Están intentando lincharme políticamente, aunque no creo que lo consigan. Hay determinadas situaciones de acoso, de persecución, y todo tiene un límite". Estas palabras las pronunciaba en el año 2000 José Miguel Bravo de Laguna refiriéndose a la dirección de su partido, encabezada por José Manuel Soria. Las desavenencias entre el presidente saliente y el entrante del PP vivían su máximo exponente y salía a la luz la caza de brujas que había en el seno de los populares canarios entre los bravistas y los afines a Soria. La ruptura de la disciplina de voto en el Parlamento por el caso Tindaya puso bajo los focos una situación que era un secreto a voces.

Bravo de Laguna resistió y se mantuvo en la Presidencia del Parlamento hasta las elecciones de 2003 pese a que desde dentro de su partido se le presionó para que dimitiera. Por su mente pasó abandonar el PP ("yo nunca he abandonado ninguna formación política y me considero un político serio y responsable con mis electores", decía por aquella época) pero decidió quedarse, abandonó la primera línea de la actividad política y se retiró a la trinchera de su despacho quizá con la esperanza de que en algún momento cambiara el rumbo del partido.

Pelillos a la mar. Una década después de aquel choque de trenes Bravo de Laguna regresa al ruedo político llamado por Soria para optar a la presidencia del Cabildo de Gran Canaria. Una candidatura que ha sorprendido a muchos pero que ya se pergeñaba en la mente de Soria porque hace tiempo que se estaba reencontrando con muchos de los antiguos dirigentes y cargos públicos del PP, que en los últimos años habían abandonado sus responsabilidades políticas por diferencias con la dirección. El líder de los populares canarios ha aplicado la vieja máxima: "Si no puedes con tu enemigo, únete a él"; y ha dado un golpe de efecto para captar el mayor número de votos en Gran Canaria que le sirva para llegar a la Presidencia del Gobierno canario en su tercer intento.

El PP ha emulado a su principal rival político, el PSOE, y ha echado mano de una de sus viejas glorias para recuperar el Cabildo, institución que presidió durante tres legislaturas consecutivas (José Macías, María Eugenia Márquez y José Manuel Soria). Los populares quieren que Bravo realice un papel similar al de Jerónimo Saavedra cuando su partido lo presentó al Ayuntamiento, es decir, capitalizar el mayor número de votos posible realizando una precampaña y una campaña de integración, de diálogo y con un mensaje de moderación frente a la principal rival política de Bravo, la socialista Carolina Darias, y al tercero en liza, el líder de Nueva Canarias, Román Rodríguez.

La trayectoria de José Miguel Bravo de Laguna tiene sus sombras y sus luces pero no cabe duda de que se trata de un político que forma parte de la historia autonómica de Canarias desde sus inicios y que fue uno de los principales dirigentes canarios que vivieron en primer plano la transición política española desde sus puestos de responsabilidad cuando era diputado en el Congreso por la extinta UCD. Bravo siempre ha sido liberal y, de hecho, cuando se disolvió el partido fundado por Adolfo Suárez se integró en una coalición de liberales y demócrata cristianos. Cuando José María Aznar alcanzó la presidencia del PP nacional Bravo de Laguna maniobró con agilidad y se integró en la formación popular.

La historia del PP en Canarias se escribe a base de purgas internas y cambios con cajas destempladas entre la dirección que sale y la que entra. No lo tuvo fácil Bravo de Laguna cuando fue elegido presidente del PP de Canarias y descabezó la estructura de Alianza Popular, liderada en aquel entonces por Felipe Baeza y otros dirigentes históricos de la derecha canaria. En el haber de Bravo se encuentra llevar al PP a pasar de ser una fuerza testimonial a convertirse en un partido de gobierno y con una sólida implantación en todas las islas. Acertó cuando eligió a José Manuel Soria en 1995 para presentarse al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria pero no sabía que en pocos años no sólo le iba a suceder al frente del partido, sino que se iba a repetir lo mismo que cuando él fue elegido presidente: volvieron las purgas internas y los afines de la nueva dirección quisieron acabar con todo rastro de la dirección anterior. Antonio Luis Medina, Tomás Van de Walle, Rafael de León, Lorenzo Suárez, Ignacio González Martín, el propio Bravo y muchos otros quedaron relegados en la nueva etapa que se iniciaba en el partido. Ahora, once años después, Soria ha querido congraciarse con una parte importante del pasado del PP.

Con 66 años y tras ocho años de retiro político, Bravo de Laguna afirma que regresa con bríos renovados. En esta ocasión Soria no ha emulado a su líder nacional, Mariano Rajoy, que evitó que encabezara la candidatura autonómica en Asturias el "sexagenario" Francisco Álvarez Cascos.