Manuel Hermoso Rojas (La Laguna, 1935) lo ha sido todo en la política canaria. De joven se fue a estudiar a Almería y Vigo, pero en 1969 regresó. Tomó las riendas de la empresa de muebles fundada por su padre y a continuación fundó la empresa de prefabricados Maher. Fue alcalde de Santa Cruz entre 1979 y 1991 y presidente del Gobierno de Canarias entre 1993 y 1999.

- Ahora se critica mucho la crispación en la política canaria, pero cuando uno repasa la historia se encuentra con que tras la Transición y la creación del Parlamento de Canarias ha habido momentos apasionantes. Usted vivió muchos. ¿Observa alguna diferencia con respecto al debate actual?

- Los de entonces eran debates más abiertos, más sinceros. Habíamos pasado de la dictadura a la democracia y eso nos imbuía a todos en la necesidad de dialogar, de llegar a acuerdos, de buscar soluciones. Ahora, esa necesidad está ausente. Creo que es un error ir por el camino de la confrontación. Hay algunos que la han cultivado y han enrarecido el ambiente. Pero ojalá se vuelva al diálogo, más ahora con la crisis. A mí me trae el recuerdo de la etapa de la consolidación de la democracia. Hubo un acuerdo de que había que dialogar y entenderse para resolver un problema muy gordo, el más gordo. Pero es que ahora tenemos otro problema de una trascendencia insospechada y no sabemos si las medidas que se están tomando son suficientes. Tenemos unos niveles de paro altísimos que crean un auténtico conflicto social y que ha deteriorado muchísimo el nivel de vida.

- ¿En qué ha fallado Canarias para estar sufriendo de esta manera la crisis?

- España tiene un problema estructural muy importante, que está más acusado todavía en Canarias. Nuestra condición de archipiélago, nuestra dimensión de mercado, nuestras posibilidades de producción... Nuestra fragilidad es mayor que la de cualquier otro lugar. Se debe estudiar en profundidad cuáles son esos problemas estructurales. Debemos buscar una unidad de mercado para todas las Islas. Incluso, la superación del problema del transporte en nuestro mercado y desde nuestro mercado al africano, que es nuestro objetivo de futuro. Estamos en una coyuntura en la que es decisiva la interconexión de las Islas y la interconexión de éstas con Europa y África. Y eso no se hace de la noche a la mañana. Hay que buscar fórmulas que permitan mantener un cierto nivel de vida mientras se produce esta transformación. El futuro está en el conocimiento, pero ¿cuántos años se tardan? ¿Y, mientras eso llega, qué hacemos? Nuestra gente, mientras tanto, tiene que vivir, tiene que resolver sus problemas vitales. ¿Seremos capaces de aguantar los niveles de paro? Es difícil, pero lo tenemos que hacer. Para esta gran transformación hay que preparar a la gente, hay que crear las infraestructuras, hay que poner las bases... Puertos, aeropuertos, autopistas, carreteras, relaciones con otros mercados...

- La mayoría de partidos nacionalistas canarios siempre han sido constitucionalistas. ¿Por qué no cuajaron otros modelos como el catalán o el vasco?

- El nacionalismo canario nunca fue independentista ni africanista. Cuando en un momento dado se habló de independentismo, a mí, que era alcalde de Santa Cruz, me sentó fatal, pero no sólo a mí, sino a todas las fuerzas políticas del Ayuntamiento. Recuerdo que venían representantes de la OUA [Organización para la Unidad Africana] y nos planteaban la africanidad de Canarias. Y ellos se quedaban asombrados cuando veían que entre nosotros no había apenas negros. Argelia intentó crear una especie de dominio de la africanidad de Canarias. Ciertamente, estamos en África, pero nunca hemos tenido una relación fluida con África. Éramos y somos europeos. Mi objetivo político fue demostrar la europeidad de Canarias. Y creo que en algo contribuimos a conseguirlo, no solamente con la integración de Canarias en la Unión Europea, sino posteriormente, durante mi Presidencia, cuando conseguimos un texto como el del acuerdo de Amsterdam, que marca a Canarias como territorio europeo singular, alejado. ¿Cuál es el otro reto vital? Que ese reconocimiento esté en la Constitución Española. Si esto se logra, tendríamos gran parte de nuestros problemas resueltos. No existiría la necesidad de, cada vez que haya un cambio de gobierno nacional, ministro o director general, tener que convencer a cada uno de que Canarias es Europa, España, pero un espacio singular. Eso obliga a un tratamiento diferenciado: no se puede tratar igual a los que son distintos. Ya toca una revisión del Estatuto de Autonomía.

