Cerca de siete millones de euros en activos. Eso es lo que el empresario José Miguel Suárez Gil puso a nombre de su esposa, la abogada Josefina Navarrete, en el transcurso de los dos años de matrimonio que lleva la pareja desde que se casaron en diciembre de 2008. Una deuda que el empresario tenía (y mantiene) por la que podría ser condenado a pagar una indemnización de unos trescientos mil euros, fue el motivo que llevó al ex presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas a traspasar a su esposa las sociedades que tenía montadas, al parecer para evitar posibles embargos.

Según afirman fuentes próximas al empresario de 67 años, que se encuentra imputado tras encañonar a Navarrete con una pistola el pasado 4 de enero, los activos de todas las sociedades que puso a nombre de su esposa podrían sumar una cantidad cercana a los siete millones de euros. El activo de más valor es la casa que la pareja tenía en El Fondillo (Tafira) valorada en algo más de tres millones de euros. Esa vivienda pertenece a la sociedad El Fondillo SL, cuyas acciones fueron traspasadas a nombre de Navarrete en su totalidad, según las fuentes citadas.

Además, Suárez Gil también puso a nombre de su esposa la empresa Canarias Exterior, dedicada a la importación-exportación hortofrutícola. Esa empresa es la propietaria de un vehículo marca BMW modelo 750, valorado en unos 120.000 euros. Las mismas fuentes aseguran que el vehículo está en estos momentos en poder de la abogada.

El empresario también colocó a nombre de Josefina Navarrete varias empresas con cuentas corrientes domiciliadas en Madeira. En esas cuentas, al parecer, existe una cantidad de dinero en efectivo que ronda los 2,5 millones de euros. La esposa de Suárez Gil tiene también a su nombre la vivienda que la pareja compartía en Miami (EE UU), donde pasaba la mayor parte del año.

Testamento

Antes de traspasar a nombre de Navarrete las sociedades patrimoniales y sus correspondientes activos, Suárez Gil incluyó a su esposa en su testamento con un tercio de su fortuna, según explican las fuentes del entorno del empresario. Concretamente, Navarrete pasó a ser heredera de un tercio de todas sus posesiones, al igual que sus hijos, y además pasó a disponer del usufructo de la tercera de las divisiones del patrimonio, de tal manera que de esa parte nadie podía disponer sin su consentimiento. Todo ello ocurrió unos diez meses después de la boda, y posteriormente le fueron traspasadas las empresas.