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Ayuda al desarrollo El papel de Canarias en África

La cooperación española en el norte de África cae un 70% en el último lustro

La oleada de refugiados y la salida de la crisis impulsan la reactivación de la ayuda al desarrollo P Turismo y tecnología, principales intercambios desde las Islas

Una mujer y su hija esperan en la frontera entre Hungría y Austria, donde son atendidas antes de poder continuar su viaje hacia Alemania. EFE

El incremento de la ayuda al desarrollo de los países empobrecidos, para evitar crisis humanitarias como la que vive hoy el Mediterráneo, es uno de los ocho Objetivos del Milenio (ODM) que la ONU se marcó hace 15 años. El inicio del siglo XXI y del nuevo milenio comenzaba así con el compromiso los 192 países que integran las Naciones Unidas de impulsar la cooperación y destinar mayores recursos a la ayuda oficial al desarrollo. Y, efectivamente, la primera década del 2000 arrancó con la expectativa de que este objetivo ganaba adeptos y avanzaba en la consecución de las metas establecidas para una primera fase, que alcanzaba hasta este año 2015 que ahora termina. Pero la crisis económica mundial frenó en seco estos avances y el volumen de recursos destinados a la cooperación al desarrollo cayó a cifras de la década de los noventa, y en algunos casos incluso inferiores.

España no solo ha sido uno de los Estados comunitarios que mayores recortes ha realizado en este campo, entre otras razones por el impacto de la crisis en el propio país, sino que lidera la reducción del capítulo de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) dentro de los países de la OCDE. La Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) ofrece, en su portal de transparencia, datos concretos sobre la cuantía de la caída: solo en el norte de África, donde Canarias viene buscando su papel a jugar en el continente vecino, los recursos destinados al desarrollo de país empobrecidos se han visto reducidos a tan sólo 64 millones de euros en 2013, último año registrado en dicho portal, frente a los 268 millones que destinó en 2010 (en 2012 la cantidad se limitó a 37 millones). Pero es que, además, los presupuestos aprobados para el 2015 vuelve a reducirse un 1%: "Tenemos un 58% menos de recursos para políticas de cooperación que en 2011", se lamentaba la Coordinadora de ONGs para el Desarrollo al analizar las cuentas estatales para el próximo ejercicio.

El 2011 marcó, precisamente, el inicio de la primavera árabe y de los sucesivos conflictos que se han ido multiplicando en el norte de África y que han desembocado en la mayor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial. Según Intermon Oxfam, "no solo han caído las ayudas estatales, sino también las autonómicas y locales". También el presidente de Cruz Roja en Canarias, Gerardo Mesa, sostenía denunció desde Las Palmas de Gran Canaria que la reducción de la cooperación española en los últimos años se eleva ya un -63%. En consecuencia, entre un 20 y 30% de las organizaciones no gubernamentales ha desaparecido: "Entendemos los recortes por la crisis; el problema es que estos no son proporcionales a la media de los ajustes ni a la reducción de la renta per cápita", ha apuntado por su parte la presidenta de la CONGD, Mercedes Ruiz- Giménez.

Pero los recortes que la Unión Europea ha aplicado a la cooperación internacional van a sufrir, previsiblemente, un cambio de tendencia a partir de ahora según los expertos. Y ello por dos razones fundamentales: uno, la recuperación económica, pero sobre todo el alcance de la crisis migratoria que tiene en vilo a Europa desde hace más de tres años. Salvo contadas excepciones, la ayuda al desarrollo de la mayoría de países comunitarios está por debajo del 0,3% del PIB. Solo Suecia, Luxemburgo, Dinamarca y Reino Unido, en contraste a su dura política migratoria, han alcanzado el objetivo de destinar el 0,7% de su producto interior bruto a ayuda al desarrollo. España está en 0,1%, cuando en 2008 llegó a alcanzar el 0,5%.

El Plan África

Sólo en la anterior crisis de inmigración que arrancó a finales de los años noventa y que tuvo uno de sus epicentros en Canarias -en diez años llegaron cerca de 100.000 africanos a las Islas-, España aplicó una política de cooperación con el África Occidental en el que Canarias jugó un papel significativo. En ese periodo se aprobó el denominado Plan África y no solo se destinaron muchos más recursos que los actuales a programas de cooperación, sino que se abrieron nuevas vías de diálogo con los gobiernos de los países vecinos: fundamentalmente Marruecos, Mauritania y Senegal.

Si se tiene en cuenta esta experiencia histórica, Canarias tiene una nueva oportunidad para impulsar la cooperación con África. Una cooperación que abarca tanto la ayuda pública como el impulso a las relaciones económicas privadas: "Lo que deberían hacer las organizaciones gubernamentales es llegar a alianzas con empresas privadas", ha recomendado el Gobierno para contrarrestar las críticas por los recortes en cooperación, denunciando la excesiva dependencia de las ONGs de los fondos públicos.

La excesiva burocracia y las rigideces legales que ha establecido la UE también en materia de cooperación son parte del problema que, al margen de la financiación, obstaculiza el impulso de las relaciones con los países en desarrollo. Así al menos lo explica un experto en comercio exterior respecto a Canarias: "Hemos perdido gran parte del potencial que tienen las Islas, por su situación geográfica, para fortalecer el intercambio comercial de mercancías y producto con África. No es posible competir en condiciones tan rígidas en un mercado tan poco rígido y con potencias como China o India apostando fuerte por introducirse en él". "Pero si podemos -añade este especialista- jugar un papel en la transferencia de conocimientos y servicios, sobre todo en turismo y tecnologías. Es una apuesta que tiene que hacer el sector privado, con la ayuda del sector público. África tiene que estar en la agenda del presidente del Gobierno de Canarias mes sí y mes no. Y todavía no hemos llegado a eso".

¿Metas o instrumentos?

La cooperación y ayuda al desarrollo forma parte del debate sobre la necesidad de cambios de política en que está inmersa la UE a consecuencia de la actual crisis migratoria. Pero, además, este mismo mes de septiembre volverá a recibir el impulso de Naciones Unidas en el proceso de renovación de los Objetivos Del Milenio. Su Asamblea General evaluará los resultados obtenidos en estos primeros quince años y renovará los nuevos objetivos en la Agenda de Desarrollo Post-2015, que ya vienen debatiendo los países miembros. Un de los debates que está sobre la mesa, dada la experiencia de estos primeros tres lustros de ODM, es está en avanzar no en la definición de metas deseables, sino especificar los instrumentos de política que permitan alcanzarla.

El mismo dilema en que se haya inmersa la Unión Europea en la actual encrucijada sobre qué política migratoria aplicar, si de puertas abiertas o cerradas. Mientras las instituciones deciden, los ciudadanos son cada vez más proclives a abrir sus fronteras. Así al menos lo ha constatado el Eurobarómetro. En su última estadística, cifra en el 67% el porcentaje de encuestados en toda Europa que cree que es hora de que la UE incremente el volumen de ayuda al desarrollo y la cooperación. Un porcentaje, por cierto, bastante más elevado que en los últimos años pese a la crisis y la presión de los refugiados.

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