La velocidad a la que se mueve José Manuel Soria no se mide en kilómetros por hora, sino en megas por segundo, porque el líder del PP se habrá rasurado ligeramente el bigote pero mantiene la banda ancha. Tanto es así que las redes informáticas y más concretamente el Twitter se han convertido en una extensión de sus propios sentimientos y pensamientos. Se encuentra antes una reacción suya en Internet que un rictus en su cara, porque va a mayor velocidad la conexión de su tableta iPad de última generación que su sistema nervioso. Ayer fue un clara muestra de este hecho. Tras un duro enfrentamiento verbal con Paulino Rivero, se sentó, todavía visiblemente acalorado, y canalizó su enfado tecleando sobre la pantalla táctil. "La referencia de Rivero a una conversación privada sobre la cual además miente, le descalifica", quedó escrito en su Twitter apenas un minuto después.

Soria es sin duda alguna el gurú de las redes sociales en la Cámara regional, algo que quedó todavía más claro ayer, por si alguien albergaba alguna duda, cuando el popular defendió que aquel que no navegue por estas aguas "no está en este mundo", condenándolos así, con una simple frase, al infierno catódico y de papel. Pero va creando escuela y la marea de las telecomunicaciones inunda el hemiciclo. Prácticamente no queda diputado alguno que no invirtiera una notable porción del tiempo de estancia en el debate de investidura en lanzar constantes miradas al iPhone 4 (es el modelo que ha puesto el Parlamento a disposición de los parlamentarios para los próximos cuatro años), la Blackberry o cualquier otro dispositivo portátil.

Primerizos

Los comienzos, por supuesto, pueden ser duros para algunos y algunas que no han tenido tiempo o ganas de ponerse al día de los inventos que van pasando por la cabeza del máximo dirigente de Apple, Steve Jobs, que cada vez que se levanta y piensa obliga a millones de personas a actualizarse. Una de ellas es, por citar un caso, la socialista Francisca Luengo, que ayer necesitó del asesoramiento de dos colegas para manejarse con mínima soltura con el iPhone 4. Fue un pacto político instantáneo motivado en esta ocasión por la necesidad.

Pero en la bancada abundan los diputados y diputadas que navegan a toda vela por sus dispositivos electrónicos, con los cuales se mantienen en contacto con el mundo más allá de los muros del edificio de la calle Teobaldo Power de Santa Cruz de Tenerife, donde los bedeles todavía visten en ocasiones al estilo propio del siglo XIX.