Hoy se cumple el primer aniversario del movimiento 15-M, un fenómeno social que despertó conciencias para protestar contra la crisis. Hace un año miles de ciudadanos dejaron a un lado la resignación y el derrotismo y pasaron a la acción. El pasado fin de semana manifestaciones en todo el país intentaron retomar el impulso de las protestas callejeras y las asambleas ciudadanas, ya en decadencia. En Canarias unas 7.000 personas se sumaron a las manifestaciones del aniversario después de un año de languidez pese a las reformas marcadas por el Gobierno los últimos meses.

"Yo soy uno del 99%". Así se identifican los simpatizantes de esta plataforma global, cuya vida aseguran que está controlada por el otro 1%, que representa a políticos y mercados. Creen que el 15-M no ha fracasado, sino que su llama sigue viva. De hecho, su argumento "está socialmente vivo", según el sociólogo Aniano Hernández, que considera que los partidos políticos tradicionales sí escuchan al 15-M, "incluso le temen, pero no son capaces de materializar sus reivindicaciones".

A su entender, el fenómeno "no ha terminado de cuajar porque no hay una campaña sostenida de las manifestaciones públicas". Igualmente, cree que el 15-M tiene un "fuerte componente metropolitano y central (Madrid y Barcelona) y es más débil en la periferia", en regiones como Canarias.

El germen del 15-M se remonta a movilizaciones previas convocadas en Madrid por Democracia Real Ya (DRY), que exprimió el potencial de las redes sociales para organizar una movilización el 15 de mayo de 2011. La protesta coincidió con las elecciones autonómicas y locales del 22 de mayo. Precisamente ese contexto animó a canalizar la desafección por la política. El 15-M se convirtió en un éxito de convocatoria y condicionó la campaña. ¿Pero ahora?

Un año después, más de 80 ciudades españolas y 50 países han repetido desde el pasado sábado casi las mismas escenas, no exentas de incidentes como los desalojos por la Policía en la Puerta del Sol, sede del movimiento. Sin embargo, la capacidad de convocatoria no es la misma.

En sus inicios, DRY se vio desbordada, sobre todo porque sus seguidores no querían dirigentes. Surgió el movimiento 15-M y empezaron las primeras fricciones. En Gran Canaria, Acampada San Telmo no reconoció a DRY, se autodenominaron 15-M y sumaron a más partidarios.

Otros colectivos que ya existían con anterioridad en la Isla crearon una tercera pata, una coordinadora que pretendía confluir ambas corrientes y otras agrupaciones. En cambio, Acampada San Telmo tampoco reconoció esta organización y terminó por disolverse. Se evoluciona entonces hacia una organización de asambleas por barrios y pueblos. Este sistema de asamblearismo horizontal (una persona, un voto) hace que sus miembros sean reacios a dar sus nombres y cuando lo hacen aclaran que hablan "a título personal". No hay orden ni jerarquía, nadie es líder ni portavoz, sólo ciudadano. Su filosofía choca con lo establecido y algunos adeptos confiesan que esta fórmula de participación tan abierta no da pie a tomar un cuerpo organizativo, por lo que pierde eficacia. "Estamos aprendiendo a funcionar en asamblea", reconoce el joven Magec Borges, de la asamblea de la capital grancanaria, y admite que con este sistema "la democracia es más lenta, pero más justa". Pero "no basta con indignarse y manifestarse, hay que actuar", aseguró su compañero Yapci.

El miembro de la Red Ciudadana Democracia en Movimiento Juan Manuel Brito estima que la primera fase del 15-M, que sitúa hasta las elecciones del 20 de noviembre, "fue de explosión porque sacó al debate público problemas de la política española y canaria", al que hicieron frente parados, estudiantes, amas de casa, jubilados y funcionarios, entre otros. Según él, este día marcó un antes y un después y ha hecho que "hoy la protesta caracterice la vida política española".

Al abrigo del 15-M se han visto reforzados numerosos colectivos sociales y partidos que hasta el momento tenían menor presencia en las Islas, tales como Izquierda Unida, Canarias por la Izquierda y Alternativa sí se puede, y también de índole anarquista y sindical. En su primer cumpleaños el 15-M llama a la unidad de todos los grupos que la secundan, pues la división vigente es "la principal garantía de una derrota indefinida", sostienen.