Menis estudió Ingeniería Industrial, pero entregó 30 años de su vida a la política desde que, en 1979, entró a formar parte, en representación de UCD, del grupo de gobierno del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Consejero de Obras Públicas de la Junta de Canarias, diputado nacional con CC (1993-1996), presidente del Cabildo de Tenerife (1987-1999) y vicepresidente del Gobierno canario y consejero de Economía (1999-2003), completó su rutilante carrera al acceder a la Presidencia en 2003 y permanecer hasta 2007. Tecnocrático y luchador, hoy libra una batalla desigual contra el cáncer mientras impulsa la Fundación Canaria Instituto Libertad y Democracia, con la que trabaja en un diagnóstico de la situación de África.

- El nacionalismo de CC ha sido siempre pro constitucionalista pero, al mismo tiempo, reivindicativo de las mayores cotas de autogobierno. ¿En qué cree que todavía Canarias puede avanzar en este aspecto?

- No hay ninguna contradicción entre respetar la Constitución y reivindicar autogobierno. Desde luego, a nadie se le oculta que Coalición Canaria ha sido y es la fuerza más reivindicativa de Canarias, gobierne quien gobierne en Madrid, y que lo ha hecho de forma razonable y práctica, poniendo siempre muy por delante los intereses generales de Canarias, incluso antes que los del partido. Las constituciones se cambian para adaptarlas al paso del tiempo. En el caso de la Constitución Española, habría cosas que cambiar de ámbito general y algunas que afectan directamente a las Islas, como es, entre otras, su condición ultraperiférica y archipielágica -con su mar incluido- o el blindaje del REF.

- ¿Qué opina de las reivindicaciones soberanistas, incluso en el seno de la propia CC?

- Los grandes partidos (y Coalición Canaria lo es) tienen tendencias internas. Los jóvenes siempre son más reivindicativos. Y la disparidad es inevitable si los partidos son democráticos y libres. Esas posiciones enriquecen el debate interno y permiten avanzar hacia mayores cotas de autogobierno.

- ¿Teme brotes sociales contra la Constitución o el Estatuto?

- Vivimos afortunadamente en una sociedad libre y democrática, y no es nada extraño que cíclicamente se reanude un debate de ese tipo. Hay que verlo con normalidad. De haber persistido en España una situación de falta de libertades y de democracia, es posible que hubiera tomado más fuerza el independentismo. Pero la Constitución, el Estatuto de Autonomía -sobre todo- y una vinculación a la Unión Europea como la que tenemos abortaron cualquier deslizamiento en ese sentido. La gran mayoría entiende que Canarias está bien donde está, aunque su marco haya que mejorarlo constantemente para adaptarlo a los cambios en el entorno. Es lo que ya dijimos en la época fuerte de llegada de inmigrantes en cayucos, cuando reclamábamos que había que modificar las leyes. Y eso acabó teniéndose en cuenta sólo cuando ha afectado a la Península y al resto de Europa. Tenga en cuenta, además, otra cosa: desde el punto de vista de la seguridad global, estamos mucho más cómodos y seguros en el marco español, europeo y de la OTAN ante un mundo imprevisible en el que sobre todo el terrorismo islámico, una hidra de muchas cabezas, demuestra capacidad para una especie de guerra no declarada donde menos se le espera.

- Las ventajas fiscales y otras medidas para el desarrollo de Canarias empiezan prácticamente con la conquista. ¿Cuál es para usted el principal hito de esta larga lista?

- Sin duda el Estatuto de Autonomía y el famoso artículo 2.99 del Tratado de Maastricht, primero, y el nuevo Tratado de Lisboa, después. Son los instrumentos que tienen una incidencia diaria y permanente sobre los canarios, aunque los ciudadanos no siempre sean conscientes de ello. Sin ambas piezas y sin el REF esta tierra estaría empobrecida y atrasada. En Canarias hemos cometido errores, pero también se han hecho muchas cosas bien en los últimos treinta años. De no contar con esos instrumentos, de haber optado por la independencia, estaríamos más cerca del nivel de vida de Cabo Verde que del de Europa.

