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Análisis Llegó la hora de la verdad

Rebelión contra la pobreza

Un plan integral contra la pobreza y la exclusión cuesta 100 millones de euros más anuales de los que se dedican actualmente en Canarias

Rebelión contra la pobreza

Ayer, 17 de octubre, con motivo de la conmemoración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, se celebraron manifestaciones en muchos países del mundo, también en España y en Canarias. La portavoz de la Coordinadora de las 25 ONGs canarias que convocaban, Irene Bello, decía días antes "hay que rebelarse contra la pobreza". En la rueda de prensa le acompañaban Javier Castillo, director del Centro Loyola; Estefanía Pintor, portavoz de Amnistía Internacional y Ana Cano, directora de Cooperación de la Universidad de Las Palmas de GC. Juntos llamaban a la sociedad canaria a luchar por un mundo sostenible, sin pobreza ni desigualdad. Ana Cano dijo: "Cuando soy ciudadano y no me entero donde están las partidas del ayuntamiento o de la comunidad autónoma estoy siendo cómplice para que la pobreza siga ganando espacio con mi silencio".

Esta iniciativa ha demostrado su extraordinaria importancia y oportunidad. El tema de la pobreza se ha convertido en el más importante de la Agenda política mundial. La Asamblea General de las Naciones Unidas acaba de aprobar, con gran solemnidad, los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2016-2030. A los que se calcula deberían destinarse alrededor de tres billones de dólares en quince años. Dentro de los diecisiete grandes objetivos, destacan tres centrales: poner fin a la pobreza severa en el mundo. Acabar con el hambre. Y luchar contra la desigualdad.

No por casualidad en esta misma semana, Angus Deaton, ganaba al Premio Nobel de Economía por sus análisis sobre "el consumo, la pobreza y el bienestar". Deaton hace denuncias semejantes a la del francés Piketty en sus estudios sobre capitalismo y desigualdad, el gran best seller del pasado año. Hay que sumar los discursos del Papa Francisco en los pasados días en la ONU, sobre desigualdad y pobreza, que han producido un gran impacto mundial. La ola de preocupación ha sido tan amplia que, sorprendentemente, hasta algunos bancos se han sumado a la denuncia. Credit Suisse publicó esta semana un riguroso informe sobre el crecimiento acelerado de la desigualdad en todo el planeta. En este momento, ahora mismo, según el informe, el 1% de la población mundial, es decir 70 millones de personas, poseen la misma riqueza que el 99%, los restantes 7.000 millones. Lo que demuestra que no exageraban aquellos jóvenes norteamericanos del movimiento Occupy Wall Street, que hace dos años escribían en sus pancartas: "Somos el 99% y denunciamos los abusos del 1%".

El Papa lo ha explicado en uno de sus discursos: "Un abismo así es la causa de los grandes conflictos mundiales, guerras, emigraciones masivas y esa mezcla insoportable de lujo insultante y miseria atroz en que se ha convertido nuestro mundo". Por eso, todas esas personas que ayer recorrieron las calles de Canarias gritaban, con convicción y desesperación: "Otro mundo es posible". Al oírlos, uno está obligado a pensar "tiene que ser posible, porque el que ya no es posible es éste, en el que vivimos".

La pobreza está aquí

A muchos, para tranquilizar su conciencia, les gustaría pensar que la pobreza solo habita en otros continentes. Pero las ONGs canarias nos han recordado que "los condenados de la tierra están también aquí, junto a nosotros". La prueba es el informe, también publicado esta semana, por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social. Dice: "España es uno de los países europeos en que más ha crecido la población en riesgo de pobreza y la desigualdad. Afecta al 22% de la población y suman más de diez millones de personas. De ellos, tres millones viven en pobreza severa". En Canarias, aún peor, el 27%. Es decir, más de 500.000 personas en riesgo, de las cuales 200.000 viven ya en situación de pobreza extrema.

¿Pero dónde están los pobres? Pasan a tu lado y no los ves. Son pocos los que mendigan, la mayoría ocultan su pobreza por dignidad. Eso no lo ha entendido el arzobispo de Valencia, Monseñor Cañizares, que ha salido en los últimos días a explicarnos la realidad y a tranquilizar nuestras conciencias: "Pobres-pobres en realidad no hay tantos, se exagera. Más ahora que ya se ha iniciado la recuperación, como dice el Gobierno. Casi no se ven mendigos por las calles como se veían antes". Ese día, monseñor debió dormir feliz y en paz consigo mismo. Todo lo contrario que Fátima Díaz Medero, responsable de Cáritas en Canarias, que seguro que las preocupaciones no la dejan dormir tan bien. Esta semana declaraba a este periódico: "Han sido años muy duros, marcados por la crisis. Se han elevado considerablemente las personas en paro que no reciben ningún tipo de ingresos. Y otros que, a pesar de su empleo precario, ganan tan poco que viven también en la pobreza". Fátima explicaba muy bien la situación de emergencia social que vive Canarias: "A muchas familias se le acumulan problemas de desempleo, vivienda, salud, etcétera. Y cuando todo se junta son muy difíciles de resolver".

