El PSC anda confiado con el nuevo ciclo político, eufemismo que enmascara la esperanza de una larguísima etapa de 18 años o más de gobiernos de coalición entre nacionalistas y socialistas. Ese es el tiempo que disfrutó el poder el centro-derecha, un trayecto que toda una generación de canarios recorrió sin conocer otros gobiernos que los formados por CC y PP con distintas formulaciones.

Ayer, efectivamente, comenzó un ciclo político, pero su solidez es aún una incógnita pese a que Paulino Rivero hiciera una defensa entusiasta de la estabilidad del pacto en el remate del debate de investidura. Dijo el presidente: "Hay que cambiar la cultura de los pactos en Canarias; las relaciones políticas han de estar fundamentadas en la confianza y no en razones estratégicas o de ventajas electorales". Un mensaje similar lo lanzó hace una semana José Miguel Pérez en una entrevista con LA PROVINCIA.

A cualquiera que repase el diario de sesiones del Pleno y se detenga en el fuego cruzado entre Rivero y José Manuel Soria -un completísimo listado de reproches con los que se atiza una pareja irritada- le parecerá que el actual pacto durará una eternidad, pero la política canaria es intrincada, y tiene el vicio de acechar de manera constante cualquier suceso en Madrid, reinterpretándolo en las Islas casi siempre con vuelcos políticos. Así llevamos 18 años.

La política de pactos provocó ayer en la Cámara que Rivero y Soria se zurraran más de la cuenta. Desde que el líder del PP proclamó poco antes del 22 M que su partido, de ganar las elecciones, no estaría en ningún acuerdo de gobierno en el que él no fuera presidente allanó la alianza de CC con los socialistas. "Usted está en la oposición no por los resultados que ha obtenido, sino por cómo los ha gestionado", le dijo Rivero a Soria en medio de la refriega.

Apuesta arriesgada

Pero incluso bastante antes de la fecha de las elecciones, cuando el PP abandonó el Ejecutivo en octubre no sin antes ser forzado a aprobar la ley presupuestaria de 2011 y sus recortes de gasto, Soria decidió jugársela en una apuesta arriesgada con la vista puesta no tanto en el 22 M como en las generales de 2012.

¿Realmente quería Soria ser presidente de Canarias o ministro de España? Soria respondió siempre sin titubeos que su ambición política es presidir Canarias. "Mis enemigos quieren verme en Madrid aunque sea de ministro de Marina", dijo en una ocasión, pero ahora mismo lo que más próximo le queda es un ministerio, de tal forma que puede repetirse aquella imagen de López Aguilar en Justicia visitando cada fin de semana tierra de infieles.

Ayer era la ocasión -en sede parlamentaria y con luz y taquígrafos- en la que el candidato quería devolver a Soria uno por uno los reveses de estas seis largas semanas de pactos y sobresaltos en los que el PP quiso arrodillarlo amenazando su acuerdo con el PSC. Bastó que Soria, en un momento de su intervención, se presentara como el caudillo de la austeridad y las buenas prácticas contables, y por oposición mostrara a los nacionalistas, incluyendo a Rivero, como manirrotos dispuestos a romper todas las costuras del gasto ("si hay que subir el déficit, se sube, y si hay que subir impuestos, se suben", dijo Soria que había dicho Rivero para que el ahora presidente saltara a la tribuna: "No he visto en mi vida mayor demagogia en un líder político".

Debate enredado

A partir de ahí el debate se enredó en réplicas y contrarréplicas, confidencias a punto de ser desveladas ("es una bajeza moral lo que dice", le espetó Soria a Rivero en un trance de la refriega) y acusaciones de deslealtad institucional y filibusterismo político a cuenta de la zapa del PP en ayuntamientos y cabildos. Algunos diputados socialistas parecían divertidos ante el cruce de descalificativos de los dos.

Poco más que estas riñas, que no dan pie a pensar que el nuevo ciclo sea más corto o más largo que el anterior, dio de si el debate de investidura. Ahora mismo son los nacionalistas los que insisten en que ese ciclo político que se abre será duradero ("quiero que este Gobierno sea el Gobierno de los cuatro años", dijo el presidente) y que no lo alterará ninguna victoria de Mariano Rajoy en 2012 aunque obtenga una mayoría ligeramente por debajo de los 176 diputados, de tal forma que los pocos escaños que logre CC (¿y NC?) permitan forzar acuerdos beneficiosos para las Islas sólo con garantizar la estabilidad en Madrid.

Al margen de esto, sí fue destacable la presencia de un nuevo grupo en este debate (en realidad dos partidos: Nueva Canarias y el PIL). Lo que oxigena el Parlamento y da voz a decenas de miles de canarios cuyo voto no se encontraba representados en la anterior legislatura. Los nacionalistas progresistas -así se hacen llamar- de Román Rodríguez pusieron un punto de ponderación en el debate al abstenerse en la investidura de Rivero.

Esa actitud se contradice seguro con la dura campaña realizada por NC en las pasadas elecciones, pero Rodríguez, manteniendo durante el debate el perfil crítico hacia Rivero y CC de su partido y de la coalición electoral que lidera, quiso dejar una puerta entreabierta a las urgencias de Coalición por propiciar una confluencia, que él mismo no desea ahora, en las generales del año próximo.