- ¿Canarias es una colonia?

- No, aunque durante mucho tiempo sufrimos comportamientos colonialistas. A nivel institucional eso se ha bloqueado mediante leyes. Y a otros niveles, a nadie se le permite en Canarias aires de superioridad por el simple hecho de venir de fuera.

- El nacionalismo canario siempre ha pedido más al Estado y a Europa y siempre se ha quejado de un trato tendente a la indiferencia. ¿Cree que ese discurso sigue vigente?

- Está en la lógica humana que eso ocurra. Pero ahora tenemos los contrapesos de auténticos poderes canarios para evitarlo, sobre todo cuando se ejercen sin dependencia de los partidos estatales. Siempre digo que el legislador español lógicamente pone su cabeza en el 95% de las personas que viven en el continente. No se para mucho a pensar que unas islas alejadas han de afrontar los mismos problemas de forma diferente. En todas las leyes ha de tenerse en cuenta cómo afectan a Canarias. Esa constatación evidente fue uno de los gérmenes de Coalición Canaria. Y como ha sido fácil que mucha gente lo entienda así, CC ha liderado Canarias durante los últimos quince años. Y lo ha hecho porque los ciudadanos han captado que los problemas diferentes no pueden tener respuestas iguales.

- ¿Qué hizo de facto para mejorar la posición del Archipiélago en el Estado y Europa?

- Lo que podíamos llamar la política exterior canaria, las relaciones con el resto de Europa, no sólo en los ocho años de mi presencia en el Gobierno, sino en los años de liderazgo de CC. Sin ello no se puede explicar la Canarias de hoy. Hacer entender a Europa que debe tratarnos casi como un tercer país, diferente a la Península, ha sido una de las batallas que explican que Canarias sea un auténtico oasis en el Atlántico africano. Ello ha sido posible por una ecuación fundamental de la que todo el mundo no es consciente: con una carga fiscal que es dos tercios de la española y poco más de la mitad de la europea, los servicios públicos canarios se asemejan mucho a los del Viejo Continente y, en algunos casos, son mejores.

- ¿Es momento de reformar la Ley Electoral?

- Los sistemas electorales pretenden siempre facilitar la gobernabilidad. El que tenemos es perfeccionable y habría que cambiarlo en todo caso con una ley canaria. Eso nunca debió ser obstáculo para bloquear todo un cambio profundo del Estatuto de Autonomía. Es inaudito que el Partido Socialista diga que eso lo tiene que hacer Madrid. Si se le ocurriera decir lo mismo a Montilla en Cataluña, lo correrían a gorrazos. Pero aquí eso escandalizó a muy pocos, pues incluso la conciencia de las élites sobre la potencialidad enorme de un Estatuto mejorado es muy escasa. Y eso tiene que ver con el desapego de la política, que es en parte culpa de los políticos, pero también de una sociedad despreocupada por lo colectivo. Si se hubiera aprobado el Estatuto, Canarias hubiera salido mucho mejor parada en la última negociación de financiación autonómica. Sin duda, el bloqueo al Estatuto fue el mayor error cometido por la clase política canaria en lo que va de este siglo. La responsabilidad es de todos, pero si no se corrige pronto, el daño histórico será claro y evidente.

- ¿Cree compatible el amor a la tierra y a sus tradiciones con un pensamiento político no nacionalista?

- Por supuesto. Sería una intolerancia no entenderlo así. Pero a renglón seguido le añado que para practicar ese amor, las pautas del nacionalismo son las mejores. Y no solo porque el nacionalismo tiene vinculaciones históricas con el romanticismo. Mire, si el amor romántico es el hallazgo de la alegría en la felicidad de otro, de un otro muy concreto e identificado, el amor a la tierra es un poco lo mismo. A un planeta o a un continente se le ama de una forma y a un Estado de otra. Y a la propia tierra de otra forma muy especial. Yo soy de los que creen en una triple identidad -canaria, española y europea- e incluso me siento comprometido con la África en la que estamos, por ese orden. Y eso le pasa a la mayoría de los canarios, indican todos los estudios.

