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Entrevista. Director general de Casa Árabe

Eduardo López Busquets: "No existe una amenaza específica del yihadismo sobre las Islas Canarias"

Eduardo López Busquets, ayer antes de su conferencia en Casa África. J. C. CASTRO

Túnez fue el primer ejemplo de la Primavera Árabe y ahora acaba de ser golpeada por el yihadismo. ¿Cómo lo analiza?

Las primaveras árabes emergieron en el 2010 a partir de Túnez. Es una sociedad que ha avanzado en su proceso. Muchos quieren ver un invierno en lugar de una primavera pero en mi opinión estos brotes de violencia irán remitiendo.

La Primavera Árabe supuso un proceso de ruptura desde un punto de vista democrático y laico. ¿Está vivo este fenómeno?

La Primavera Árabe fue producto del propio desarrollo de las sociedades árabes, de la juventud y la voluntad de reclamar justicia, dignidad y libertad. Estos son valores innatos del ser humano. Además, lo que sucedió hace cuatro años parte de una conjunción de elementos. Primero, el deseo de unos regímenes exhaustos de legitimar su modelo en una sucesión. En segundo lugar, la emergencia cada vez más poderosa de grupos e individuos dispuestos a luchar por esa libertad y dignidad. Y, en tercer lugar, unas condiciones económicas muy duras que obligaban a buscar otras alternativas.

¿Cuál es el resultado actual de esa Primavera Árabe?

Ahora vemos que hay tres tipos de países. Marruecos, Argelia o Jordania, por ejemplo, han sabido absorber, mediante una serie de reformas, la ola desestabilizadora que implicaban esas revueltas. Después, un segundo grupo, con Egipto, Túnez y, en principio, Libia, en el que se desarrolló un proceso de desarrollo constitucional democrático. Y hay un tercer grupo en el que hemos visto una aparición de guerras civiles como en los casos de Siria, Irak, Yemen, etc. Mi balance a medio y largo plazo es positivo. Yo entiendo que los regímenes estaban exhaustos y pensar que con los dictadores estaba garantizada la seguridad es una mentira, porque en este momento no hubieran sido capaces de controlarlo. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es apoyar todo lo que podamos los procesos de transición. Hasta ahora, el más avanzado es el de Túnez. Hemos vivido recientemente un atentado y sabemos que un proceso de esta naturaleza no es algo que sea sencillo o inmediato.

¿Cuál es la mejor respuesta a este tipo de atentados que pretenden desestabilizar un proceso democrático constituyente?

A la acción terrorista se combate a través de diferentes medios. Por un lado, hay que garantizar la generación de recursos y estabilizar la sociedad. Por lo tanto, hay que dirigirse a solucionar directamente las causas que llevan a esa injusticia y falta de dignidad. Un segundo elemento parte de la cooperación internacional a todos los efectos. Hay que apoyar a los países que están intentando emerger. Existe un tercer elemento, que en muchos casos debe ser una respuesta de seguridad. Todos los países tienen derecho a garantizar su seguridad y, a la vez, dar una respuesta militar ante una amenaza.

¿Cómo debe actuar España?

España es un país cercano al mundo árabe por historia y proximidad. Además, no hay alternativas. Estamos en un mundo globalizado en el que hacer negocios en el extranjero es la única manera de garantizar nuestra viabilidad económica. Estamos obligados a encontrar nuevos mercados y los tenemos cerca. Cada vez son más intensas las relaciones económicas, culturales y políticas con el mundo árabe. Hay un conjunto de oportunidades que debemos aprovechar y en la lucha contra el terrorismo hay que colaborar desde todos los aspectos. Yo considero que esa cooperación debe intensificarse para que de todos los frutos posibles.

¿Cuáles son las amenazas del yihadismo para Canarias?

Creo que no le afecta. Al menos no en una manera diferente a lo que afecta al resto de España y de los países donde impera el pensamiento crítico y una libertad. A mí entender, no hay una amenaza específica. Yo no tengo constancia sobre un posible papel en el movimiento de capitales para la financiación de estos grupos ni creo que juegue un papel en este sentido.

Canarias está próximo al Sahel, un territorio donde han proliferado movimientos terroristas. ¿Hasta qué punto se puede considerar una amenaza?

Hay un peligro genérico a partir de la constitución de un corredor yihadista que puede ir desde Somalia hasta Mauritania. Hay países como Malí o Libia que forman parte de este corredor, pero sería una amenaza genérica. No creo que haya una amenaza especial para Canarias por parte del Sahel.

Usted considera el Estado Islámico como una evolución de Al Qaeda. ¿Qué características les unen y cuáles les separan?

Al Qaeda era una organización formada por una vanguardia terrorista. Este fenómeno se ha dado durante varios siglos, como los terroristas rusos o europeos de finales del siglo XIX. En estos, se da una vanguardia revolucionaria, que está separada del país en el que viven, como Afganistán, y que tiene una obsesión: Estados Unidos. Por el contrario, en el mal llamado Estado Islámico, o Daesh, tenemos una organización terrorista con unos dirigentes muy sofisticados y con una capacidad importante para utilizar las nuevas tecnologías y los medios de comunicación. Esta organización trata de crear un estado con una población, un territorio y una organización. Para conseguirlo someten a la gente al terror y, por otro lado, tratan de conquistarlos para que sean habitantes de dicho estado. Para ello, tienen que ser capaces de prestar servicios y de generar alianzas con los dirigentes tribales. Necesitan recursos y los encuentran en el apoyo de distintas familias de países del Golfo o del contrabando de petróleo, bienes culturales, de robos directos o a través de rescates por rehenes que han sido secuestrados.

¿Cómo debe intervenir o actuar Occidente ante la amenaza que implica el Estado Islámico?

Yo creo que la prioridad debe ser cortar esas vías de financiación por las que se nutren.

¿Hay errores en las actuaciones de Occidente que alimentan estos movimientos?

Ha habido decisiones importantes, tomadas fundamentalmente por Estados Unidos, que han sido determinantes para llegar a la situación en la que estamos. No fue tanto la invasión de Irak de 2003, sino la debaasificación del ejército y la sociedad. Es decir, se echó de las fuerzas insurgentes a gente que no tenía futuro. Esa decisión fue importante para lo que estamos hablando. Pero creo que Occidente, se diga lo que se diga, es un polo de atracción para los pueblos árabes. Por otro lado, en el mundo árabe hay una tendencia a las teorías conspirativas de la historia. Todo es producto de una decisión tomada en Occidente y especialmente en Washington. Si generalizar es malo, interpretarlo como una conspiración es aún peor.

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