José María de Vicente Toribio, el policía nacional retirado que fue condenado a dos años de cárcel por homicidio al participar en el operativo en el que murió ametrallado el estudiante Bartolomé García, quiso ayer responder a las explicaciones que dio de este suceso el profesor de Historia de la Universidad de La Laguna, Domingo Garí.

El exagente había aclarado primero, en un escrito publicado por LA PROVINCIA / DLP el pasado domingo, que en aquella desafortunada operación, en la que él y otros cinco agentes confundieron a Bartolomé con el delincuente Ángel Cabrera el Rubio, no hubo ninguna connotación política ni ninguna predisposición criminal por amedrentar las revueltas obreras de aquella Transición convulsa, tal y como siempre se comentó y como había defendido Garí.

El profesor, luego, contestó que "la investigación por el asunto de Bartolomé García es incompleta porque no se desclasifican los documentos necesarios para poderla llevar a cabo". Además, Garí matizó que "los agentes implicados en el caso, condenados a dos años de prisión e inhabilitación, fueron, sin embargo, ascendidos en sus escalafones. Uno fue guardaespaldas de algún ministro socialista del primer gobierno de Felipe González", añadió Domingo Garí, para quien los efectivos policiales actuaron "con impunidad" y en estos hechos "se señala la naturaleza todavía fascista del Estado a finales de 1976", en el inicio del proceso hacia la democracia. "Esa misma impunidad quedó reflejada, más tarde, a finales de 1977, cuando se asesinó en la puerta de la Universidad de La Laguna a Javier Fernández Quesada".

"Totalmente falso"

De Vicente niega en el escrito enviado ayer a esta redacción que haya documentos pendientes de desclasificar. "Que yo sepa, los únicos documentos existentes son las diligencias que conforman el atestado, remitido en su día al Juzgado de Guardia. Constarán, como es natural, en el correspondiente sumario. Ni existieron ni existen otros documentos que desclasificar", puntualiza el exinspector jefe, quien lamenta de las alegaciones de Garí que "se dé a entender que fuimos ascendidos como recompensa o premio por aquel desafortunado accidente. ¡Totalmente falso! Fuimos ascendiendo según el orden escalafonal".

Asimismo, añade: "José A. Del Arco (murió hace tres meses de Alzheimer, siendo el único compañero del que tengo noticia. Quizá su trágica muerte haya sido el detonante que me impulse ahora a salir al paso de tanta insidia), efectivamente fue escolta, que no guardaespaldas, del ministro Ernest Lluch, posteriormente asesinado por ETA a los 63 años. Y no tuvo ninguna recomendación para el puesto. Simplemente daba el perfil".

Sobre la acusación de que los cuerpos de seguridad actuaron con impunidad, José María de Vicente Toribio replica: "Impunidad, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es falta de castigo y nosotros fuimos condenados a dos años con suspensión de todo cargo público, profesión u oficio... Aquello rompió nuestras carreras. ¿Es eso impunidad?"

De Vicente niega que fueran a matar a nadie aquel 22 de septiembre de 1976. "Lo que buscábamos era la detención de el Rubio para que nos diera información, entre otras cosas, de Eufemiano Fuentes. Es decir, policialmente interesaba mucho más vivo que muerto". Eufemiano Fuentes era el tabaquero grancanario desaparecido pocos meses antes de aquel operativo y cuyos restos nunca aparecieron. Siempre se sospechó que quien lo secuestró y asesinó fue el Rubio aunque nunca hubo pruebas que lo corroboraran.

"Y desde luego, no éramos asesinos, éramos policías que, en cumplimiento del deber, sobreponiéndonos al peligro que podíamos correr, intentábamos detener al delincuente común más peligroso y buscado en la época", escribe el agente que disparó su metralleta aquella mañana, para continuar: "La ideología marxista trata por todos los medios de presentar a la policía como el instrumento represor del Estado. Eso, en España, sería en otros tiempos ya lejanos y lo sigue siendo, precisamente, en los paraísos totalitarios".

"No, aquellos jóvenes policías que íbamos a buscar aquella mañana al delincuente más peligroso del momento no éramos unos asesinos. Éramos policías", quiso remarcar De Vicente Toribio, dirigiéndose a Domingo Garí: "Estoy a su entera disposición para aclarar cualquier duda al respecto de este luctuoso hecho".