- ¿Qué es el nacionalismo para usted? ¿Es posible la unidad nacionalista de cara a próximas elecciones?

- El nacionalismo es una forma de pensar y de organizarse y parte de la toma de conciencia sobre la necesidad de que somos responsables de nuestro propio destino, que no debemos dejarlo al mayor o menor acierto de poderes lejanos y no siempre o casi nunca conocedores de nuestros problemas, de nuestros sueños. La unidad nacionalista en Canarias será desde luego posible, pero no sé en qué plazo.

- ¿Por qué cree que Canarias está padeciendo unos índices tan altos de desempleo?

- En un mundo más globalizado que nunca, para lo bueno y para lo malo, la crisis llegó a España y a Canarias más rápido e intensamente. Y tuvo el efecto de pinchar una enorme burbuja latente, como era la inmobiliaria, y de secar los créditos. A partir de ahí se desencadenó una espiral de caída del consumo, de los empleos y de las inversiones. En Canarias ha sido más grave por la composición del tejido productivo, con un sector de la construcción muy fuerte. El riesgo de tensiones sociales es evidente, si bien nuestro sistema de protección social es ahora mucho más fuerte que en los 70 y 80. Pero si la crisis se alarga, hasta su financiación se va a poner a prueba.

- ¿Qué opina del Plan Canarias de Rodríguez Zapatero?

- Le generó un par de buenos titulares, pero cada día tiene más dificultad de concretarlo por los recortes. Y avanzar cosas que no puedes cumplir genera un descrédito que le pasará factura.

- ¿Ve lógico primar la contratación de locales sobre foráneos o poner límite al alza demográfica?

- Nosotros hemos entrado en Europa para las duras y para las maduras. Europa puede ser generosa, pero no es tonta. Desde el Gobierno de Canarias se han buscado desde hace tiempo caminos legales para limitar un crecimiento desmedido de la población. Por encima de la capacidad de carga del territorio y de la propia capacidad de acogida, llegamos a tener la tasa de inmigración más alta de España y desde Madrid se veía como una queja más, porque, entre otras cosas, cuando las dificultades llegan, son los propios inmigrantes los más desfavorecidos al carecer de un colchón familiar más amplio. En un tema complejo como éste, las visiones simplistas suelen conducir a errores graves.

- ¿Qué opina de la crispación que se vive en esta legislatura?

- La crispación ha sido superior en los dos últimos años, entre otras razones, por la incapacidad mesiánica de la dirección de los socialistas canarios para aceptar los resultados electorales; para aceptar un mapa electoral que, en el caso del País Vasco y Baleares, les ha permitido hacer lo que ellos no aceptan aquí: que la segunda y tercera fuerza política gobiernen. Ese error les ha ofuscado totalmente y les cerraba las puertas en el futuro. El giro que está dando el PSOE es notorio y es el reconocimiento de que estaban en una vía muerta para ellos y estéril para Canarias.

- ¿Qué nota le pone al actual presidente Paulino Rivero?

- Le ha tocado lidiar con la época más difícil de las últimas décadas, con unos años en los que se le pide que mantenga el nivel de los servicios y consiga avances, mientras la recaudación de impuestos cae drásticamente. Es un hombre muy trabajador y persistente.

- ¿A qué se dedica actualmente?

- Miro atrás con orgullo, pero siempre queda la espinita de que pudiste hacer más. Para unos es el dinero, la reputación o el ego lo que los empuja. En la política bien entendida es un sentimiento tan humano como la insatisfacción la que nos mueve. En la juventud eso se manifiesta en rebeldía. Cuando ya pintas todas las canas, eso se manifiesta en la aspiración permanente a cambiar las cosas mejorables, de forma progresiva.