Canarias, ¿un nuevo Golfo de México?" Este es el título utilizado por Greenpeace en su reciente informe sobre las prospecciones petrolíferas frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura, en el que alerta de los riesgos medioambientales de este "experimento tecnológico" alentado por el ministro canario de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, y cuya ejecución correrá a cargo de Repsol.

El documento, elaborado por una de las más importantes organizaciones ecologista del mundo, sostiene que la tecnología y métodos de trabajo que se utilizarían en la explotación petrolífera canaria no ofrecen ninguna garantía y no duda en considerar que un vertido en la zona podría fácilmente alcanzar las costas del Archipiélago.

Las alegaciones que presenta Greenpeace en su documento inciden fundamentalmente en el peligro de las exploraciones y extracciones a la profundidad en que se harán frente a las costas canarias, es decir, a más de 3.500 metros. De ellos, la mitad bajo el fondo oceánico. Los argumentos y datos que aporta contradicen buena parte de la información esgrimida por Repsol en las últimas semanas.

Según Greenpeace, "el experimento tecnológico del ministro Soria es intrínsecamente peligroso e irresponsable". Sectores como el turismo o la pesca se verían gravemente afectados por una posible "contaminación crónica" derivada de la explotación de los pozos, en tanto que se apuesta por la producción y uso de las energías limpias y renovables, cuyo desarrollo en Canarias tiene grandes posibilidades.

El informe verde asegura que las operaciones en aguas profundas suponen "enormes riesgos de vertidos, incendios y contaminación" como cree que ha quedado demostrado con el hundimiento de la plataforma de BP en el golfo de México hace dos años.

Una de las razones fundamentales de estos riesgos son los "graves defectos de diseño" de las válvulas de seguridad (BOP) que deben cortar y sellar la tubería en caso de pérdida de control del pozo porque "no están diseñadas para funcionar en aguas profundas". Esta es una de las conclusiones de la comisión nacional que investigó en EE UU el desastre de la plataforma Deepwater Horizon de BP.

El informe oficial del Gobierno norteamericano incluye testimonios de responsables y directivos de BP que reconocerían claros y evidentes fallos en los controles medioambientales e insuficientes garantías frente a accidentes o eventualidades.

En las fronteras

"La industria energética está claramente trabajando en las fronteras de la geología, la geografía y la tecnología", afirma un ex directivo general de BP, mientras que el jefe de operaciones de la compañía asegura que, pese a que teóricamente se conocían las técnicas para tapar una fuga, "la dificultad está en que no habían sido probadas a esa profundidad", similar a las perforaciones que se harán frente a las costas canarias.

El informe oficial norteamericano sobre el desastre de BP que cita Greenpeace concluye señalando que "en la actualidad la industria del petróleo y del gas carecen de los procesos necesarios para evaluar adecuadamente los riesgos integrados relacionados con la perforación de un pozo en aguas profundas".

El informe de Greenpeace sobre el petróleo en Canarias recuerda que el vertido del golfo de México alcanzó las costas a más de 250 kilómetros del pozo accidentado, lo que indicaría que no hay ninguna duda de que un vertido a 60 kilómetros podría llegar fácilmente a Lanzarote y Fuerteventura.

Además, recuerda que para la respuesta al vertido de BP años hicieron falta más de 6.000 barcos y unas 50.000 personas. "Canarias, al ser región ultraperiférica, podría encontrarse en una situación indefensa ante un vertido de esas características".

El informe asegura que ante cualquier vertido en la zona de operaciones de Repsol en aguas canarias se necesitarían equipos de perforación especiales para generar pozos de alivio a las profundidades señaladas, siendo los más cercanos en este caso los de Sierra Leona, a por lo menos 2.500 kilómetros.

Es decir, "podrían verterse miles de barriles de crudo cada día mientras se espera la llegada de estos equipos", señala el informe, dado que "la perforación de pozos de alivio a una profundidad de entre 1 y 3 kilómetros bajo el lecho marino tardaría, en el mejor de los casos, aproximadamente un mes".