Domingo González Arroyo, teniente de alcalde de La Oliva y presidente del nuevo Partido Progresista Majorero (PPM) está que se sale ante las perspectivas electorales de su formación, y de hecho el pasado martes tanto se salió, que riscó y volcó por una cuneta de la carretera que conduce a su municipio desde La Caldereta, dejando su vehículo con el cenicero por arriba, sin que el incombustible político majorero sufriera ni un mínimo vahído, tontura o hematoma.

González Arroyo, ayer, en unas declaraciones realizadas a la Cadena Ser sobre la sustancia de su acrobacia, explicó dos aspectos básicos del siniestro: que empleó "la técnica del erizo" para salir como un regilete y, dos, que el hecho de que se produjera el Día de los Inocentes "y además martes" no es óbice para creer en la realidad de los hechos, tal que como han venido, y no como riesgosa "lanzadera electoral". "Es real y ha sido como ha sido". Ahora bien. Así como cada humano en tránsito ve luz al fondo, lo que Arroyo vivió durante este looping majorero en la conocida como curva de la risa, fue una revelación: "El Ser Supremo", dijo, "cree que debo estar presente en mayo en estas elecciones de gran ruina".

En su relato, Arroyo muestra el idéntico aplomo que cuando los pilotos infernales Hell Drivers -Paul, Hermann y Heinz-, se chocan entre ellos y salen fumando: "El secretario y la alcaldesa me llevaron a casa. Me duché, fui a trabajar al despacho del Ayuntamiento y por la tarde, al sur a seguir con la política."

De hecho lo único que le duele no es de chasis, sino más bien de centralita, de sentimiento. José Manuel Soria, que no ha dejado ni un mensaje para ver qué tal: "No, no me ha llamado este personaje que tanto yo me he preocupado de él, una persona que yo amo, yo amo a las personas", incluso si se trata, "del tío que más ha perjudicado a Canarias", en definitiva, "un personaje siniestro, preocupante, incursivo, un hombre enfermo", dijo, entre otros piropos echando la propia gasolina de su fallecida Toyota Hilux al fuego electoral.