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Análisis La negociación con el Estado

La posición de Canarias

Dicen que en política, como en el ajedrez, es más importante la posición en que están las piezas que el número de ellas

La posición de Canarias

Dicen que en política, como en el ajedrez, es más importante la posición en que están las piezas que el número de ellas. Y es verdad, al final lo que decide es contar con tus piezas claves bien colocadas en la fase decisiva del juego, aunque el contrario cuente con más. Por eso, las claves de la estrategia se centran en, además de debilitar al contrario, lograr "coger la posición". No siempre resulta fácil, es más bien un arte complicado que exige entre otras cosas una visión completa del conjunto de la partida y de los previsibles movimientos del contrario. En otros deportes a eso lo llaman "saber leer el partido".

En esta clase de partida y en este afán se encuentra inmerso el nuevo Gobierno de Canarias recién constituido. Entiende que el Gobierno anterior, presidido por Rivero, perdió la posición y se equivocó torpemente al elegir la confrontación con el Gobierno de España y no la negociación constructiva. Para justificar su conclusión, señalan los malos resultados obtenidos como la mejor prueba de lo que dicen. Sin duda los resultados reflejan mejor que cualquier otra cosa el éxito o el fracaso de una negociación. Los pruebas se convierten en evidencias: la inversión del Estado en Canarias cayó en los últimos cuatro años, lo que nos convirtió en una de las últimas comunidades españolas en inversión pública estatal por habitante. Además, el actual sistema de financiación autonómica nos coloca en el último lugar por financiación de servicios públicos, en especial sanidad y educación. En general, prácticamente todos los indicadores son negativos.

Este cuadro dramático se ha repetido sistemáticamente durante el tiempo del Gobierno del Partido Popular, que ha coincidido con el período más duro de la crisis. Pero el trato a la diversas regiones ha sido diferente, el nuestro el peor. En consecuencia, los niveles de paro y crecimiento de la pobreza han situado a Canarias como una de las regiones más vulnerables económica y socialmente de la Unión Europea. El buen funcionamiento del turismo, que ha coincidido con graves crisis en los países competidores, no ha sido suficiente para amortiguar los efectos devastadores de la crisis. Esta ha puesto en descubierto no sólo la fragilidad de nuestro sistema económico sino también la debilidad del poder político.

Es cierto que Rivero se equivocó gravemente en plantear el grave problema de Canarias más desde la pasión que desde la razón. Pero la clave está en que el Gobierno anterior se equivocó esencialmente en el mal diagnóstico que hizo de la gran crisis que afecta a Canarias. Y en consecuencia se equivocó también en la propuesta de las soluciones. No supo explicar en Madrid que Canarias no solo padecía los efectos de la crisis global que afectaba por igual a toda España; sino que, además, sufría una profunda crisis estructural de una región insular alejada -ultraperiférica, llaman los europeos.

Respuestas simplistas

Unas islas que se debaten en un espacio económico distinto al de la España peninsular y mucho más adverso. Agravada por una política del Estado que nos encorseta e impide adaptarnos a los profundos cambios de la globalización. El error fue que Rivero presentó lo que era un conflicto de las políticas de Canarias con las del Estado como una confrontación entre el Partido Popular y Coalición Canaria. Lo que permitió al Gobierno de Rajoy dar respuestas simplistas a los problemas complejos de las Islas. Y a Montoro repetir, una y otra vez, "ya está bien del victimismo de los canarios". Lo ha repetido una vez más en el debate de los presupuestos de finales de agosto.

El Gobierno del Partido Popular ha ido demoliendo una a una todas las políticas especiales para Canarias que había pactado el Gobierno de Aznar con Canarias entre 1996 y 2004: el plan especial de empleo, el programa de infraestructuras educativas, los planes de carreteras, hidráulicos, energéticos, telecomunicaciones, Puertos y Aeropuertos, el plan de infraestructuras turísticas, entre otros. Es decir, todo lo que había permitido a las Islas salir del agujero en que cayó entre 1990-1995, en los años que contábamos con apenas 440.000 ocupados, pero que pasamos en menos de diez años a ser 940.000, más del doble. Y de paso haber afrontado la primera gran modernización de la economía y la sociedad canaria.

Un atentado histórico

Con esta actitud tan negativa de estos últimos años, el Partido Popular no solo estaba discriminando al Archipiélago sino que estaba liquidando el pacto histórico Canarias-Estado en que se sustenta la integración moderna de Canarias en el Estado español. Liquidaba el espíritu y las medidas de protección a unas Islas alejadas que necesitaban políticas especiales. Se ha estado liquidando todo el acervo especial canario, su hecho singular reconocido por la Constitución española y sus fueros históricos, consolidados desde la Ley de Puertos Francos hasta el REF de 1994 y el Estatuto de 1996.

Estamos hablando por tanto de un atentado histórico que ha creado un grave conflicto político y jurídico entre el Estado y Canarias. Esta es, pues, la cuestión. Y el reto que hay que afrontar en el próximo período político que se inicia en España después de las elecciones generales de diciembre. Y que sea cual sea el resultado vamos a entrar en un ciclo histórico nuevo, con gobiernos sin mayoría absoluta, con coaliciones inestables que tienen que afrontar el difícil reto de reformar la economía, la sociedad y la Constitución.

Hasta aquí un reto histórico y un problema estratégico en que Canarias tiene que plantearse seriamente como recuperar una posición de fuerza, basada en sus razones en el nuevo escenario político. La clave es tener claro los objetivos de medio y largo alcance y la hoja de ruta que nos puede llevar a alcanzarlos. Desgraciadamente, todavía los partidos no parecen estar en eso. Sobra la estrategia y, por ahora, todo es táctica: corto plazo y vuelo bajo. La táctica parece aconsejar que lo que importa son objetivos parciales que se pueden alcanzar en reuniones improvisadas con un Gobierno de España que solo piensa en la campaña electoral. Y por lo tanto en hacer gestos y no ofrecer hechos.

Hay quien piensa que estas aproximaciones negociadoras facilitarán los acuerdos que se puedan lograr después de las elecciones generales. Quizá sea así, pero la realidad es que estamos asistiendo a la escenificación de una negociación política que pertenece al pasado. Este Gobierno del Partido Popular ya no será el mismo después de las elecciones. Las gane quien las gane habrá un gobierno en minoría. Se acabaron las mayorías absolutas y la historia nos enseña que el Partido Popular cambia de naturaleza y de personas según gobierne con mayoría absoluta o en minoría. Por tanto, el escenario de la negociación del 2016 será radicalmente distinto al que tenemos hoy. Y las cosas en que ahora se hayan avanzado serán papel mojado. Se empezará desde cero, por eso conviene aprovechar el escaso tiempo que nos falta para preparar con rigor y apoyo social una ambiciosa propuesta política que permita a Canarias negociar con fuerza y superar definitivamente la crisis.

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