La política canaria está viviendo uno de los momentos de más incertidumbre de los últimos tiempos y en permanente espera de acontecimientos para saber cuál puede ser su futuro a medio y largo plazo. Los procesos internos para la designación de candidatos en los partidos, con dos días consecutivos de vértigo en las filas de los dos socios de Gobierno, PSC y CC; la crisis de opinión pública y ausencia de liderazgo en la mayoría de ellos; el enfrentamiento institucional con el Estado; la crispación en el Parlamento regional; y la incógnita sobre los próximos procesos electorales por la imparable irrupción de nuevas propuestas políticas o de las hasta ahora irrelevantes, como Podemos e IU, -más el ascenso del Nueva Canarias- dibujan un escenario hasta ahora desconocido. Un horizonte que se afronta con una situación también inédita como es la de tener a los líderes de los dos partidos que sostienen al Gobierno en retirada y que dejan también huérfano de liderazgo al propio Ejecutivo al tratarse, nada menos, que de su presidente y de su vicepresidente.

La derrota de Paulino Rivero en el seno de CC por la candidatura a la Presidencia del Gobierno para las elecciones de mayo de 2015 frente al tinerfeño Fernando Clavijo, y la renuncia a su vez del secretario general del PSC, José Miguel Pérez, a competir en las primarias de su partido por esa misma candidatura abren una dinámica nueva de consecuencias imprevisibles tanto de cara a las propias elecciones, como en relación con la agenda política canaria en lo que queda de legislatura.

Fin de etapa

Como dicen muchos de los dirigentes consultados, la retirada de Rivero y de Pérez no tiene por qué tener consecuencias en la estabilidad parlamentaria de apoyo al Gobierno en los ocho meses de legislatura que restan, pero sí va a tener incidencia sobre muchas de las materias que debe gestionar aún el actual Ejecutivo hasta entonces, al tiempo que marcará sin duda las claves del debate político en la inminente campaña electoral para las autonómicas, insulares y municipales del próximo mes de mayo.

Nacionalistas y socialistas sostienen que el Gobierno ha funcionado con plena coherencia interna y total estabilidad parlamentaria durante toda la legislatura y que el anuncio de que su presidente y su vicepresidente no volverán a ser candidatos no debe interferir en la dinámica de las consejerías. Pero sí reconocen que puede transmitir una sensación de fin de etapa que anule o dificulte el impulso político a medio y largo plazo.

Es decir, el Ejecutivo va a tirar mal que bien sin problemas hasta mayo, pero no podrá abordar con intensidad y visión estratégica asuntos que vayan más allá de la gestión del día a día. Asuntos que estaban marcando el debate político en los últimos meses y que tienen aún mucho recorrido, como las prospecciones petrolíferas en aguas canarias, la financiación autonómica, la privatización de los aeropuertos, el nuevo REF, la reforma del Estatuto y el sistema electoral, los planes turísticos o la planificación de nuevas inversiones, entre otras materias, no van a poder abordarse de la misma forma que si Rivero y Pérez volvieran a concurrir a las próximas elecciones. Porque nadie tenía la menor duda de que ese escenario ahora descartado conllevaría de forma automática la reedición del pacto entre nacionalistas y socialistas.

La sensación de inestabilidad es el precio a pagar por los procesos democráticos internos de los partidos, algo que no ocurre en el PP, donde el líder decide y designa, coinciden en señalar la diputada regional de CC María del Mar Julios y el diputado nacional del PSOE Sebastián Franquis.

Y es que la situación creada por las marchas de Rivero y Pérez adelanta en varios meses los tiempos muertos que se suelen abrir en los procesos electorales, porque no es lo mismo a efectos del funcionamiento del Gobierno una campaña con los hasta ahora líderes de CC y PSC como candidatos, que un proceso electoral con ambos de retirada y amortizados políticamente, según señalan desde el PP. Según este análisis, Canarias va estar casi un año con un Ejecutivo "en funciones" hasta la toma de posesión del nuevo gobierno en junio del 2015, eso si las negociaciones de los pactos no retrasa aún más el proceso.

Para los populares, la legislatura autonómica está prácticamente agotada porque ahora los nuevos candidatos de CC y PSC condicionarán las últimas decisiones del Ejecutivo y querrán tener algo que decir en toda la iniciativa política de estos meses.

Una de las primeras cuestiones que deberá abordar en las próximas semanas este Gobierno con sus líderes en retirada son los presupuestos regionales para el próximo año, importantes porque deben marcar la pauta de la salida definitiva de la crisis y porque los va a gestionar otro gabinete. En ese marco, pueden surgir dudas en CC y en el PSC sobre quién debe decidir los criterios de elaboración de esas cuentas y el grado de participación que deberían tener los candidatos.

Agenda institucional

En otro ámbito, esta nueva etapa de crisis de liderazgo pone en entredicho, como mínimo, toda la agenda del presidente en relación con el Estado. De esta forma, Paulino Rivero celebrará previsiblemente en unas pocas semanas sendas reuniones con el jefe del Ejecutivo central, Mariano Rajoy, y con el nuevo monarca, Felipe VI, sin peso político como interlocutor y muy limitado en su capacidad de presión y de negociación en todos los asuntos pendientes con Madrid.

Una de esas cuestiones de tensión con el Estado es la autorización definitiva para que Repsol realice prospecciones petrolíferas frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura, que se llevarán a cabo antes de fin de año y sobre las que Rivero ha mantenido buena parte de su iniciativa política de los últimos tiempos. La nueva situación podría dejar muy desactivada esa campaña al menos hasta después de las elecciones, cuando las catas ya se hayan realizado y el debate se coloque en otra dimensión. Pero es otro de los temas en los que será muy diferente una campaña electoral con Rivero como candidato de CC, a otra sin él.

Para el PP, tanto en esta cuestión como en muchas otras la marcha de Rivero abre nuevas expectativas, particularmente en el campo de los futuros pactos, porque su sustituto, Fernando Clavijo, representa el ala más moderada de los nacionalistas y podría sentirse más cercano a los conservadores, sobre todo en un hipotético y probable escenario en el que el líder de los populares canarios, José Manuel Soria, tampoco sea candidato y se mantenga al frente del ministerio de Industria, Energía y Turismo. Cabe recordar que aunque la convivencia entre nacionalistas y socialistas en el Gobierno ha sido notable, el pacto CC-PSC en el conjunto del Archipiélago no ha dejado de crujir en toda la legislatura, con rupturas y desencuentros constantes en cabildos y ayuntamientos. Pero ambos socios en el Ejecutivo regional creen que es prematuro aventurar posicionamientos en este momento. "En CC tenemos claro que los pactos se hacen después de escuchar a los ciudadanos, pero si el PP sigue así es muy difícil que pueda pactar con cualquier fuerza política en las Islas", afirma Mar Julios. "No está tan claras las preferencias de Clavijo por el PP", asegura Franquis, quien no duda de que los populares "se van a trabajar a fondo" al nuevo candidato nacionalista. Pero cree que el actual alcalde de La Laguna estará muy condicionado por el apoyo que le han prestado dirigentes insulares, sobre todo de Lanzarote y Fuerteventura, que ni por asomo contemplan pactar con Soria.