La canariedad sigue muy presente en la sociedad. Así lo demostraron ayer los residentes y usuarios del Centro Sociosanitario El Pino que durante unas horas se inundó de folclore y papas con mojo. Los mayores se integraron en la celebración del Día de Canarias en la que no sólo fueron meros espectadores, sino que eligieron la decoración, las canciones y los bailes. Más de 300 personas se unieron para recordar las tradiciones que, según los más mayores, se pierden con el paso del tiempo o lo que es peor, se pervierten, como sucede con los trajes típicos.

Rosario González lleva cinco años en el centro, pero cada Día de Canarias lo celebra como si fuera el primero. Vestida de típica, cantaba y aplaudía emocionada el repertorio que interpretaban los diferentes grupos que pasaban por el escenario. "Lo importante es lo feliz que es, se lo pasa muy bien, canta como una loca", bromea su marido, José Trujillo, también vestido de canario, que fue a acompañarla durante este día tan especial para ella.

Fue un evento intenso con desayuno, almuerzo, merienda y mucha esencia canaria. Un acto que sirvió para realizar nuevas amistades y para reactivar el cerebro recordando viejas canciones. Todo comenzó a primera hora con el Grupo Génesis que dio la bienvenida a los asistentes. Después de la apertura oficial, llegó la fiesta de la mano de los alumnos del Colegio Claret que ilusionó a los más mayores. También los invitados tuvieron la oportunidad de subirse a caballo y oír al grupo Los Chumberos.

Domingo Jorge Tacoronte, de 84 años, revivió durante unos minutos su experiencia sobre el terrero. "Estuve unos 12 años luchando. Todavía veo la luchada, pero no me gusta cuando sale gente demasiado fuerte, porque creo que lo importante en este deporte es el ingenio", comenta sentado entre el público junto a su mujer. "Hay que defender las tradiciones porque si no, se pierden y es una pena que tantos años se queden en nada", añade. Y es que también hubo un momento para los deportes autóctonos, como la lucha canaria con una peculiar exhibición.

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Para reponer fuerza tras el ejercicio físico nada mejor que gofio, papas con mojo y pescado. Un menú que no es tan común como quisieran los residentes del centro, ubicado en la antigua clínica de El Pino. Dentro del inmueble, gestionado por el Grupo Sanitario ICOT, existen 395 plazas distribuidas entre la Residencia y el Centro de Día y en los ámbitos de Mayores, Demencia y Salud Mental.

Según los profesionales de la residencia este tipo de actividades son muy beneficiosas, especialmente para evitar la exclusión. "Queremos que tengan un ocio activo. El objetivo es romper barreras sobre todo las mentales. Para ello queremos que sean partícipes en todo lo que consisten los preparativos como la propia fiesta en sí", apunta Leticia Sánchez, animadora sociocultural.

El objetivo se consigue: "Ahora voy a cantar con el coro. Me parece maravilloso todo el acto. Nos permite una unión entre todos", decía Matilde Suárez, residente de 80 años, que tampoco dudó en ponerse el traje típico. "Me costó encontrar el vestido, pero aquí estoy", señaló.

Los ingresados en el área de Salud Mental también acudieron al acto y se integraron con el resto de los participantes. "Lo estamos pasando muy bien. No tenía muchas ganas de venir, pero no me arrepiento porque he aprovechado para conocer a mucha gente. Hay muy buen ambiente", opinaba Juan José González Pacheco, que no se atrevió a ponerse de típico.