La Guardia Civil seguía de cerca el flujo del dinero procedente de Miami, pero Leonardo A. R. no lo sabía. Este empleado jubilado de banca, de 68 años, nacido en el municipio grancanario de Moya, puso "toda su lealtad al servicio de un delincuente", según establece la Audiencia Nacional en una sentencia que le condena a tres años de cárcel por blanquear entre 2001 y 2006 el dinero de la mafia cubana instalada en Florida. Ese delincuente no es otro que José Rodríguez Battle, uno de sus capos más importantes.

Ese fallo judicial, que fue dictado en marzo de 2011, ha sido ratificado ahora por el Tribunal Supremo. Los jueces describen en 20 páginas un delito de blanqueo de capitales de libro, en el que el testaferro canario del clan Battle "demostró pericia e imaginación criminal" para invertir casi tres millones de dólares en productos financieros y propiedades inmobiliarias.

El gángster, de origen cubano y primo segundo del empleado de banca, viajó en junio de 2001 con su mujer y su madre a la capital grancanaria para entrevistarse con su pariente. Así empezó una relación en la que ambos acordaron un plan de "ocultación, conversión y reinversión" de los fondos captados por la banda criminal.

En total se constituyeron siete empresas, dos de ellas radicadas en Panamá para ocultar a sus verdaderos titulares (Ivercan y Corvo Business), tres en Gran Canaria (Procanamer, Corvo Negocios y Mogán Negocios) y dos en EE UU (Voltaire Trading and Investment y Aztez Financial Enterprises).

El dinero, remitido desde bancos situados en paraísos fiscales como Panamá, Suiza o las Antillas Holandesas, llegaba a cuentas corrientes abiertas en sucursales de Gran Canaria a nombre de sociedades distintas a las remitentes. Leandro recibía los fondos de su primo en dólares, pero luego los depositaba a plazo fijo en euros y esperaba a que surgiera alguna oportunidad inmobiliaria "interesante". También se solicitaban créditos personales para dar apariencia de legalidad a sus negocios y devolver el dinero a Miami. En total abrió 17 cuentas en tres entidades financieras: Banca March, Banco Pastor y Caja de Ahorros del Mediterráneo.

El testaferro comenzó trabajar con Banca March, donde realizó varias operaciones a plazo fijo y abrió hasta seis cuentas en dólares y euros, pero la entidad le puso reparos en 2004, pues consideraba no apropiado ejecutar esas transacciones con un antiguo empleado. Por eso se llevó los fondos al Pastor en un cheque por importe de 2.853.178 dólares.

Además, en 2004, fueron detenidos todos los cabecillas de la organización criminal en Miami, por lo que Leonardo creó nuevas empresas y abrió nuevas cuentas para tratar de eliminar cualquier vínculo con el clan de los Battle, que tenían congelados sus bienes por un juez de Florida.

Dos años después, en 2006, la Guardia Civil halló en un piso de Siete Palmas tres bolsas de deporte con más de dos millones de euros. En esa casa de la capital grancanaria vivían Leonardo y su mujer. Ahora se sabe que era una de las propiedades compradas por la mafia para blanquear su dinero. Lo mismo hicieron con una finca en Mogán y otro solar en la capital.