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Entrevista.

Juan Fernando López Aguilar: "Ni siquiera me han imputado, debe ser una reincorporación ejemplarizante"

"Jurídicamente, en todo momento he estado convencido de que mi inocencia prevalecería", afirma el eurodiputado socialista

Juan Fernando López Aguilar en una terraza de la plazoleta de las Ranas. LA PROVINCIA / DLP

Catedrático de Derecho Constitucional, exdiputado, exsecretario general del PSOE en Canarias y miembro de la Comisión de Libertades, Justicia e Interior del Parlamento Europeo en su cometido como eurodiputado, López Aguilar promovió la ley que permite en España el matrimonio de personas del mismo sexo, así como la Ley contra la Violencia de Género, entre otras iniciativas. El jurista grancanario, que vive entre su isla natal, Madrid y Bruselas, accede a una entrevista a través de un cuestionario remitido.

¿Tras superar favorablemente un episodio tan personal como una acusación por maltrato cómo afronta su momento político inmediato? ¿Toca reflexión o más bien ocupar posiciones perdidas?

Jurídicamente, en todo momento he estado convencido de que mi inocencia prevalecería, como así ha sido. En ningún caso he sido imputado, ni siquiera se han abierto diligencias judiciales de investigación contra mí. He mantenido esa confianza, con contención, porque soy del todo ajeno a unos hechos que motivaron una actuación policial estando yo ausente, fuera de Canarias. Personalmente, en cambio, el sufrimiento ha sido real, y desgarrador. Ahora debo reemprender mi compromiso y mi trabajo en la UE. Titular socialista en Libertades, Justicia e Interior, ponente de la legislación penal europea y en la política de visas, con dedicación y dignidad, como he intentado siempre.

¿La situación tan extrema que ha vivido le ha llevado a pensar en algún momento sobre la necesidad de modificar la Ley de Violencia de Género? Se lo pregunto de otra manera: ¿se ha sentido víctima de una ley que ha dado un exceso de protección a la mujer frente al hombre?

Le ley fue nuestro primer cumplimiento del programa con el que ganamos, desde el Gobierno Zapatero en que fui ministro de Justicia. Su propósito sigue siendo válido diez años después: que las mujeres maltratadas, lamentablemente muchas, sepan que pueden contar con los poderes públicos. Ratifico esa convicción, consciente de que la violencia machista no es la única desigualdad que debe ser combatida, y que todas las leyes deben ser fuente de aprendizaje, refuerzo o mejora. Pero no me siento víctima de la ley. He sufrido, por mi perfil público, el dolor de un tratamiento mediático que ha hecho daño a mi derecho fundamental a la privacidad personal y familiar, derecho que todos tenemos, también quienes nos presentamos a unas elecciones. Esa lesión me ha parecido insoportable porque ha afectado a terceros y a dos menores, en esa red que no olvida.

Usted fue apartado de todos los cargos y pasó a formar parte del grupo mixto en el Parlamento Europeo. ¿Se sintió desamparado? Da la impresión de que su caso se trató con menos miramientos que los de Chaves y Griñán, a lo que costó arrancarles la dimisión.

Pedí la suspensión cautelar a la vista del impacto mediático de unas filtraciones, evitando trasladar al partido una cuestión que nada tenía que ver con mi acción política. He calificado de dolorosa esa situación, que ha parecido incluso injusta a muchos, puesto que no he estado nunca ni tan siquiera imputado. Ha durado tres meses, convencido de que mi inocencia prevalecería cuanto antes. Tras el sobreseimiento y archivo, he sido restituido de inmediato en todos mis cargos, en el PSOE y en el Parlamento Europeo. Yo mismo califiqué de "ejemplarizante" mi apartamiento temporal, exigiendo que también lo fuera mi reincorporación.

Espera que la inadmisión de su causa por el Supremo sea un estimulo para que la dirección de Pedro Sánchez lo tenga en cuenta a la hora de elaborar la lista al Congreso de Diputados en las próximas elecciones generales.

He hablado con Pedro y la dirección más de una vez en este tiempo. Saben que mi prioridad es rehacerme en lo personal, preocupado sobre todo por el bienestar de los niños. Quiero, además, seguir sirviendo de inmediato al proyecto socialista, con mi mejor capacidad como eurodiputado, experto constitucional con ideas y ganas de impulsar una reforma de caballo en nuestra democracia herida, y como persona que cree en lo que hace, y practica los valores que profesa. Dónde lo haga es secundario, lo decisivo es que lo haré.

Quiero cerrar el asunto de su acusación con una pregunta más bien íntima. Usted ha sido un luchador, un hijo de clase media empeñado en explotar sus facultades intelectuales, comprometido con los demás y con un proyecto político... En un momento tan duro como el superado, ¿qué faceta de su personalidad ha sido la que le ha permitido mantenerse ahí, sin derrumbarse?

Mi voluntad de superación, en las peores circunstancias, puesta a prueba muchas veces. Y de aprender, también del dolor y los zarpazos en la vida. Y la esperanza. Toda la vida he combatido las injusticias cometidas sobre otros; también me he obligado a resistir las injusticias en carne propia.

