La inminente aprobación de la Ley de Renovación Turística, que el Parlamento de Canarias debatirá el próximo martes, ha provocado un profundo descontento en los empresarios grancanarios, que se sienten tratados como "ciudadanos de segunda". La norma sólo permite la nueva construcción de hoteles de cinco estrellas, bajo el argumento de que se debe propiciar la renovación de la planta alojativa obsoleta. El sector en Las Palmas reclama las cuatro estrellas, y lamenta, en general, el diseño de una regulación que fomenta "una incertidumbre absoluta". No todos los empresarios se manifiestan públicamente sobre la reforma, pero su rechazo es palpable.

Santiago Santana Cazorla, líder de la firma Hermanos Santana Cazorla, resumió en pocas palabras el sentir empresarial en la Isla. "En Gran Canaria somos ciudadanos de segunda", afirmó para dar su evaluación a la ley. No fue el único que en la jornada de ayer mostró sus críticas a la misma. Santiago de Armas, presidente de IFA Hotels, comentó que "se consolida la moratoria, y llevamos una barbaridad de tiempo sin poder planear nuevas edificaciones. Se deja una vía de escape con los hoteles de cinco estrellas, algo que ya estaba en la última ley, y, sin embargo, no hemos visto que hayan reaccionado muchos construyendo este tipo de establecimientos".

De Armas añadió que "se habla de fomentar la rehabilitación, pero no creo que ésta sea la fórmula adecuada para ello", y subrayó lo que se entiende como otra de las deficiencias de la nueva norma: "hay una incertidumbre absoluta", manifestó, "el que ha rehabilitado antes de la ley no tiene incentivos, hay una indefinición en cuanto al número de camas que se contemplan...". También se quejó de que "en Gran Canaria hemos sufrido varias moratorias, como el Plan de Ordenación de San Bartolomé, el Plan Insular, que ha supuesto una paralización de licencias, o la ley aún en vigor. A día de hoy, hay un desequilibrio con la provincia de Santa Cruz de Tenerife", concluyó.

De otra forma lo comentó el presidente de los empresarios extrahoteleros de la provincia, y uno de los vice presidentes de la Federación de Hostelería y Turismo de Las Palmas, Tom Smulders, quien afirmó que "no tenemos consolidada una geopolítica en el Archipiélago, no hay un consenso. Los pleitos fraternales van a ser la razón indudable de la mutilación y el daño del sector, de por vida".

Parte del mismo señala cómo en Tenerife sí se ha desarrollado una planta de establecimientos de cuatro estrellas, que se entiende cómo el producto más demandado hoy por el turista extranjero, mientras que ahora se frena la construcción de nuevos hoteles de esa categoría, lo que, en este discurso, castigaría más a Gran Canaria.

Smulders explicó que "no se puede diseñar a Gran Canaria como un destino de gran lujo porque así lo quieren nuestros vecinos. Esta Isla es y será un destino de masas, lo quieran o no, y en ella tienen que tener cabida todo tipo de ofertas alojativas".

Expresadas las protestas, el empresariado grancanario no tiene demasiada fe en que la Ley, a punto de debatirse, pueda experimentar cambios sensibles. Pese a que Coalición Canaria en la Isla reclama un "esfuerzo de consenso" al Ejecutivo que preside el nacionalista Paulino Rivero; que el PSOE -su socio en el Gobierno- también aceptaría soluciones para autorizar la construcción de hoteles de cuatro estrellas; y que los partidos en la oposición, Partido Popular y Nueva Canarias, exigen el freno a la norma en proyecto, tal como está concebida. "Dudo de que haya posibilidad de cambiar la ley, después de nuestros últimos contactos con el Gobierno", confesó De Armas.

El ambiente político sí se ha caldeado con el descontento del sector. CC reúne este lunes a su comité permanente insular, al que asistirá la que hoy es su única diputada en la Cámara regional, María del Mar Julios. Se pretende forzar un giro de última hora en la reforma turística. Es un intento in extremis, que también alienta el Cabildo de Gran Canaria. Su consejero de Turismo, Melchor Camón, aportaba un dato esta misma semana que refuerza la tesis de los empresarios: la mitad de los turistas piden alojamiento en hoteles de tres y cuatro estrellas. Los que no se pueden edificar.