- Usted mismo es un ejemplo de la continua mezcla que ha dado origen a los canarios actuales. Su familia procede de Andalucía.

- Mi padre y mi madre. Ellos llegaron a Canarias, pero fíjese usted que fueron los que me hicieron amar esta tierra intensamente, a sentirla como mi patria. Los que la sentimos tenemos que tener en cuenta que en todos los árboles genealógicos hay una influencia peninsular o de otro lugar.

- ¿Le preocupa que el regreso de las demandas soberanistas coincida con la profunda crisis?

- Yo no palpo una preocupación por el independentismo. Sin embargo, sí palpo una inquietud por la situación económica. Que el problema social se alimente de cualquier forma de separatismo me parece un disparate, me parece que puede fomentar convulsiones sociales poco deseables.

- ¿Somos una colonia?

- El trato que España dio a Canarias a partir de la incorporación a la corona de Castilla fue el mismo que se le dio a pueblos de América que en un momento escogieron la independencia. Canarias, no. Ese sentimiento de independencia no existió aquí como esos otros lugares de América. Es más, ahora, con la democracia, las fuerzas independentistas que se presentaron a las elecciones tuvieron una expresión mínima. Ése es el sentimiento independentista, el de los resultados electorales. Y no hay más.

- Usted ha representado a Santa Cruz y a Canarias en el mundo. ¿Cuál ha sido la opinión generalizada que ha captado sobre las Islas en el exterior?

- Nos conocen por el clima y el turismo, y se creen que los canarios vivimos en las Islas como turistas. Pero conseguimos hacerles ver que tenían que comprendernos, viniendo aquí y forzando a que se nos aceptara en nuestra condición. Eso que conseguimos que se entendiera bien y que culminara con el acuerdo de Amsterdam debe ser fundamental para el futuro de Canarias en el contexto de España y Europa. Es que la condición de archipiélago obliga a las islas menores a vivir también bajo la dependencia de las islas mayores. La única forma de resolverlo es cuando se establece en una ley de leyes, que diga claramente lo que somos y que necesitamos un tratamiento adecuado.

- ¿No cree que uno de los problemas de Canarias, y del nacionalismo, son los insularismos que fragmentan lo ya fragmentado?

- La única forma que tiene el nacionalismo de superación es la que marcó su nacimiento: desde cada isla pero confluyendo en Canarias. Cualquier otra fórmula desde arriba hacia abajo produciría un rechazo en cada una de las Islas. Uno de los problemas que hemos tenido, ya desde que nacen las AIC en 1986, es que no tuvimos fuerza en Gran Canaria. Tuvimos ese fallo. ¿Cuándo nace Coalición Canaria? En el 93, cuando ICAN y CDS se unen en Gran Canaria para formar el nacionalismo de Gran Canaria. Una fuerza que nace de los pueblos hacia la isla, y desde la isla hacia Canarias, tiene que tener una cabeza clara de lo que es la comunidad. Es que Canarias es una tierra muy difícil, yo creo que la más difícil de toda España.

- ¿La clave en Gran Canaria no sigue pasando por un acuerdo con Nueva Canarias y ese escollo llamado Román Rodríguez?

- El otro día hablé con un ilustre nacionalista que me dijo que se estaba dialogando. Yo le dije que incluso, si fuera necesario, tendrían que dar un paso atrás aquellas personas que están estorbando en la unidad del nacionalismo canario.

