Los preparativos para la intervención militar internacional en el norte de Malí registran esta semana un avance importante. Por un lado, la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (Cedeao), organismo que aglutina a quince países africanos, acaba de aprobar -el pasado domingo- el plan militar y ya se van conociendo algunos de los perfiles del operativo previsto. Por otro lado, hoy jueves se celebra una reunión de los ministros de Exteriores de España, Francia, Alemania, Polonia e Italia en París con una amplia representación del Gobierno de Malí para definir el apoyo europeo a esta intervención militar.

Los países africanos han cumplido esta semana con las exigencias planteadas por la ONU en septiembre. El Consejo de Seguridad aprobó una resolución en la que daba 45 días a la Cedeao para elaborar un plan de intervención militar en el norte de Malí, una vasta zona del Sahel controlada desde el pasado mes de abril por grupos armados de corte salafista que lograron expulsar al Ejército regular y donde están aplicando una versión radical de la ley islámica o sharia que incluye las lapidaciones por adulterio y los castigos corporales, provocando con ello un masivo éxodo de la población, unas 300.000 personas, y una crisis humanitaria. Y el domingo, los jefes de Estado de la Cedeao daban su visto bueno al plan pedido por la ONU.

Detalles

Ya se saben algunos detalles. Los países africanos prevén el despliegue de unos 3.300 soldados sobre el terreno, cifra que se podría ampliar hasta los 5.500. Los países que ya se han comprometido a enviar destacamentos son todos vecinos de Malí convencidos de la necesidad de acabar con el santuario del terrorismo en que se ha convertido el Sahel porque ya están sufriendo la extensión del yihadismo dentro de sus fronteras: Nigeria, gran potencia militar regional sacudida por la violencia sectaria de Boko Haram; Níger, junto con Malí uno de los grandes refugios del terrorismo salafista; y Burkina Faso, país más próximo a la zona más caliente y fuertemente implicado en los intentos de resolución de este conflicto.

En esta misma línea, Togo y Senegal también han anunciado el envío de tropas. Más complicado será contar con la participación de otros países africanos no miembros de la Cedeao a quienes se pretende implicar en el operativo, como Mauritania, Argelia, Chad o incluso Sudáfrica. Hasta ahora, la participación de tropas occidentales en el despliegue en el terreno ha quedado descartada.

Se conoce ya el plazo previsto para la intervención militar, fijado en un año, aunque queda por desvelarse el último misterio, cuándo comenzará la operación. El plan militar deberá ser sometido ahora a la consideración del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que tiene que debatir una resolución autorizando el uso de la fuerza, lo cual parece bastante probable, bien a finales de noviembre o ya entrado diciembre. Aunque el presidente de la comisión de la Cedeao, el marfileño Kadré Desiré Ouedraogo, ha asegurado que el despliegue puede comenzar en cuanto se produzca el visto bueno de Naciones Unidas, los expertos dudan de que la intervención comience este año y consideran que hacen falta aún unos meses para que se inicien las hostilidades.

El principal argumento para retrasar el inicio de la operación militar es la falta de preparación y medios del Ejército de Malí, quien según el plan militar es factor clave y decisivo en la "recuperación del norte". Por ello se espera que Occidente pueda jugar un papel importante en materia de formación de las tropas malienses. Y esto es precisamente lo que se espera que aprueben los ministros de Exteriores europeos en la jornada de hoy: el envío de 200 soldados y oficiales para formar al Ejército malí. Y este adiestramiento llevará aún cierto tiempo.

Falta también por concretarse la participación estadounidense en el conflicto, país dispuesto a usar su potencial aéreo para reducir la capacidad de respuesta de los grupos terroristas que se han hecho fuertes en el Sahel. Aquí es donde entra en juego el uso de las bases naval y aérea de Gando y Las Palmas de Gran Canaria como posible punto de abastecimiento para las incursiones aéreas estadounidenses.