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Análisis ¿Cuál será el resultado?

Comienza el partido

Comienza el partido

En todo gran partido hay siempre un momento especial, un momento casi mágico: el instante en que el duelo comienza. El árbitro da la orden de empezar, los jugadores mueven el balón, los espectadores retienen la respiración, tensos por la emoción y la expectación por el resultado, y el locutor, elevando la voz, oficia el gran momento: "¡Comienza el partido!".

El otro gran partido, las cuatro sucesivas convocatorias electorales en España, también acaba de empezar. Se ha iniciado en la primera semana de marzo con las elecciones de Andalucía. Estamos en plena campaña y el próximo domingo, día 22, los andaluces irán a las urnas y entonces sabremos lo que piensan y lo que deciden. Estamos jugando, pues, el primer cuarto, porque esto se parece más a un partido de baloncesto, con sus cuatro cuartos, que de fútbol, con solo dos tiempos.

De aquí a final de año soportaremos no solo cuatro votaciones, sino además cuatro largas e interminables campañas electorales. De esas que amenazan con agotarnos hasta el límite del aburrimiento. Se repiten los chistes fáciles, los chascarrillos y las descalificaciones, hasta el punto que es necesario realizar un gran esfuerzo para encontrar entre tanta nadería alguna idea interesante. Parece que los actores se refugian en el ataque al contrario para no tener que enseñar las propuestas propias. Como alguien señaló: "Son tiempos en que los políticos se colocan un disfraz, no se sabe bien si para engañarse a sí mismos o a los demás".

¿Quién ganará?

Pero al margen de que la representación sea mala, conviene no despreciar los sucesivos resultados electorales porque las decisiones van a ser importantes para el futuro del país. En una situación delicada y difícil, los institutos de opinión están desconcertados y más confusos que nunca. España está en un profundo proceso de cambio pero nadie sabe a dónde se dirige.

El domingo pasado, la encuesta de Metroscopia en El País produjo terremotos de inquietud en los altos círculos del poder. Ofrecía sorprendentes resultados: Podemos, PSOE, PP y Ciudadanos, prácticamente empatados y en ese orden. El efecto de miedo y preocupación fue tan grande que durante esta semana todos los comentaristas del sistema utilizaron los más diversos argumentos para quitarle hierro al asunto e intentar tranquilizar.

En el laudable esfuerzo por quitar sustos y evitar desmayos, don Carlos Malo de Molina, presidente de Consultores Internacionales de Marketing Político y de la empresa Sigma-Dos, el otro gran instituto de opinión que compite con Metra-Seis, salió a poner calma con propuestas y consejos que alejaban el desastre. "No se inquieten -dijo-, a pesar de las turbulencias políticas, el resultado electoral del próximo noviembre creo que será el siguiente: el PP, entre el 30-35% de los votos; PSOE y Podemos, entre el 18-22%, cada uno; y Ciudadanos, entre el 8-10%". El señor Malo de Molina mezcló ideología, estadística e intereses y nos lo explicó con todo lujo de detalles: "El Gobierno del PP ya ha dejado claro que la recuperación es un hecho. Y en la medida que se vaya consolidando irá recuperando progresivamente sus votos. La mayoría absoluta ya no es posible, pero el PP podrá gobernar como el partido más votado, con una mayoría suficiente. Por otra parte, Ciudadanos es flor de un día". Y añadió: "El PSOE vive en la confusión, ya no sabe si es de centro izquierda o de izquierda. De ahí su retroceso. Y Podemos sin duda se irá desinflando, porque no es lógico que un grupo de radicales de izquierda recoja toda la indignación sin que se analice su consistencia".

Hay que reconocer que estos expertos saben mucho, acumulan datos y experiencia. Y, por tanto, no conviene despreciar sus previsiones. Pero también hay que plantearse la duda razonable de si no caen en eso que los ingleses llaman wishfull thinking, el pensamiento deseado. Mejor traducido: confundir los deseos con la realidad. Sobre todo en un tiempo en que España está viviendo una realidad tan singular. En cualquier caso, el análisis de Malo de Molina centra lo que va a ser el debate clave de la batalla electoral: ¿conseguirá el PP recuperar a su electorado mostrando los primeros resultados de la recuperación? Y, por su parte, ¿el PSOE, Podemos y Ciudadanos conseguirán convencer a los electores que los llamados beneficios de la recuperación van solo a una minoría y los grandes costes de la crisis los sufrió la gran mayoría?

