Canarias toma la delantera al Estado para eliminar las trabas del acceso a la sanidad gratuita a los ciudadanos sin recursos suficientes por haber agotado la prestación por desempleo o no haber cotizado a la Seguridad Social. Como ya ha hecho Extremadura, Valencia o Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, el consejero de Sanidad, Fernando Bañolas, ha decidido no esperar más a la modificación de la Ley General de la Seguridad Social anunciada en marzo de 2010 por el Ministerio de Sanidad.

Bañolas pone así fin a una doble tortura burocrática a los más desfavorecidos: las facturas que por miles llegaron durante la época de Mercedes Roldós al frente de la Consejería de Sanidad a los domicilios de personas que, a causa de la crisis y la elevada tasa de paro -situada en el 28,9%-, se quedaron sin subsidio y que desconocían que, mediante un papeleo que resultaba tortuoso, debían solicitar asistencia gratuita bien dándose de alta como persona sin recursos suficientes o acogiéndose a la cartilla de un familiar.

La nueva medida, que entrará en vigor previsiblemente a finales de mayo, no sólo elimina la obligatoriedad de solicitar una nueva tarjeta, sino que reduce además a cero los hasta siete documentos que con la norma en vigor deben presentar los usuarios en las gerencias o en los centros de salud para que se les reconozca el derecho a la asistencia. Con la modificación de la orden firmada por Roldós en junio de 2009 el alta se hará de forma automática gracias a la conexión telemática establecida desde el Servicio Canario de Salud con el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) y el Servicio Canario de Empleo. Para ello los beneficiarios no tendrán más que firmar un consentimiento para que la administración pueda acceder a la documentación necesaria.

Otra de las novedades de la medida es que se establece la presunción de insuficiencia de recursos para estos colectivos de forma que la tarjeta sanitaria no caducará y tendrá carácter indefinido. Hasta ahora ésta vencía anualmente y los beneficiarios debían repetir cada año el calvario burocrático.