"Es muy difícil que Antonio y yo nos peleemos, ambos somos defensores del diálogo y del consenso". El presidente canario, Fernando Clavijo, hizo gala ayer del buenrollismo que preconiza desde su discurso de investidura. El dirigente del Cabildo grancanario, Antonio Morales, y el jefe del Ejecutivo enterraron sus hachas de guerra a cuenta del gas, al menos de momento.
En su primer encuentro coincidieron incluso en su indumentaria. Ambos con chaqueta azul, pantalón beige y zapatos marrones. Eso sí, la camisa de Morales era de color blanca, y la de Clavijo, celeste, el único aspecto discordante, como su discrepancia sobre el gas.
Clavijo firmó en el libro de honor y presentó sus "respetos" al Cabildo. Eso sí, para escribir su texto tiró de la chuleta escrita en su móvil. Ya durante la reunión se les ofreció agua con gas y sin gas, cómo no, pero ninguno de los dos bebió. Estaban enfrascados en su conversación.
Siete activistas de la Coordinadora contra las Regasificadoras acorralaron a Clavijo. Él no huyó, se paró a charlar y aceptó un escrito de la plataforma. "No se fíe de Soria", le avisó uno de los manifestantes.