Rita Estévez es concejala de Servicios Sociales y Educación del Ayuntamiento de Agüimes. Desde esa primera línea observa cómo se incrementa cada día el número de familias que necesitan de la ayuda social, toda vez que han perdido todos los ingresos que entraban en sus casas. En su trinchera se amontona el trabajo, que se salva "con un equipo de trabajadores sociales, educadores y psicólogos comprometidos con la situación que se está viviendo", afirma. Junto a ella dos de las integrantes de ese equipo, Celia Morán y Migdalia Hernández, están en plena ampliación de su jornada laboral semanal. "Ahora tenemos que ir a una vivienda en la que ha fallecido un señor y no hay dinero para enterrarle", explican. Ese sepelio lo pagará el Ayuntamiento, pero está llegando el día en que la falta de fondos impedirá hacerlo.

Si Rita está en la primera línea, Celia y Migdalia son pura infantería. "Nosotras trabajamos en las casas y vemos que las neveras se están vaciando, que cuando se estropea algo básico no hay para reponerlo", relata la primera.

La precariedad se extiende como una epidemia por estratos y condiciones sociales. Morán, educadora de familias, lo certifica y su compañera Migdalia pone el ejemplo certero: "Antes podían ser mayoría las madres que se dedicaban a las tareas del hogar y a las que una separación dejaba sin medios económicos. Ahora son padres y madres con hijos a su cargo, a los que la falta de empleo dificulta poder pagar la casa, la luz, el agua y hasta la alimentación diaria básica".

Los medios de los que disponen los ayuntamientos para atender esas necesidades no son infinitos. Menos aún cuando se van a quedar sin la partida para emergencia social que aportaba el Gobierno de Canarias. La incapacidad de ofrecer una respuesta a aquellos que más la necesitan es otra losa con la que deben lidiar los servicios sociales municipales.

"Algo se quiebra por dentro cuando se sientan a contarte cómo les ha cambiado la vida y lo hacen con la mirada perdida o cuando te lloran desde el alma", afirma Rita Estévez. A su juicio, la solución no está en un banco de alimentos, "eso es solo una ayuda", afirma la concejala, porque en muchos de los casos "no tienen para comprar el material escolar, unas gafas o unos zapatos", señala la concejala.

Los recursos familiares se han ido evaporando y atrás queda el tiempo en que "si el abuelo tenía una buena pensión", la economía familiar se apoyaba en ella "o en un hermano mayor". Ahora "se están quedando todos en el paro, se están agotando los recursos y la situación cada día se ve peor", afirma Celia Morán. Ese círculo de carencias conlleva otras situaciones indeseables. "Surgen los problemas en la relación de pareja o el bienestar de los niños", enumera Rita Estévez.

En un stand cercano, dos voluntarias recogen firmas por el futuro de las escuelas infantiles municipales. Tratan con ello de que el Gobierno de Canarias recapacite y mantenga la partida con que colaboraba con estos centros en los que los canarios dejan a sus hijos de entre cero y tres años. Solo en Agüimes hay 138 familias usuarias de estos centros. "Había que ver su cara cuando les contábamos lo que se venía encima", afirma la responsable de Servicios Sociales.