Secretario nacional del partido en alza dentro de la izquierda política en Marruecos, Tehami El Jayari repasa en esta entrevista la actualidad de su país. Ha viajado a Las Palmas de Gran Canaria a verse con la extensa comunidad marroquí en las Islas y a dar una conferencia en el Club Prensa Canaria.

- Cuando uno está en Marraquech, por ejemplo, y pasea por el extrarradio, se da cuenta de que la periferia obrera está tomada por los islamistas. Controlan barrios, no les gusta ver occidentales allí. Le han ganado a la izquierda política marroquí la representación de los pobres.

- Es cierto que los islamistas tienen un peso fuerte en la periferia de ciudades como Marraquech, pero ésta es una ciudad muy grande, y todos los partidos tienen una presencia extendida, los islamistas, sí, pero también el Istiqlal [un histórico partido nacionalista, integrante frecuente del Gobierno], los socialistas, en fin. Mi partido, por ejemplo, tiene cuatro representantes en esa municipalidad. De todas formas, quizás sea fácil confundir con un islamista a cualquiera que lleve barba o velo, cuando no es así: muchos de nuestros militantes los llevan, por razones religiosas o culturales, ellas por respeto al marido, creencias del Islam, pero en absoluto profesan el islamismo como ideología política.

- ¿Cómo es la relación entre la izquierda política y los partidos islamistas moderados, como Justicia y Desarrollo, que tiene también un perfil social?

- Nunca vamos a llegar a un acuerdo con los partidos islamistas, porque nuestras ideologías y el modo de tratar muchos asuntos son diferentes. Es más, estamos en clara oposición a ellos. Más allá de que puedan tener una preocupación por cuestiones sociales, el problema es que los islamistas son muy conservadores en cuanto al modelo de la sociedad, en las relaciones internacionales, en la cuestión de la mujer, en fin, el viejo debate entre conservadurismo o tradición y modernización. La izquierda representa la modernidad y luchará para que ellos nunca gobiernen.

- En Marruecos gobiernan los socialistas. ¿Cómo valora su gestión en esta fase de crisis?

- Bueno, ahora mismo tenemos una situación confusa en el Parlamento, porque hay sectores de diputados socialistas en contra del Gobierno, sectores de la oposición a favor. Lo deseable es que este gran enfrentamiento político que vivimos sea como un parto, como el dolor que alumbre una nueva situación. Creo que es parte del proceso de adaptación de los actores políticos marroquíes al proceso de apertura política que el nuevo rey puso en marcha hace diez años y que ha supuesto un avance democrático, económico y social en general.

- ¿Cómo afecta esta crisis?

- Obviamente nos ha afectado la crisis internacional en el turismo, en que ha supuesto un gran regreso de muchos inmigrantes marroquíes, que ya no encuentran trabajo en sus destinos y en nuestras exportaciones agrícolas. Pero no nos ha tocado como a España, por ejemplo, porque como sabe, Marruecos había iniciado un crecimiento económico acelerado, estaba en el seis por ciento y, bueno, en 2009 ha pasado a crecer al cuatro por ciento. La producción subió y el paro ha bajado ahora.

- ¿Aun con la repatriación?

- Sí, porque hay un avance de las inversiones públicas en infraestructuras, hay muchísimo trabajo en la construcción de una nueva red de autopistas y la producción agrícola y textil creció.

- ¿Y ese crecimiento ha mejorado la situación de los trabajadores marroquíes o no llega aún a suponer desarrollo social?

- Bueno, obviamente siempre va a haber diferencias de renta dentro de un país. En mi país, lo que son las pequeñas y medianas empresas y los sectores profesionales han mejorado mucho, por ejemplo, los sectores de la educación y la sanidad. El problema está en los trabajadores manuales, que cobran un salario mensual de doscientos euros: es poco, y con el tiempo seguramente se conseguirán mejoras sociales, pero eso no va a poder arreglarse por el momento. El asunto es que un trabajador marroquí gana mucho más que uno chino o indio, y China e India se han convertido en una feroz competencia a nuestra industria textil [un sector esencial tanto de empresas locales como sobre todo europeas desplazadas por la mano de obra]. Eso obliga a Marruecos a competir con los países con la mano de obra más barata del mundo.

- Por último, el mundo de hoy es de bloques regionales. Pero Argelia y Marruecos, por el Sahara, bloquean al Magreb. Eso les perjudica mucho a todos.

- Marruecos y Argelia deben de abrir un diálogo por la unión del Magreb. Pero, mire, aunque Marruecos diera la independencia al Sahara, cosa que no aceptará nunca, la comunidad internacional no lo admitiría por mera seguridad internacional. Sería un estado dominado por el terrorismo, el tráfico de armas, por las drogas, de todo. Sería un gran factor de inseguridad para Europa.