Primer cuarto: Andalucía

Los socialistas adelantaron las elecciones andaluzas solo para mostrar que, si ellos ganan, pueden ganar también en el resto del país. Y que, además, no necesitarán pactos para gobernar. El próximo domingo se conocerá el resultado, pero ya sabemos que Susana Díaz no alcanzará la mayoría absoluta a la que aspiraba. El PP cae en picado y muestra su crisis, mientras Podemos y Ciudadanos irrumpen con fuerza en el parlamento de Andalucía. Por desgracia, la campaña electoral ya ha sido un anticipo de las que vamos a soportar a lo largo del año. Mucha anécdota y chiste barato, pero nadie habla de la cuestión esencial: la profunda crisis de una comunidad como Andalucía, con décadas de gobiernos socialistas que solo han servido para consolidar un modelo económico y político clientelar y subsidiado. Basado en un moderno reparto de "la sopa boba": Planes de Empleo Rural, EREs y los fondos de los cursos de formación. Modelo que conduce inevitablemente a la degradación y corrupción de la política y a las cifras de paro mayores de Europa. No debemos olvidar que le sigue Canarias, que ocupa el segundo lugar en índices de paro y con un parecido problema de economía débil y subvencionada que exige urgentemente profundas reformas.

Ante este panorama sombrío, los políticos se lucen con brindis al sol. En sus mítines andaluces, Rajoy utilizó el recurso del miedo y advirtió con que viene el lobo: "Caminamos hacia atrás en la historia: vuelven los de 1917". Es decir, los bolcheviques asaltando el Palacio de Invierno. Ni más ni menos. Mientras Susana Díaz, desmelenada a la andaluza, ataca al populismo con la campaña más populista que se recuerda: "Yo no pacto con nadie. Solo con los andaluces". O lo que es lo mismo: Andalucía c'est moi. "Hay que defender a nuestra tierra de los radicalismos que la atacan. De gente que pone en cuestión el Plan de Empleo Rural (PER) y otras ayudas que han devuelto la dignidad a nuestros trabajadores agrarios", añadió. Y, para terminar, la guinda al pastel la puso Soraya S. de Santamaría, que resumió todo el debate en una sola frase: "Los gobiernos del PSOE son los que gastan y los del PP los que pagan". Dio así la versión política de la famosa frase de un gran empresario que aún no se había enterado que el feudalismo murió hace 500 años y dijo: "Es intolerable que la casta de los mantenidos acuse e insulte a la casta de los mantenedores".

Madrid, la referencia

Si al populismo de izquierdas lo representa a la perfección la lidereza andaluza, el de derechas tiene su expresión más acabada en la "lidereza de Madrid", la señora Aguirre. Y si en Andalucía la campaña se ha disfrazado de subsidio, peineta y fiesta del Rocío; en la capital de España han vuelto al tradicional "Madrid de las Vistillas, el chotis agarrado y las chulaponas". Resulta paradójico que la derecha española que tanto reniega del populismo, presente a la Alcaldía de Madrid a la candidata más populista del país. Y para que resalte aún más, Podemos presenta a Manuela Carmela, la jueza de 71 años que va al trabajo en bicicleta y que desde muy joven luchaba contra la dictadura defendiendo a los estudiantes de nuestra época ante el Tribunal de Orden Público. Así, el duelo por la Alcaldía de Madrid se convierte en uno de los más interesantes de esta campaña electoral. "Tricky Aguirre" contra la serena y responsable Manuela. La astucia y la trampa contra el equilibrio y la ponderación. Aunque hay que reconocer que en este mundo que vivimos suele ganar la primera.

La campaña en Canarias

La campaña también dio comienzo en Canarias con el debate del estado de la nacionalidad. Que sirvió para el gran debut de la nueva y flamante candidata del PP. Y como están de moda las liderezas, hasta Australia Navarro se dejó arrastrar. En la tribuna del Parlamento, la candidata también se desmelenó: le exigió a Paulino que pidiera perdón al pueblo canario por ser el culpable de todos los males que sufren las Islas. Ni una sola mención a las políticas anticanarias del Partido Popular en Madrid. Doña Australia no ofreció ni un resquicio de esperanza sobre la posibilidad que las políticas del Gobierno central puedan cambiar. Por lo oído, la única esperanza reside en quitar a Paulino para que los problemas de Canarias se resuelvan y se creen cien mil empleos en muy pocos años. Esa parece ser la única receta del PP para el futuro de Canarias.

Desde la tribuna de invitados, Clavijo observaba a Australia con preocupación. Angustiado por el enorme dilema de tener que elegir entre Australia Navarro y Patricia Hernández como socios del próximo gobierno. Australia ya explicó su propuesta y Patricia, a la salida del Parlamento, ofreció la suya: "Toca firmar un contrato con los canarios y las canarias. Yo prefiero hablar menos de números y más de realidades de los canarios y las canarias". Obligado por tanta precisión, Clavijo no quiso ser menos y concretó: "De aquí en adelante corresponde pensar en el futuro con optimismo".

Pero como es sabido, solo el optimismo no es suficiente para conquistar el futuro. El futuro no viene solo, hay que salir a buscarlo. Y los caminos que llevan a él están llenos de dificultades. La política consiste, precisamente, en encontrar esos caminos. Clavijo, llevado por su optimismo, cree en lo que dice Rajoy: "Tenemos el viento a favor". Pero ya advertía el clásico: "Por mucho que tengas el viento a favor, si no sabes dónde vas, el viento no te llevará".

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