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Eterna gratitud a Ildefonso Chacón

Dos exchóferes del Gobierno canario se reúnen con la consejera de Obras Públicas para expresarle la gratitud que guardan a su tío, que ocupó el mismo cargo en los años 90

Instante del encuentro mantenido con la consejera. LP / DLP

Antes de empezar a narrar sus vivencias al lado del fallecido político majorero Ildefonso Chacón, Antonio Bosa y Adolfo Padrón ponen sus normas: lo que diga el uno lo suscribe el otro al cien por cien. Evitan así repetirse, aunque solo en la literalidad, porque en el transcurso de la conversación subyace siempre el profundo respeto y admiración que profesan al que fuera consejero de Obras Públicas del Gobierno de Canarias en los años noventa de pasado siglo.

Cuando el presidente del Ejecutivo regional, Fernando Clavijo, conformó el pasado verano su gabinete y supieron que la consejera de Obras Públicas y Transportes, Ornella Chacón, es sobrina de la "gran persona" de cuya compañía pudieron disfrutar, decidieron ponerse en contacto con ella para expresarle la "enorme gratitud" que guardan a su tío. El encuentro se produjo esta misma semana.

"Nos pusimos de acuerdo para dirigirnos a ella", relata Antonio exhibiendo el folio que entregó en las dependencias del Gobierno autónomo. En menos de 48 horas tenían respuesta. Era viernes y la consejera les recibiría el mismo lunes por la mañana, cuentan ambos celebrando el interés que se tomó Ornella Chacón.

Humanidad y cercanía

Durante el encuentro, ambos echaron mano de la memoria para contar a la consejera cómo era su tío en el día a día, las anécdotas que tuvieron oportunidad de vivir a su lado y la enorme huella que les dejó su humanidad y cercanía.

Incluso se atrevieron a darle un consejo: "Que sea igual que su tío", afirma Adolfo con la rotundidad de quien tiene claro que lo dicho, aun pareciendo simple en la forma, es profundo está cargado de sentido. Durante la charla, Antonio notó que a la consejera en algún momento se le empañaba la mirada por efecto de la emoción. Tampoco él logra escapar del todo al efecto de los recuerdos.

"Y cuando venía al cuarto", rememora Adolfo provocando la carcajada de su compañero. Mientras permanecían a la espera del siguiente movimiento, todos los chóferes se concentraban en una habitación del Edificio de Usos Múltiples. Las muchas horas que todos pasaban juntos les llevaron a estrechar lazos. "Uno llevaba una tortilla, otro cualquier otra cosa" y así mataban el gilorio de media mañana.

Lo usual es que las secretarias les avisaran de que salían los jefes, pero a Ildefonso Chacón le gustaba hacerlo en persona y bajar a saludar. A eso y a hacer planes de futuro. "Desde que deje esto", les decía en referencia al cargo de consejero y sin quitar la vista del piscolabis, "me apunto a chófer yo también". Esas pequeñas cosas eran las que grabaron en Antonio y Adolfo el recuerdo de una persona inolvidable.

Ambos tuvieron otros jefes y se cuidan mucho de no comparar, porque, como señala Antonio, no quieren "despreciar a nadie". Sin embargo, no logran sustraerse a hacer al menos una salvedad. "Con respecto al tratamiento que daba al personal, sí que lo distingo", afirma Antonio. "Era muy humano", continúa, y "abierto", remata Adolfo. El primero de ellos estaba además en el comité de empresa y nunca tuvo queja sobre la disponibilidad de Ildefonso Chacón a recibirlo para conocer de primera mano las reivindicaciones del personal.

Funcionaba también el quid pro quo, ya que en alguna ocasión el consejero le pidió que se enterara de alguna cuestión que se cruzó en el camino de su gestión. Eran asuntos que no escapaban al general conocimiento de Bosa y sus compañeros por los muchos conocidos que la labor que desempeñaban les permitía coleccionar.

En una ocasión, Bosa se vio obligado a avisar al consejero, que ese día estaba en Tenerife, de un asunto grave. "Lo llamé y me dijo la secretaria que no podía molestarlo porque estaba en una reunión. Insistí en que fuera hasta donde él estaba y le dijera que lo llamaba Bosa desde Las Palmas", relata Antonio. Chacón interrumpió el encuentro que mantenía en ese momento porque sabía que tras esa llamada tenía que haber un asunto de gravedad. Se trataba de un fallecimiento y el político majorero hizo un paréntesis hasta lograr hablar con uno de los ingenieron y encargarle que se personara en el lugar en su nombre con una corona de flores.

En otro de los capítulos que detallan, Chacón se queja a Bosa de que nunca lo ha invitado a su casa de Valsendero. "Cuando quiera", le dije. El chófer titular del consejero era precisamente cuñado de Antonio. "La entrada de mi casa es mal amañada", relata en referencia a las muchas maniobras que hay que hacer para meter el coche. En cualquier caso, nada que su pariente no pudiera afrontar con garantías. La salida es un cantar más complicado, pero la pericia profesional del chófer de Ildefonso lo convirtió en demasiado fácil. Tanto que el entonces consejero se quedó mirando a Antonio y le espetó: "No es la primera vez que este ha estado aquí".

"¿Y el día de la inauguración de los túneles de Julio Luengo cuando le dieron el casco?", apunta Adolfo para regocijo común. Según recuerda, Chacón se lo puso y comentó con profunda retranca el problema que iba a tener al volver a Fuerteventura para convencer a sus paisanos de que no le habían hecho ingeniero de Caminos.

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