¿Y los mejores apoyos de dónde han venido?

Mi entorno de afecto personal, familiares y amistades en todas las estaciones, en los momentos más duros. También han estado ahí amigos hechos en política, singularmente mis compañeras y compañeros en el Gobierno Zapatero, con su presidente, siempre. Lo agradezco, de todo corazón.

En su carrera política hay como una especie de 'injusticia interna', si me permite la expresión. Fue el candidato en Canarias más votado, consiguió nada menos que 26 diputados, todo un récord, incluso entre los propios socialistas. Parece que tal mérito no se toma en consideración, o quizás sea que a usted le cuesta o no le gusta la gestión de 'gobernar' un partido.

No me cuesta: es mi trabajo, y es una tarea compartida. Obtuvimos en 2007 el mayor caudal de votos de la historia autonómica canaria. En aquel momento, aquellas fuerzas que habían sido claramente castigadas en las urnas perpetraron otra prórroga de un tiempo de corrupción, escándalos, despilfarros... Dieron la espalda a la gente, contra los más vulnerables. Ejercí a fondo como secretario general del PSC-PSOE durante los siguientes tres años: con toda la dedicación y energía que ello exigía. Hubo un enorme esfuerzo por afrontar retos externos e internos, pero también respeto por la pluralidad del propio partido en Canarias, que ha seguido su curso.

Tras las autonómicas de 2007 usted no pudo pactar con CC, algo que contrasta ahora con la facilidad con la que Patricia Hernández cierra un acuerdo con Fernando Clavijo. Se lo pregunto por la cantidad de votantes a su persona que se quedaron con el caramelo en la boca de verlo a usted en la Presidencia.

Antes de aquellas elecciones CC y PP ya habían pactado: sabían que iban a perder, y lo que estaba en juego entonces eran muchos negocios. Más de una vez habíamos visto a la primera fuerza desplazada del Gobierno por otras en coalición. Pero esta vez es peor: ¡aunque las tres fuerzas históricas pierden votos, el PSOE, primero, tiene tres escaños menos que CC, tercero, que vuelve a calzarse la presidencia! Es la primera vez que esto sucede. ¿Hasta cuándo? El "caramelo" de 2007 sólo llegará a nuestra boca cuando de una vez acometamos la imprescindible reforma del sistema electoral en el Estatuto canario. La regeneración democrática canaria pasa por esa reforma inaplazable. Y el PSC ha de liderarla. Es lo que siempre he defendido.

Damos el salto a la actualidad. ¿Debe el PSOE buscar un discurso más radical para que sus votantes no se vayan a Podemos?

La radicalidad no consiste en la simplificación: la raíz de los principios de la izquierda no debe nunca resbalar en la demagogia fácil. De be resistir el contacto con la realidad, sus dilemas, y el desafío de someterse al examen de la experiencia para aprender de ella. El PSOE tiene una hoja de servicios contrastada en los avances sociales, derechos y libertades. Los retrocesos infligidos por los gobiernos de derecha demuestran la pavorosa falsedad de la consigna de que derecha e izquierda han dejado de existir y son ya distinguibles: que se lo pregunten a los millones de parados que ya no acceden a ninguna prestación, a los estudiantes que han perdido sus becas, o a ese vecino de Güímar al que han impuesto sin juicio una sanción prohibitiva por expresarse libremente bajo la represiva "ley mordaza" del PP.

Por ejemplo, retornar a su raíz republicana y reclamar un referéndum sobre la monarquía española.

Propugno desde hace mucho una reforma constitucional en profundidad, de caballo, que restaure un edificio constitucional aquejado de envejecimiento y fatiga de materiales. Llevarla a cabo exigirá acuerdo amplio y referéndum. Y ese será el momento de discutir lo que haga falta, sin excluir la solución de la jefatura del Estado. Pero el republicanismo cívico en el PSOE no se reduce a poner en cuestión la monarquía. Hay otras cuestiones que afectan a la calidad democrática, más urgentes que ésa.

¿Cree que el PSOE debería avenirse a la idea de dialogar con las formaciones de izquierda para participar en un frente popular

El PSOE dialoga ya con otras formaciones de izquierda. Gobierna de hecho con ellas, apoyando o con su apoyo, en CC AA y numerosos municipios. La idea no es reeditar fórmulas del pasado, sino adaptarse a un paisaje que se ha transformado y se mueve. A mi juicio, debe hacerlo, manteniendo su vocación mayoritaria, vertebral en la izquierda, con cargo a un discurso propio y a un proyecto distinguible, imprescindible para derrotar a un PP agotado, irreconocible en su incapacidad para responder a su propio deterioro, cada día más escorado hacia una posiciones de derecha inmovilista o abiertamente reaccionaria.

Usted ha sido ministro de Justicia, ¿son suficientes los mecanismos que dependen del Poder Judicial para hacer frente a la crisis con Cataluña? Su partido ha creado un grupo de sabios para lanzar una reforma constitucional que incluye un modelo federal para España. ¿Le parece correcto?