La responsable de Cáritas no exagera: los datos oficiales confirman los reales. Canarias es la última región española en gasto en servicios públicos esenciales: Educación, Sanidad y Servicios Sociales. Lo que provoca graves efectos en la población más vulnerable. Nuestras islas sufren el paro más alto, el 30%, frente al 22% de media española. Más de 100.000 parados no reciben prestación. Y más de 50.000 familias no tienen ingresos. La mitad de nuestros jóvenes, entre 16 y 30 años, que han dejado sus estudios, no trabajan. Tenemos las pensiones más bajas de España y el menor número de personas con derecho a pensiones. El fracaso escolar más alto y las listas de espera más largas. Y, además, como la pobreza no es solo falta de recursos económicos, en "los cinturones de la pobreza" de las principales ciudades canarias existen más de 50.000 viviendas, entre públicas y privadas, sin rehabilitación, deterioradas y en las que viven hacinados los pobres de las Islas.

¿Tenemos un plan?

Fue necesario que las ONGs convocaran esta semana de lucha para recordarnos una realidad dramática que a veces parece escondida o que tendemos a esconder. Pero esta vez resulta más difícil: ¿Quién no recuerda las declaraciones de los candidatos a las elecciones de hace unos meses? Ni uno se olvidó de decir que su prioridad era poner en marcha un plan de choque contra la pobreza. Asumieron sin excepciones un compromiso solemne ante los ciudadanos, que ellos sí, y esta vez sí, se volcarían en erradicar la pobreza.

Si es así, ha llegado el momento de pagar lo prometido. En este mes de octubre empiezan a cerrarse los presupuestos del Gobierno de Canarias, los cabildos y los principales ayuntamientos. Y no se pueden cerrar sin que las partidas de la pobreza entren en esos presupuestos. Hace falta concretar siete u ocho medidas que se apliquen en acción conjunta, para que multiplique sus efectos. Y dotarlas de recursos suficientes que aparezcan con claridad en la ficha financiera.

Los expertos dicen que las medidas principales son: Plan de Choque de Formación y Empleo para más de 50.000 jóvenes que complemente los fondos de la Garantía Juvenil Europea. Dotar de forma suficiente la Prestación Canaria de Inserción (PCI). Ampliar los recursos de la dependencia. Extender los programas de comedores de verano. Generalizar con calidad las actividades extraescolares en todos los colegios de Canarias. Potenciar y dotar los servicios sociales municipales y las escuelas infantiles. Y potenciar un gran plan de rehabilitación de viviendas públicas como los iniciados en Las Chumberas, en Tenerife; Jinámar y Las Remudas, en Gran Canaria. Un plan así reactivaría la economía, crearía empleo y mejoraría la calidad de vida en los barrios de la pobreza.

No nos engañemos, estas medidas, de hecho, ya existen. Andan dispersas y perdidas por los presupuestos y dotadas con cantidades ínfimas en relación con las necesidades. Ahora se trata de duplicarlas, triplicarlas y, a veces, más, si queremos de verdad tener un plan integral contra la pobreza y la exclusión. ¿Cuánto cuesta eso? Pues alrededor de 100 millones de euros más anuales de los que actualmente se dedica. ¿Hay dinero para eso? ¿Existe margen?

¿Hay margen?

La pregunta no me la he hecho yo. Desde que el Estado anunció la cesión de los 160 millones de ITE a Canarias, todos se han apuntado corriendo a que les resuelvan su problema. Y añaden: "Esta vez hay margen para ello". Empezaron las confederaciones empresariales exigiendo la bajada del IGIC, que por otro parte no está tan alto. Los sindicatos de funcionarios pidieron que les devolvieran lo que le habían ajustado, pero ahora y sin plazo. Los cabildos por su parte quieren gastarse todo el ITE en un plan de obras, al que encima piden que se le aplique la famosa triple paridad entre las islas mayores y menores. Si esto es así, para la pobreza no hay margen. Y entonces los esperados presupuestos no podrán incluir mejoras significativas en los programas de la pobreza.

Esta es la cuestión clave. Fue el tema central de las pasadas elecciones y volverá a serlo en las próximas de diciembre. No por casualidad, algunos importantes dirigentes del Partido Popular, preocupados por el resultado, acaban de descubrir que no basta con el crecimiento económico, hay que recuperar también lo que ellos llaman "la economía con alma". Montoro se ha sentido aludido, criticado y, por tanto, se ha enfadado: "¿De qué hablan, qué tontería dicen? La economía siempre tiene alma". Don Cristóbal Manostijeras no acaba de entender que no basta con crecer y producir, es necesario también repartir. Porque no basta con recuperar la economía sin recuperar la sociedad.

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