Hay empresarios que han conseguido sobreponerse al hecho de verse envueltos en un caso de corrupción y han podido -o lo intentan- preservar sus sociedades y seguir trabajando con ellas. Tratan de mirar adelante y procuran borrar de sus memorias aquel momento en el que fueron detenidos. La mayoría confía en que la Justicia les termine por dar la razón y lucha para no arredrarse. Santiago Santana Cazorla bien podría situarse en este grupo. Pese a los problemas que arrastra con Góndola, no ha cejado en su empeño de seguir al frente de su negocio.

Pero también en el fragor de las investigaciones judiciales hay otro amplio grupo de inversores a los que su paso por los calabozos les ha cambiado radicalmente la vida. Y al frente del mismo podría encontrarse Alejandro Navarro, el administrador único de la constructora Mazotti, que llegó a ser una de las empresas con más trabajo del ramo en las islas y que lleva años sumida en un proceso concursal.

Abelardo Martínez, delegado regional de Dragados en 2006, y Antonio Nadal, director de zona de Cobra, también han visto cómo su vida ha variado pese a no encontrarse presos o ser objeto de continuo tratamiento en los medios. Ambos fueron despedidos en sus respectivas firmas tras ser marcados por el dedo de la policía. A la terna también se suma Jacinto Álvarez, el gerente de Urbaser, que ha acabado incluso enfrentado a la filial de ACS en los juzgados de lo social.

Son vidas truncadas, como las que también han tenido desde 2005 ese extenso conjunto de imputados emplazados al frente de ferreterías y constructoras modestas en localidades como Aldea Blanca, Telde o Santa Brígida. Algunas, como las que se relacionan con Salvador Santana, el marido de la ex concejala de Festejos en Telde Guadalupe López, han logrado incluso que el consistorio vuelva a contratar pequeñas actuaciones con ellas.

Otras se las han visto y deseado para intentar recuperar su imagen, dañada en el entorno más local y más inmediato por aquello de la cercanía, y no cerrar. Un día fue un pinchazo telefónico o la confesión de un subalterno lo que le provocó un inesperado cambio de planes.