La cuestión catalana no la pueden resolver los abogados del Estado, con recursos judiciales, como tampoco el TC, y desde luego no éste. La flecha de ese desafío hace tiempo que fue disparada desde el arco. No hacer nada, que es la actitud del PP, sólo ha empeorado la integración de Cataluña en España, que exige reconocimiento a su singularidad y voluntad de rearmar la identidad compatible con vínculos emocionales, afectos y sentimientos, no sólo ultimátums y emplazamientos cruzados ante los medios de comunicación y ante los tribunales. Sí, hace tiempo que la única solución es la España federal, la que postula el PSOE y su comité de expertos, amigos de cuyas ideas participo. Que asegure la unión desde la diversidad, la ciudadanía abierta y esa igualdad que no es uniformidad en todo y lo haga en la Constitución.

¿Qué ha ocurrido en España para que la sociedad tenga la percepción de que la larga etapa de 'bipartidismo' ha fomentado la corrupción? Y lo que es peor: que el PP y el PSOE han politizado los mecanismos de control, o los ha vaciado de contenido o los han dejado morir.

Toda mi vida he combatido la corrupción como un mal del que dimanan otros muchos: desigualdad, despilfarro, desafección, cabreo, indignación ante la impunidad... Pero a su vez deriva de un estado de cosas en la propia sociedad que exige consciencia y voluntad de cambio. No lamento que los estragos de la crisis hayan provocado que, al fin, la corrupción sea objeto prioritario de preocupación y rechazo en todas las encuestas. No es sólo PSOE y PP. Pero es obvio que todos debemos relanzar la confianza en la integridad de lo público con controles externos e internos, previos y posteriores, penas ejemplarizantes, una justicia capaz de abrirse paso en esa jungla y con y garantías de restitución del daño causado al erario. ¡La confianza es ideal, pero el control es mejor! Es más urgente que nunca. Donde una democracia no acaba con la corrupción, es la corrupción la que devora a la democracia.

Quiero dedicar un tercer bloque de preguntas a la Unión Europea. La sensación tras el último rescate griego es que el modelo naufraga, y que lo único que se ha hecho es aplazar la crisis. ¿Cree usted que Alemania aceptará en una algún momento una reestructuración de la deuda, o bien se está ante un tema tabú?

La tragedia griega no es ningún accidente ni error de cálculo. Ha habido una política abyecta, dominada como nunca por los acreedores en un sistema financiero depredador e injusto y por sus terminales mediáticas y políticas, capitaneadas por la derecha alemana. La terapia sádica impuesta a Grecia no tuvo nunca como objetivo rescatar su deuda -que no ha hecho sino crecer-, sino asegurar su cobro con respiración asistida. Al dictado de una voluntad política cada vez más desvinculada de los compromisos fundacionales de la UE: solidaridad, cohesión, integración de la diversidad. Al servicio preferente de quienes, como en la granja de Orwell, se creen más iguales que otros, desde una posición de fuerza, ejemplarizando en Grecia el castigo a los díscolos. El dogmatismo de Merkel y Schäuble nada tiene que ver con la Alemania europea, sino con la "Europa alemana" sobre la que alertó Ulrick Beck. Somos muchos los que urgimos un cambio de rumbo, y de política. Con nuevas reglas sobre el euro, con un tesoro europeo que mutualice la deuda, reestructure la de Grecia, y financie con eurobonos que estimulen crecimiento, empleo, y la corrección de las desigualdades.

¿No considera que estas posiciones dogmáticas alimentan aún más el euroescepticismo y los populismos?

A la vista está, así ha sido. La austeridad recesiva no sólo no ha funcionado sino que ha empeorado todas las constantes vitales del paciente. Ha servido como simiente para la floración de una plétora de nacionalismos reaccionarios, nuevas extremas derechas, no ya "escépticas" sino eurófobas. Además, ha suscitado populistas en la Europa del Sur que esgrimen la restauración de una mítica "soberanía robada" como mantra contra los acreedores. Pero la respuesta no puede ser antieuropea: sí otra Europa, con otra dirección, otros contenidos, otra agenda. Antes de que sea tarde, y el desenganche emocional de las generaciones jóvenes, cada vez más excluidas y lejos de la narrativa de la II Guerra, resulte ya irreversible.

Con ocasión de un debate televisivo le pregunté sobre si el Parlamento Europeo no debería arbitrar determinados límites a los partidos intolerantes o xenófobos. Me contestó que no. Aún mantiene la tesis pese al éxito que cosechan y a lo idó-neo que les viene estar ahí para camuflarse.

La composición del Parlamento Europeo es cada vez más preocupante: la baja participación, en contraste con sus competencias legislativas mayores que nunca, determina el crecimiento de escaños de extrema derecha y nacionalistas eurófobos. Para responder a este reto, lo primero es que los europeístas votemos con tantas ganas y fuerzas como lo hacen los enemigos de Europa. Además de esto, vengo defendiendo siempre una legislación penal europea que penalice los discursos y la política del odio, y sobre todo la instigación a los crímenes de odio que prolifera en la red. Lo hice como presidente de la Comisión de Libertades, Justicia e Interior del Parlamento Europeo, que es legislador penal. Y continúo haciéndolo ahora como portavoz español en este campo.

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