Soria parece hiperactivo desde que fue nombrado ministro. Anunció hace unos días que su primera "visita oficial" sería a Gran Canaria, y así fue. Aquí vio a todo el mundo. La Delegación del Gobierno se llenó ayer de invitados como nunca para una toma de posesión. No era a Bento a quien querían ver, sino a Soria, la rutilante estrella en el nuevo firmamento mariano.

A las diez de la mañana arrancó con una entrevista con su viejo aliado Paulino Rivero, el presidente con el que tuvo sus más y sus menos durante meses. Acabaron mal, pero ayer se les veía en actitud solemne y cooperativa. Curiosamente, la reunión apenas duró media hora, pero a la vuelta de la misma ambos pontificaron sobre todo de lo que preguntaron los periodistas: bonificaciones aéreas, recortes, regasificadora, extracciones de petróleo, REF.

Todos esos asuntos fueron abordados por ambos, unos más y otros menos, y lo interesante es que parecía haber sintonía o algo así en cada uno de ellos. En fin, Paulino Rivero no bajó a recibir al ministro a la puerta, como sí hicieron el alcalde Cardona y el presidente insular, Bravo de Laguna. Qué menos.

Sobre la Delegación del Gobierno revoloteaba un helicóptero de la policía a la hora de la toma de posesión de Bento y algún despistado pensó que por allí andaban los Reyes, más que nada por el despliegue de seguridad.

A la Delegación llegaron todos, para ver al ministro, claro. Ya se sabe, es bueno tener amigos en todos los sitios. Por ejemplo, Francisco Hernández Spínola, consejero de Presidencia, fue a la toma de posesión para saludar a Soria, pero no había muchos socialistas más. Pero sobre todo había mucha muchachada pepera.