- Ahora mismo Santa Cruz vive políticamente convulsionada. Casos judiciales, la polémica del PGO, la inestabilidad de los pactos. ¿Qué le pasa a Santa Cruz?

- No es que le pase nada importante, es que está intentando adaptarse a la nueva situación que exige Santa Cruz. Y en ese esfuerzo está empeñado el Ayuntamiento. Pero en ese empeño no están todas las fuerzas políticas unidas en lo que es la defensa del interés de Santa Cruz. Se ha pasado a una situación de confrontación, muchas veces desde fuera del Ayuntamiento hacia Santa Cruz y hacia un alcalde que, sin lugar a dudas, destacó de una forma importante como alcalde y como hombre político. Se ha intentado por todos los medios machacar, desprestigiar y hundir, de una forma para mí inadecuada, esa imagen política de Miguel Zerolo muy buena y muy interesante. Creo que el alcalde está intentado por todos medios dar soluciones a esos problemas de conflictividad de Santa Cruz. El alcalde está empeñado en ello. Desgraciadamente, se han usado recursos en contra de él inadecuados y desde terrenos externos al Ayuntamiento que están perjudicando a nuestra ciudad.

- ¿Qué opina sobre lo ocurrido en concreto con el PGO?

- El alcalde está empeñado en sacarlo y es lo que hay que hacer. En estos momentos de crisis, lo que no puede pasar es que encima no tengamos un documento claro, meridiano, de lo que se puede y no se puede hacer en la ciudad.

- ¿Cree que el Plan Canarias son fuegos artificiales?

- Esta publicidad política creo que es un flaco favor a un territorio tan necesitado de verdaderos esfuerzos económicos. Desgraciadamente no se ha visto una proyección real de esas ofertas o esa propaganda, y yo conmino a que sea algo real, pues Canarias lo precisa.

- Recientemente, Paulino Rivero criticó a los empresarios en general por haber ganado en su momento mucho dinero pero no estar ahora a la altura. Usted es empresario. ¿Se sintió aludido?

- Paulino Rivero es mi presidente y lo que diga mi presidente lo respeto y lo aplaudo. No entro a valorar sus decisiones. El hombre está haciendo un gran esfuerzo.

- ¿Consultan con usted los actuales responsables públicos?

- Tampoco yo consultaba. Vamos a entonar primero un mea culpa. Cada maestrillo tiene su librillo y el grado de información que se tiene cuando no estás es muy precario. Y para tomar decisiones tienes que tener un grado de información muy alto. Cuando estamos, tendemos a pensar que somos imprescindibles, y en el momento en que nos vamos, nos damos cuenta de que somos absolutamente prescindibles. La vida es así.

- ¿Cómo está de salud? ¿Qué hace ahora?

- Le decía a unos amigos que fuera de la política hay vida y que merece la pena vivirla. No me parece que un político se deba limitar a la vida política. La política es muy dura, muy sacrificada. Hay que mantener una presencia constante. Eso no permite ver a la familia ni a los amigos. Y eso es lo que he ganado. Eso sí, no me arrepiento de ningún minuto de mis 20 años de político, como tampoco de haberlo dejado.

- ¿Se sigue sintiendo político?

- Hay políticos natos como Lorenzo Olarte o Jerónimo Saavedra. Y, sin embargo, hay otras personas, como yo, que hemos estado en la política. Mi actividad ha sido la empresarial, pero he estado 20 años en política. Es un esfuerzo que había que hacer para consolidar la democracia. Ha sido una experiencia magnífica. Encima, fui alcalde de Santa Cruz y presidente del Gobierno. Para los mayores, el nombramiento de Alberto Oliart [81 años] como presidente de Radio Televisión Española es una bocanada de aire fresco, porque hay algunos que están en perfectas condiciones de seguir siendo útiles. Y yo me alegro, pero eso no quiere decir que todos vayamos a ser Oliart.

- ¿Le gustaría convertirse en el Oliart canario?

- Si hay una razón para en un momento dado hacer, o servir, a una responsabilidad para la comunidad, si creyeran que soy la persona ideal, lo haría encantado. Pero tendría que ser para Canarias.